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En España un “milagro Mamdani” no nos caerá del cielo
Resulta que cuando el mundo va en caída libre hacia la noche autoritaria, cuando el auge neofascista se anuncia imparable, cuando se repite y analiza que la juventud se hace más y más de ultraderecha, en el corazón del imperio ultracapitalista, Nueva York, ha ganado la alcaldía un joven de 34 años, inmigrante de padre ugandés y madre india que solo hace 8 años que goza de ciudadanía estadounidense y que, en plena era del ultraderechista Trump, se proclama “socialista”. Una palabra e ideología hasta ahora considerada tabú en la política norteamericana, pecado castigado con el desprecio y la irrelevancia por el sistema, los medios de comunicación y la gente, el electorado.
Zohran Mamdani no se ha arrugado, ha proclamado y explicado que cree en trabajar por la justicia social redistribuyendo la riqueza a base de aumentar los impuestos a los ricos para poder limitar el precio de la vivienda y que la población trabajadora tenga techo digno en la ciudad de los rascacielos así como para poner en marcha autobuses y guarderías gratuitos. Ha ofrecido un pacto a la mayoría social para mejorar sus vidas y cuidarles, algo pragmático.
Pero también ha defendido con convicción el valor universal de cada ser humano por serlo, con independencia de su país de origen, su color, género, identidad sexual o creencias religiosas. Y resulta que la mayoría ganadora ha apoyado con pasión esa defensa de los derechos humanos, horrorizada con el genocidio en Palestina y con la persecución, torturas y deportaciones de los inmigrantes.
“¿Qué hacer frente al avance neofascista global?”, nos preguntamos los demócratas del mundo desde que los neofachas irrumpieron en el panorama. La senda está clara visto que las derechas y socialdemocracias que les copian el racismo y la islamofobia solo les engordan y aúpan al poder: hay que desenmascararles con valentía.
Y no solo defender democracia y derechos humanos sino remangarse y trabajar por reforzarlos y ampliarlos. En profundidad y extensión. Derecho real a la vivienda, a trabajos con sueldos dignos y horarios sanos, a grandes colegios, institutos y universidades públicos y sistemas sanitarios que nos cuiden y salven. Aquí, en nuestro país y continente, y con vocación universal. Porque la justicia Norte-Sur, global, no es naif. Lo ingenuo es pensar que si seguimos dejando que el ultracapitalismo expolie y devore a nuestras hermanas y hermanos sureños, como carne pisoteable, aplastable, va a tener miramientos con nosotros, las y los trabajadores del norte.
Debemos unirnos la población global pro democracia frente a las élites avaras y autoritarias. ¿Por qué no rescatar La Internacional ahora que la industria cultural pone de moda algo tan pasado como las monjas de toca, en vez de visibilizar a las monjas sin velo, defensoras de inmigrantes, como las de la asociación Elín en Ceuta?
Debemos unirnos las sociedades civiles amantes de la democracia frente a las élites avariciosas y autoritarias. Había una canción, ¿cómo era? Ah, sí, La Internacional. ¿Os suena? Igual nos la podíamos refrescar ahora que se empeñan en poner de moda por tierra mar y aire algo tan pasado como las monjas de toca.
¡Que se haga propaganda de la naftalina y no le dé a nadie por crear pelis y discos sobre esos curas sin sotana y religiosas sin velo, solidarios y reivindicativos, que alivian el sufrimiento de los inmigrantes en frontera, como los del Servicio Jesuita a Migrantes o la hermana Paula Domingo y las carmelitas vedrunas de Elín en Ceuta! ¡Que no llamen la atención los religiosos que ponen en cuestión el cristianismo de mera cáscara que ignora y desprecia las encíclicas Rerum Novarum de Leon XIII (1891) sobre los obreros, o la de El Progreso de los Pueblos de Pablo VI (1967) sobre quienes huyen del hambre, miserias y enfermedades o el Evangelio Mateo 25 donde Jesús recrimina: “Tuve hambre y no me disteis de comer, sed y no me disteis de beber, era inmigrante y no me acogisteis... Así actuasteis conmigo cuando lo hicisteis con vuestros hermanos”!
