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“Hacer ciencia en España se ha convertido en una heroicidad”

Bernat Soria

Javier Ramajo

Desde su pequeño despacho en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer) ha puesto las esperanzas en millones de personas con diabetes tipo 1. Cauteloso en ese sentido, el exministro de José Luis Rodríguez Zapatero y pionero en el uso de células madre con fines terapéuticos en España se muestra tan apasionado por su trabajo como preocupado por el futuro de los jóvenes investigadores en nuestro país.

Soria (Carlet, Valencia, 1951) es director del departamento de Regeneración y Terapias Avanzadas de Cabimer, un centro de investigación multidisciplinar participado por las consejerías de Salud, y Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía, las universidades de Sevilla y Pablo de Olavide, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desde el cual se ha hallado en una molécula un alto potencial terapéutico ante la diabetes tipo 1 y donde atiende a eldiario.es Andalucía. para repasar la actualidad médica y científica.

¿En qué consiste el hallazgo científico del departamento que dirige en Cabimer?

Voy a tratar de ser lo más claro posible sin traicionar el mensaje. La diabetes tipo 1 es una enfermedad en la que el sistema inmune se equivoca y ataca a la célula beta. Es un proceso autoinmune. Como ya dijimos hace ya más de diez años en uno de nuestros trabajos, si algún día queremos resolver la diabetes tenemos que resolver dos cosas: la sustitución de las células que han desparecido y la causa por la que eso ocurrió. Y esas han sido las dos líneas de actuación básicas de cualquier grupo que se enfrente a la lucha contra la diabetes tipo 1.

La novedad de este trabajo es que hemos encontrado la diana, posiblemente, que une esas dos líneas. Hay una encrucijada entre los dos procesos, y cuando activas esa diana, empiezas a regenerar célula beta y, por otra parte, disminuyes el ataque inmune. Esa es la contribución más importante. Lo que no esperábamos era encontrar una diana que atacara las dos cosas al mismo tiempo. Hemos probado una molécula, que para que se convierta en fármaco hay que hacer una serie de procesos, primero a nivel precllínico, estudios toxicológicos y luego empezar los análisis en humanos.

¿Cuándo se podría probar en las personas?

Nosotros lo que tenemos es un proyecto científico. La molécula que hemos encontrado posiblemente no será la que se convierta finalmente en fármaco, pero puede ser una cabeza de serie de un grupo de moléculas. Los fármacos, en su desarrollo, suelen ser familias de moléculas, y se busca la que es más efectiva, la que tiene una dosis terapéutica más alejada de la dosis toxicológica. Todas las moléculas tienen efectos secundarios. Estamos en buscar moléculas de una familia en la que veamos una eficacia terapéutica alta y una toxicología muy baja.

Si tenemos eso, se podría plantear un primer piloto en humanos en el cual veríamos si tiene algún efecto, y en base a eso diseñas un ensayo clínico, que a su vez tiene tres fases. En cualquier momento se puede volver a empezar o cerrar el proceso. Si llegas al final, que habrán pasado cinco o diez años, se presentaría un dosier de registro de la molécula y una autorización para su uso.

¿Cómo se costea el desarrollo de un posible medicamento?

Lo que le he contado es el protocolo clínico. En paralelo, tienes que tener financiación para eso. La estimación que tenemos es que, para llegar al piloto en humanos, necesitaríamos unos 17 millones de euros. Y eso no es ninguna cifra desorbitada. Cuando hablamos de desarrollo de medicamentos, hablamos de cifras de 500 millones y tal, que lógicamente no puede absorber ninguna entidad pública.

Entre el momento en el que se hace un descubrimiento y el momento en que entra en juego la industria farmacéutica, hay una etapa que se llama el valle de la muerte, que es donde estamos entrando ahora y donde mueren muchos procesos, porque no encuentran financiación. Yo espero que este, dado que ha tenido un impacto brutal desde el punto de vista científico, pueda tener recorrido. Voy a hacer lo posible como director del departamento donde ha ocurrido. Hemos de trabajar con esa hipótesis, pero cuesta muchísimo levantar dinero.

¿Cómo de difícil es investigar en este tipo de ámbito en España?

Eso se ha convertido en una heroicidad en este momento. Venimos de unos recortes acumulados de un 30-40% año tras año. ¿Qué significa eso? Que los grupos establecidos continúan teniendo éxito en la financiación pero el tamaño de la ayuda es limitado. Por ejemplo, el tipo de financiación que estoy consiguiendo ahora de fondos públicos es similar, en cantidad, a lo que conseguía hace veinte años. Lo que puedo hacer con ese dinero ahora y hace veinte años es distinto.

Pero lo más grave es que esos recortes están afectando a una generación que tiene que ir incorporándose, la generación de los que han hecho lo que les dijimos que había que hacer: estudiar una licenciatura, un doctorado, un posdoctorado en otros país de tres, cuatro o siete años, para luego volver a España. Esa fase de vuelta a España y establecer su grupo es la que ha caído en picado. No hay renovación. Los grupos sólidos continúan viviendo pero no hay incorporación. El último fichaje que hizo este centro fue el de Benoit Gauthier, hace casi diez años.

Cuando habla usted de heroicidad, ¿se refiere a su ámbito en particular o a todo el mundo científico?

