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El voto electrónico se hace realidad por primera vez en la universidad andaluza

Los estudiantes tendrán la oportunidad de utilizar el voto electrónico

Alejandro Ávila

Desde el aula de alguna recóndita universidad escandinava, su hogar familiar en la sierra de Cádiz o, por supuesto, la biblioteca de la Pablo de Olavide… estén donde estén, los estudiantes de la UPO podrán elegir mediante voto electrónico a su máximo representante entre el 11 y el 13 de marzo. El sistema electoral, que hasta ahora no había sido de sufragio universal, permitirá que los alumnos voten a través de su móvil, ordenador o tableta electrónica, por primera vez en la historia de las universidades andaluzas.

A las elecciones concurrirán dos candidatos, dos estudiantes de grado de la propia universidad, Ignacio Hernández, que estudia derecho y ciencias políticas, y Javier Millán, que es alumno de derecho. Hernández no duda en calificar de “momento histórico” que sus compañeros vayan a elegir al delegado general de “forma directa y telemática, en un ejercicio de democracia 4.0”. Millán, por su parte, considera que su universidad ha hecho una apuesta por la “modernidad”, que va a fomentar la participación y la cultura democrática entre los estudiantes.

En este sentido, Hernández, que tiene un amplio bagaje como representante de alumnos, cree que es importante “arrancar a la gente del hastío y la pasividad. Nuestra opinión cuenta, porque nosotros también somos comunidad universitaria. Está muy bien quejarte en la cafetería o el césped, pero hay sitios donde se buscan soluciones a nuestras quejas”.

Ambos candidatos insisten en la necesidad de escuchar a sus compañeros y atender sus demandas de una manera pragmática. Millán defiende que hay que manifestarse en la calle para lograr objetivos, pero que también “hay que hacer cosas prácticas y útiles que les gusten a los alumnos, porque son las que les importan” y hace referencia a pequeñas mejoras en las infraestructuras del centro educativo, como la ampliación del acceso a la red wi-fi, la escasez de copisterías (solo hay una) o la ausencia de enchufes en las aulas donde los alumnos puedan conectar sus portátiles.

Ignacio tira de experiencia y conocimientos políticos para hablar de su propuesta electoral, que también se basa en las bondades de la red de redes. “Aprovechando las nuevas tecnologías y las ideas de ‘open government’, hemos hecho un programa electoral donde se han colgado una serie de propuestas para votar, comentar y que la gente pueda añadir sus propias propuestas”, asegura. Según él, la clave está en “la cogobernanza. Hay que dar solución a los problemas de cara a los próximos dos años con una idea muy clara: una universidad publica para todos y para todas. El respaldo tiene que ser lo suficientemente grande para que esa persona pueda sentarse en una mesa con otras personas y tener una legitimidad. Que pueda decir que no estoy aquí por fruto del sectarismo o el pasotismo de mis compañeros, sino porque se han tomado la molestia de votarme para que haga a, b y c”.

A nivel general, los recortes en educación son su mayor preocupación. Para Javier Millán, “las cosas se podrían haber hecho de otra manera. No entiendo que se puedan subir tanto las tasas y se recorten tanto las becas”. Hernández, por su parte, no duda en calificar de “deriva” la política universitaria llevada a cabo en los últimos tiempos desde el Ministerio de Educación. “Se trata de un ataque tan frontal a la educación, que no cabe duda de que no es fruto de la coyuntura económica, sino de un planteamiento ideológico de reducción de la democracia universitaria y de elitización”, denuncia.

Consciente de la tarea que les queda por delante tras el 13 de marzo, Ignacio Fernández concluye: “Sabemos que en dos años no vamos a cambiar el mundo… pero queremos aportar nuestro grano de arena”.

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