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¿Qué será lo próximo, “feminazi”?
Confieso que me resulta descorazonador escuchar a la consejera de Igualdad de Andalucía hablar de “chiringuitos de género”. Ha bastado un ademán de Vox respecto al bloqueo del presupuesto de la Junta —cuyos votos son indispensables— para que la hipotética guardiana de las políticas públicas sobre mujer abrace códigos machistas, y recite de corrido el compendio de conceptos furiosamente sexistas acuñados por la extrema derecha. La sensación de derrota es inevitable. En sólo unos minutos, Rocío Ruiz, que así se llama la titular —a la sazón, de Ciudadanos—, ha hecho crujir años y años de esfuerzos para que las administraciones se impliquen en el combate de la discriminación y su vertiente más extrema, que es el terror del maltrato y la muerte.
Pero no sólo; también ha golpeado el ahínco laborioso de expertos de todo tipo: juristas, sociólogos, historiadores, psicólogos, policías. Con un par de frases, Ruiz ha puesto en jaque el concienzudo trabajo de todos ellos. Porque no es lo mismo que las despreciativas expresiones sobre las áreas que dirige salgan de su boca que de la de un diputado cualquiera. Incluso si es el consejero de Presidencia (Elías Bendodo) quien las repite, ya que se le supone presto a maniobrar lo que haga falta para evitar que se le disloque su Gobierno de tres patas. Llegados a este punto, mi pregunta es: ¿cree la consejera Ruiz en lo que hace? ¿Sabe algo de lo que maneja? De momento, es evidente que carece de la sensibilidad mínima para calibrar el impacto que significa que quien es depositaria de la encomienda de velar por la igualdad desde la órbita pública exhiba una mirada manchada de sexismo. Como si tal cosa.
Lo más frustrante es que se veía venir, después de que este departamento se prestarse diligentemente a carcomer la credibilidad de las unidades de violencia de género e inocular el temor a sus trabajadores, con la polémica irrelevante sobre la obligatoriedad de la colegiación. Un debate accesorio espoleado por el líder andaluz de Vox, el diputado Francisco Serrano, que curiosamente cuenta con un bufete que lleva estos casos y ha sido agraciado con la calificación de compatible por la nueva mayoría del Parlamento autonómico. Mientras nos estremecemos casi a diario con la cosecha atroz de mujeres asesinadas a manos de sus parejas y exparejas, el habilidoso Serrano, un juez que fue inhabilitado temporalmente por prevaricación, se pasea con una estadística fantasiosa de factura propia que niega la existencia de la violencia machista, lo que a la altura de la gravedad que alcanza esta pandemia adquiere sencillamente la categoría de infamia.
Al parecer, fue de este diputado, durante una comisión en la Cámara andaluza días atrás, de quien recogió la consejera Ruiz la terminología despectiva con la que se ha despachado. “Lo que Vox reclama, así lo entendí yo, es que no haya chiringuitos políticos pagados con dinero público, en palabras del señor Serrano”, ha explicado ella misma, al tiempo que mostraba su disposición a colaborar. La verdad es que de la farragosa exposición del dirigente ultra, una vez escuchada, lo único que se saca en claro es su obsesión antifeminista y que cada vez que se refiere a la “perspectiva de género” es como se invocara al maligno.
La dependencia del Gobierno andaluz de la extrema derecha abre tinieblas pavorosas. Antes de que se presentara la enmienda a la totalidad al presupuesto —que siempre se podría retirar, por cierto—, los consejeros de Igualdad y de Presidencia ya han claudicado y asumido sin aversión alguna el lenguaje desdeñoso patentado por Vox hacia las políticas de mujer. Y lo que es aún peor: en cierto modo, también han incorporado parte de su ideario al demonizar lo “ideológico”, como si tener conciencia política fuera un baldón vergonzante y un impedimento para trabajar con solvencia y conocimiento en este área.
¿Van a ceder y acabar por llamar a la igualdad entre hombres y mujeres y de orientación sexual “ideología de género”? No les falta mucho. Se empieza apelando a la transparencia y la regeneración, y se termina llamando “chiringuitos ideológicos” a las políticas de igualdad de género de la Junta de Andalucía. La extrema derecha andaluza ha ido atesorando una cantidad abultada de barbaridades en su corta trayectoria parlamentaria, tales como que los rescates a inmigrantes náufragos de Salvamento Marítimo son servicios de taxis, o que quienes quieren recuperar los restos de sus familiares dispersos en cunetas son “buscahuesos”. Por no hablar del adoctrinamiento sexual que el avieso Serrano es capaz de detectar en las escuelas públicas. La lista da para mucho más. La cuestión es hasta dónde están dispuestos a derrapar Ciudadanos y PP. Si sus socios siguen apretando, ¿qué será lo próximo, “feminazi”?