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La EPA de una generación perdida

Rafael Herrera, de Sevilla y de 29 años, se busca la vida en los Emiratos Árabes.

Alejandro Ávila

Rafael Herrera está al otro lado de la pantalla del ordenador, en algún lugar a orillas del Golfo Pérsico. Con tan sólo 29 años, se ha convertido en directivo de Fox International Channels en Oriente Medio. Forma parte de esa diáspora que ha ido abandonando, como un goteo, año tras año, las cifras de afiliación al paro en Andalucía. Simplemente no está en España. En su caso ha tenido que emigrar a Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes, tras seis años trabajando para La Sexta en España. “Hablo con mi padre y me dice que estoy mejor aquí, que allí se están riendo en nuestra cara. Yo le recomiendo a la gente que se vaya, no nos podemos quedar en casa con 29 años viendo cómo se van nuestros mejores años”, asevera.

Él no forma parte de los 399.200 andaluces con menos de 30 años que no tienen empleo, ni tampoco de los 384.700 que sí lo tienen. No pertenece ni al 51% de desempleados ni al 49% con empleo. Ha desaparecido de las listas del Instituto Nacional de Estadística.

Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que a lo largo de 2013 se han creado 3.900 puestos de trabajo para los menores de 30 años en Andalucía. Pocos empleos, que han crecido a costa de contratos temporales y a tiempo parcial, tal y como denuncian los expertos. Pese a que se han creado tan sólo 3.900 empleos, por primera vez en seis años, el desempleo ha caído y hay 45.900 jóvenes menos en paro.

¿Dónde están los 42.000 jóvenes restantes? “En su casa, estudiando o fuera de Andalucía. Se han ido fuera de la población activa. El paro no ha subido porque se haya creado empleo, sino porque muchos jóvenes han dejado de buscarlo. 42.000 jóvenes han abandonado. Es un 5%. Una cifra muy alta”, se lamenta Ignacio García Pérez, director de la Cátedra BBVA de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.

Elisabeth García, secretaria de Juventud de CCOO-A, afirma, por su parte, que “ninguna sociedad se puede permitir tener una joven tan amplia y preparada y que ese potencial se esté perdiendo”. Ese es el caso de Paula Cabrera, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, de 28 años. Su historia es la historia de la crisis en nuestro país. “Me licencié en 2008, encontré trabajo como diseñadora gráfica muy pronto, pero me duró muy poco: la empresa se fue al garete y empezaron a despedir a gente. Fui la última que entré y la primera que me fui, así que llevo desde 2009 sin trabajar en serio: con nómina y de lo mío”.

Precisamente ese es uno de los mayores problemas del desempleo en Andalucía y en España, según el profesor García Pérez: el paro de larga duración. “Es lo más difícil de resolver: alguien que lleva sin trabajar un año o dos ha perdido destrezas o compite con los que acaban de dejar su empleo y que les interesan más a las empresas”.

Con la falta de oportunidades, muchos jóvenes optan por seguir formándose. Las estadísticas indican que a más formación, más opciones de éxito en el mercado laboral. “Las personas que está muy cualificadas sigue accediendo a la formación porque cada vez se piden más requisitos”, afirma Elisabeth García.

Un máster para acceder a las oposiciones a docente, un ciclo superior de fotografía, otro curso de fotografía y ahora un ciclo de serigrafía en la escuela de arte. Ese ha sido el largo proceso de reciclaje al que se ha sometido Paula Cabrera desde hace cinco años. ¿Se ha planteado marcharse al extranjero? “La mayoría de mis amigos están fuera y es algo que llevo mucho tiempo pensando. Parece la única opción. No hay nada, es desesperante, pero soy de las que me resisto, porque tengo proyectos que quiero desarrollar, emprender e intentar aquí. Tengo muchos amigos que están fuera trabajando en bares por necesidad y deseando volver. Yo no quiero eso”.

Es el caso de Jaime Iglesias, “un valiente, que está trabajando en Londres más horas que el sol”, como dice Trini Márquez, compañera de Ciencias Ambientales en la UPO, y que no tarda en hacerle a este diario una larga lista de amigos y compañeros que se encuentran dispersos casi por los cinco continentes. Terminó sus estudios el año pasado y se fue de España “porque era muy difícil encontrar trabajo en mi área de estudios. Pensé que ahora que estaba la cosa tan parada, era un buen momento para irme a aprender idiomas y volver en unos años con algo más de preparación”. Pese a que no estaba desempleado y trabajaba en una tienda, pensó que podía hacer lo mismo en Inglaterra y encima aprender inglés. Ha terminando trabajando en varios bares a la vez. “No me gusta trabajar de camarero, pero lo veo como un trampolín para aprender inglés y seguir buscando trabajo relacionado con mi campo”.

La palanca de los idiomas

Elena Vázquez es otra de esas jóvenes que se encuentran fuera del país. Domina varias lenguas, como el inglés o el alemán. Tras terminar su segunda carrera, traducción e interpretación, en 2011 y recorrerse medio mundo gracias a varias becas (suroeste de Alemania, Lima, Hamburgo, Nueva Zelanda…), una erasmus práctica en una agencia de traducción alemana le abrió las puertas a su primer contrato. “El idioma es muy importante para competir en las mismas condiciones que los demás. De hecho, conozco a muchos ingenieros españoles que han venido a Hamburgo, que creían que iban a tener un trabajo maravilloso a pesar de no saber alemán y no han encontrado nada”, cuenta.

Pese a que le queda un año de contrato, la joven traductora abandona su empleo actual en cuatro semanas, porque aspira a encontrar un empleo mejor en Alemania. ¿Piensa volver? “Quiero volver, lo que no quiero es que me exploten. Cuando encuentre trabajo en Andalucía, volveré más feliz que nadie. Lo que no voy a hacer es trabajar 40 horas a la semana por 600 euros. Si mi país no me da la oportunidad de pagar los impuestos allí, los tendré que pagar aquí… qué le vamos a hacer”.

¿Estamos ante una generación perdida o desperdiciada? La secretaria de Juventud de CCOO-A, admite que no le gusta el término generación perdida. “Es una generación que hay que aprovecharla. Las herramientas no la tiene la gente. La gente no está en su casa esperando, está buscando. La administración tiene que tomar la responsabilidad para generar ese empleo y que sea de calidad”, subraya.

Emigrar, trabajar en un empleo para el que están sobrecualificados o emprender… esas parecen ser, en resumen, las salidas para ese 51% de jóvenes andaluces que seis años después del comienzo de la crisis continúan sin trabajo.

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