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Sobre este blog

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, constituida en 1990, es una asociación de carácter privado, sin ánimo de lucro, cuyo fundamento lo constituye la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU en 1948. Aunque el ámbito de afiliación de la APDHA y su área directa de actuación sea el territorio andaluz, su actividad puede alcanzar ámbito universal porque los Derechos Humanos son patrimonio de toda la Humanidad.

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María ha ingresado, y no es por coronavirus

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Natalia García Caballos

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Audio de WhatsApp recibido el 20 de abril de 2020:

“María se ha quedado ingresada con una infección porque Manuela [su hija] no puede curarla por las noches y hace mucho frío. Y María no puede pasar frío, está recién operada de dos tumores en el pecho y en la axila. Por las noches les cortan la luz y su hija la intentaba curar con una linterna, pero solo con una mano no se puede curar una herida como esa.

La han dejado encamada y tienen que volver a operarle el pecho porque tiene una infección muy grande. Y todo esto es debido a los cortes de luz. Tengo una pena por dentro… Nadie nos escucha. Nos tienen marginadas por vivir en la barriada de la Paz.“

María vive en la calle granadina de Las Perdices, que el día 19 de abril sufrió dos cortes de luz (uno de ellos de casi seis horas), el 18 otros dos que suman más de cuatro horas sin electricidad, el 17 otro, y el 16, y así sucesivamente durante meses. El día que la ingresaron, también sufrió otro corte de luz por parte de Endesa.

Esta es la situación en muchas calles de la ciudad de Granada, que viven con cortes de luz reiterados a diario, dejando a cientos de familias en un estado de desprotección total. El confinamiento ha multiplicado las consecuencias de estar sin electricidad en una situación en la que se pide que nadie salga de su casa nada más que para lo imprescindible. Cada una de las familias que sufre cortes no puede tener comida más que para un día: el frigorífico y el congelador dejan de funcionar muchas horas diariamente. Ha hecho mucho frío y no han podido encender sus braseros ni calentar mínimamente los dormitorios antes de acostarse. El encierro es difícilmente soportable cuando no puedes salir, nadie te puede visitar y no puedes encender el televisor ni cargar el móvil. Cuando la luz no se enciende y nos recuerda que seguimos viviendo en un lugar sin unos derechos básicos garantizados. Cuando las niñas y niños no pueden hacer deberes, ni ver Educlan, ni dibujar porque no hay electricidad que les ilumine.

Peor aún se encuentran todas aquellas personas con enfermedades previas y que también sufren los cortes, que viven la vulneración de su derecho a la salud. Las que necesitan respiradores por la noche que se les desconectan cuando falla el suministro, las que tienen que pincharse insulina y no ven para hacerlo (además de no poder mantenerla refrigerada para que no se estropee), aquellas que se equivocan con las pastillas porque la luz de la vela no es suficiente para distinguirlas, o las que se tienen que tomar la tensión y son incapaces de leer los números del tensiómetro.

Distopía es esta situación de cortes de luz en el distrito Norte de Granada, con un desempleo del 41,68% (SAE, 2018) y con una dignidad y capacidad de resistencia que impresionan.

El 18 de abril, en la calle Antón Calabrés, sufrieron un corte de más de once horas, y al llamar en dos ocasiones a Endesa les negaron que existiera ninguna incidencia. Ese mismo día en Rey Badis otro corte duró diez horas. Las denuncias se han multiplicado: del Defensor del Ciudadano de Granada, del Defensor del Pueblo Andaluz, vecinas y vecinos han llegado a demandar a Endesa por vulneración de derechos fundamentales.

Pero los cortes continúan, pese a todos los anuncios de que van a parar, pese a los intentos de criminalizar a todo un distrito vinculando los cortes con actividades delictivas, pese a que la misma subdelegada de Gobierno haya dicho lo contrario.

La web nomascortesgranada.org, creada y alimentada por activistas, está recogiendo cada uno de los cortes de luz para intentar visibilizar lo que ocurre, una situación que permanece invisible a los ojos de Endesa y de las administraciones públicas (a tenor de las nulas medidas tomadas). Visitarla a diario pone los pelos de punta.

María, Paco, Abdul, Soraya y cientos o miles de personas viven así a 3 kilómetros de Gran Vía de Granada. Y algo muy parecido ocurre con vecinas y vecinos en Font Pólvora de Girona, en barrios de Almería y en otras partes del Estado.

Las vulneraciones de los derechos fundamentales a la salud, la educación y la vida digna están sucediendo a las puertas de nuestras casas. Antes y durante el coronavirus. Y si a alguien le queda alguna duda, que le pregunte a María.

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