Exportar la esperanza Mamdani
Para que la esperanza progresista que Zohran Mamdani ha encarnado desde Nueva York esta semana pueda sernos de alguna utilidad práctica en España no debemos engañarnos. Todo lo socialista, inmigrante, musulmán y joven que se quiera, Mamdani no ha ganado por ello ni por arte de magia. Para empezar, ha creído tanto en sus principios como para considerarlos deseables por la mayoría social y, acto seguido, el colectivo que él lidera, con las capacidades que su educación familiar y académica han desarrollado, ha puesto en marcha un trabajo serio, organizado y estratégico, con el que primero ha atraído y movilizado a más de 100.000 voluntarios y luego a más del 50% del electorado.
En España, cada día que pasa, se nos pone más difícil hasta a los progresistas más inasequibles al desaliento, creer que vaya a dar tiempo a reconquistar a votantes bastantes como para que las izquierdas recuperen los gobiernos autonómicos y revaliden y consoliden el actual ejecutivo progresista estatal.
Las elecciones extremeñas para el 21 de diciembre ya han cogido a traspié a las izquierdas, la dimisión de Mazón en Valencia deja en manos de Vox su sucesión o una nueva votación, las elecciones en Castilla y León se prevén para marzo aunque se podrían adelantar si, dado el obstruccionismo anunciado por Junts el presidente Sánchez anticipa las generales y en Andalucía todo presagiaba que Bonilla barrería en comicios primaverales hasta que su desastre con las mamografías le aconseja posponer la cita electoral a junio y porque no puede ir más allá.
La izquierda de los cuidados, cuídese
Pese a lo cerca que está ya la hora de decidir, no se advierte una postura decidida y atrayente ni en el PSOE, que en Extremadura mantiene como cabeza de cartel a una figura tan quemada como Miguel Ángel Gallardo ni en Andalucía, que sigue esperando una presencia mucho más constante y visible de la candidata a presidir la Junta, María Jesús Montero, ni, mucho menos en el mosaico de partidos de izquierda a su izquierda.
El líder de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, anunció este jueves que van a acelerar los procesos para una “candidatura unitaria” a las generales, leyendo bien, pienso, tanto el decisivo momento de amenaza fascista a las democracias como el anhelo de las y los simpatizantes de izquierdas. Pero se da por supuesto que Podemos concurrirá con Irene Montero y lista propia y, en el plano autonómico, pese a un entendimiento mejor entre IU y Podemos, tampoco se garantiza la unidad, sobre todo al entrar en la ecuación Movimiento Sumar. Por no hablar de que en tierras como la andaluza van a presentarse más partidos de izquierda como Adelante Andalucía.
Si los progresistas somos incapaces de gestionar con armonía nuestras diferencias para mejorar la realidad social y no damos ejemplo de poner los cuidados en el centro sino que actuamos a cara de perro, no tendremos credibilidad ni apoyo social.
Si las y los demócratas que decimos amar la democracia por ser el mejor sistema de gestión pacífica de las diferencias somos incapaces de consensos básicos ni siquiera entre grupos con programas políticos progresistas, si quienes decimos anhelar políticas que transformen la realidad poniendo los cuidados en el centro nos lanzamos unas contra otros a cara de perro por todas y cada una de nuestras legítimas diferencias, no vamos a convencer a ni uno solo más de los ya convencidos, que somos insuficientes, de que la izquierda puede ganar y, más difícil aún, trabajar luego bien avenida para gobernar y cuidar de los demás.
Lo escribo y lo repito y no me canso. Porque cada día es uno menos para lograrlo, pero aún estamos a tiempo. Y si pese al negacionismo climático y negligencias homicidas en la dana de Valencia, pese al abandono del monte y los destructivos incendios castellanoleoneses, pese a las privatizaciones y pésima gestión de los cribados de cáncer y del sistema de salud que están constando tanto sufrimiento y vidas en Andalucía, pese a las masivas movilizaciones sociales contra estos horrores y contra la turistificación salvaje y la avaricia inmobiliaria que deja sin casa a tantos, muchos jóvenes, y el genocidio palestino… al final Vox capitaliza el descontento para gobernar con un PP aún más radicalizado, habrá responsables concretos del desastre. Imperdonables. Ojalá no sea el caso. Adelante con lucidez y talento.
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