“Es más probable el empoderamiento ciudadano que un cambio de rumbo en los gobiernos”
Quien quiera un nuevo modelo económico para el mundo, que levante la mano. Christian Felber (Salzburgo, 1972), profesor de Economía en la Universidad de Viena, si le llegaron a preguntar, formaría parte del 90% de los austriacos (y del 88% de alemanes) que la alzaron ante la pregunta de la fundación Bertelsmann. Y en lugar de mirar para otro lado, decidió impulsar y promover la Economía del Bien Común (EBC), una doctrina que propugna que la economía esté al servicio de la sociedad y las personas.
Justicia social, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad... Una economía basada en valores éticos que haga frente al capitalismo, a la tiranía de los mercados, al egoísmo financiero. Quizá pensó que no debiera ser tan extraño que los valores que impregan las constituciones de los países y que deberían primar siempre en las relaciones sociales también se llevaran a la economía. ¿Y si estamos ante el futuro económico mundial? Felber ha estado esta semana en los Cursos de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en el Campus de La Cartuja de Sevilla y, en un receso de su apretada agenda, atiende a eldiario.es Andalucía.
¿Qué recorrido ha tenido ya la Economía del Bien Común?
Ya llevamos cinco años de camino y estamos cuajando en las empresas y en las ciudades. 400 empresas han realizado ya nuestro Balance del Bien Común y en muchos lugares se están adoptando decisiones por los consejos municipales y se empiezan a convertir en Municipios del Bien Común.
Una capital conocida internacionalmente como Sevilla se acaba de sumar al modelo que promueve. ¿El objetivo es ir llegando cada vez a ciudades más grandes?
El convenio marco del Ayuntamiento de Sevilla es ya el próximo escalón. También estamos en los programas de gobierno de varias comunidades autónomas en Alemania, Austria, Italia y Valencia en España. Además, hemos sido invitados por gobiernos nacionales y el Parlamento europeo, y el Comité Económico y Social Europeo ha emitido un dictamen favorable. Si proyectamos este desarrollo linealmente, serán miles o decenas de miles de empresas las que harán el Balance del Bien Común y serán cada vez más los municipios que darán prioridad en la contratación pública a empresas con ese balance y buenos resultados.
Y a medio y a largo plazo, ¿qué objetivos se plantean?
Los primeros bancos van a conceder créditos de acuerdo con los resultados de los dictámenes del bien común, de las inversiones para las cuales se solicita financiación, y a lo mejor el primer gobierno nacional va a implementar una ley a favor de la Economía del Bien Común. Eso a medio plazo. Y a largo plazo yo creo que es posible que alguna que otra Constitución se reformará y se redactará por las personas, tal y como tuvo lugar en Islandia, aunque sin éxito. ¿Por qué no va a ocurrir en otros países con éxito teniendo ahora la teoría de la democracia soberana, que no es un incidente excepcional sino una nueva regla que se propone para la génesis de las constituciones?
¿Cree que el capitalismo está cada vez más fuerte o muestra algún síntoma de debilidad?
El poder formal sigue en aumento todavía pero la autoridad natural, o sea, el reconocimiento y el elogio del capitalismo, van en declive. Eso nos conducirá a un punto de inflexión donde las alternativas que ya existen irán creciendo hasta lograr relevancia. Un detalle pequeño pero muy significativo es el siguiente: nosotros queremos fundar una federación internacional y la persona que asumirá esa responsabilidad es una abogada que, hasta agosto, trabajaba para una transnacional como experta de Derecho y ahora trabaja para la Economía del Bien Común de forma voluntaria. Es un ejemplo de que muchas personas ya no encuentran sentido en sus trabajos altamente remunerados, socialmente seguros, dentro del capitalismo.
¿Qué cuestiones del sistema económico actual pueden ir integrándose en la Economía del Bien Común?
Todos. Hay leyes que procuran un mínimo de justicia social, otras que viven la solidaridad, aunque no en grado suficiente, y otras que protegen el medio ambiente, pero no en grado suficiente. Ese es el problema. Esas leyes están en conflicto con los objetivos del capitalismo, la maximización de los objetivos financieros y el poder de los propietarios del capital. Entonces pierde la solidaridad, pierde la justicia social, pierde la democracia. El fundamento está pero tendría que reforzarse con otro orden legal para la economía y el sistema financiero.
¿Qué opinan las empresas del actual sistema económico?
La mayoría de las empresas están aspirando en mayor o menor grado a esos valores fundamentales, y muchas pymes o empresas familiares se autoconsideran no capitalistas. Piensan que el dinero es importante y sin él no podemos vivir, pero no es lo definitivo en la empresa. Luego, las reglas de juego benefician a los capitalistas frente a estos empresarios que darían la bienvenida a otro orden legal para la economía que favorezca a las empresas éticas frente a las capitalistas.
¿Ve a España con posiblidades de sumarse a la Economía del Bien Común?
En España hay una tradición muy fuerte de la economía social y solidaria, el cooperativismo, cajas de ahorro (aunque queden dos),... Tiene un fundamento muy amplio, rico y diverso, que es un excelente punto de partida para una Economía del Bien Común de mayor envergadura. Por otra parte, ese lugar está totalmente ocupado por algunas transnacionales muy agresivas, desde El Corte Inglés al Banco Santander, que impiden una generalización de estas economías éticas que yo estoy convencido que están apoyadas por la mayoría de la población. Así que las precondiciones están pero las condiciones directas lo dificultan enormemente, empezando por la concentración del poder económico que está corrompiendo los gobiernos y parlamentos, hasta el hecho de que un gobierno pueda cambiar la Constitución hacia la austeridad sin estar en las manos de los ciudadanos, quienes nunca jamás tomarían una decisión así.
¿Tienen que cambiar los gobiernos o los ciudadanos?
La democracia actual es exclusivamente indirecta y no directa ni soberana. Eso es una dificultad enorme. Para una generalización de una Economía del Bien Común existe una baja probabilidad de que haya un cambio de rumbo en todos los gobiernos semejante a la posguerra. Entonces podría implementarse una Economía del Bien Común, de arriba a abajo. Pero más probable es el autoempoderamiento ciudadano que un cambio de rumbo de los gobiernos. Es más probable que los ciudadanos luchen por una democracia soberana para que ellos mismos puedam tomar las decisiones de reformar la Constitución y definir las pautas de la economía. Ambas opciones son extremadamente difíciles y ambiciosas pero no nos queda otra que al menos intentar una.