En general a toda la ciencia, tanto de las ciencias físicas, matemáticas, como las humanísticas. La caída ha sido brutal. Hacer ciencia en España se ha convertido en una heroicidad. De hecho, aunque yo no era entonces ministro, el presidente Zapatero me preguntó qué podía hacer por la ciencia y yo le dije que duplicara el presupuesto público. Cumplió. Pero eso no vino acompañado del crecimiento en paralelo del presupuesto privado. Tenemos un enorme defecto en nuestro sistema de ciencia y tecnología y es que el sector privado no apuesta por la investigación o la capacidad de innovación de nuestros científicos. Apuestan por otras cosas, por hacer carreteras, por el ladrillo... por otros sectores. Por en el sector de la ciencia no tenemos una tradición.

¿Eso al final que supone?

Que no conseguimos salir de ese 1% del PIB en I+D. Deberíamos estar en un 3% si quisiéramos ser un poco más competitivos. Ahora competimos muy mal. En cualquier área. Biomedicina es la más visible porque los problemas médicos (diabetes, cáncer, corazón) son muy claros. Pero en la ciencia no funciona solo un área. Es toda la ciencia. Todo es ciencia.

¿Cómo calificaría la situación actual de la sanidad pública en España?

Heroica. Todos los profesionales sanitarios se merecen un gran homenaje. Tenemos una sanidad pública que hace mucho más por nosotros que lo que nosotros hacemos  por la sanidad pública. Como ciudadanos, no estamos apostando por la sanidad pública, porque votamos a partidos que no apoyan esa apuesta. Eso tiene un coste, un riesgo. Tú puedes tener a un profesional sanitario con una retribución baja durante un periodo de tiempo, pero no para siempre. Una parte del éxito de la sanidad pública es que tenemos profesionales muy buenos que cobran muy poco. Con una inversión baja, tenemos unos resultados muy buenos.

Pero la ciudadanía sí que está protestando por lo que considera un deterioro del sistema, ¿no cree?

La gente protesta y es razonable. Las listas de espera, las urgencias, etc, afectan a la práctica médica, pero no sé si se dan cuenta del riesgo que tiene el sistema. La sostenibilidad de un sistema tiene que ver con el compromiso con el sistema. Y a mí me preocupa que nuestros hijos no tengan una sanidad pública tan buena como la que nosotros hemos tenido. Le estamos pasando la deuda, la hipoteca.

¿Cómo podríamos cambiar eso?

Yo creo que una buena cosa es que los fondos de sanidad fueran finalistas. Me empeñé bastante en ello en mi etapa de ministro, conseguí el compromiso del presidente, pero las autonomías no quisieron. Eso es quitarle poder a la autonomía. Yo me molesté bastante con los consejeros, que me pedían más dinero y tenían razón, pero el asunto se quedó ahí, cuando ellos tuvieron que conseguir el permiso de sus presidentes y sus consejeros económicos. Y eso no está resuelto. Cada autonomía tiene sus perfiles y sus capacidades, pero podríamos llegar a un mínimo por ley para gastar en sanidad por cada uno de los ciudadanos. Hace 30 años el problema era que no teníamos hospitales, pero el sistema ya está montado.

Con este panorama que dibuja, ¿qué cree que es más fácil en España, trabajar de médico de familia o médico investigador?

Habla con alguien que ha sido las dos cosas. Cuando acabé la carrera, me saqué una plaza de urgencias en Cullera (Valencia) que me permitía hacer guardia por las noches y experimentos por el día hasta que me fui a Alemania. La medicina es muy vocacional. Si no te gusta, no tiene sentido. No es el dinero lo que mueve ahora mismo las vocaciones médicas. Yo me he dedicado a la investigación, que es apasionante. Como catedrático de medicina regenerativa, que va a tener un lugar en la medicina del futuro, quiero contribuir con mi pequeño granito de arena.

¿Ha pensado en regresar al extranjero durante estos años de crisis?

No es que lo haya pensado, es que lo he hecho. Estuve cinco años en Singapore, yendo y viniendo, con un laboratorio. Hombre... sí que lo piensas, pero por una parte tienes un compromiso, en este caso con Andalucía, que hizo una apuesta. Y yo soy muy leal, a las instituciones y a los compromisos. Tengo un compromiso con Andalucía y yo he sido leal siempre.. De hecho, el mismo día que viene a Andalucía cerré el laboratorio de Singapore. Podría haberlo mantenido, nada lo impedía, pero trasladé aquí el esfuerzo, con más o menos éxito.

¿El éxito es lo que mueve la ciencia?

En ciencia lo que te mueve no es el éxito. Si alguien busca el dinero o los premios está equivocado. En ciencia lo más satisfactorio es el conocimiento. Es difícil de entender para quien no está en ciencia cómo se obtiene satisfacción con eso pero los que resuelven crucigramas se lo pasan bien resolviendo crucigramas. Esto es parecido pero en vez de una mañana de domingo te tiras tres años. Fíjese que cosa más interesante: poder tener una idea, diseñar un experimento y saber si la idea era o no era. Solo el método científico permite hacer eso. Es la única profesión que genera conocimiento y el conocimiento es el capital más importante que tenemos. Podríamos diseñar una moneda basada en el conocimiento, porque es el verdadero capital que aportamos los humanos.

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