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Grandes, permeables y con problemas de personal: las residencias de mayores de Andalucía tratan de transformarse para evitar el coronavirus

Exterior de una residencia

Néstor Cenizo

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Cada infección por coronavirus en una residencia de mayores es un potencial brote explosivo, con muy posibles resultados de muerte. Lo sabe el Gobierno, que ahora se afana en que las residencias ofrezcan información “veraz y ajustada” (según una Orden del Ministerio de Sanidad publicada el lunes), la Fiscalía General del Estado (que investigará el hallazgo de cadáveres en residencias) y los propios responsables de estos centros, que aseguran que están extremando las medidas de prevención y detección.

“El secreto está en adelantarse a todo, no hay otra fórmula”, opina Inmaculada Duarte, directora de la Edad de Oro, una pequeña residencia privada para 22 personas en Málaga. Pese a ello, siguen produciéndose brotes muy dolorosos, al menos tres de ellos en Andalucía. El de Alcalá del Valle, el de La Zubia (Granada) y, según han adelantado este jueves medios locales, en Cájar (Granada), donde han fallecido diez personas hasta este jueves a mediodía. 

Las residencias son espacios propicios para que el Covid19 cause estragos. Concentran en pocos metros cuadrados a personas especialmente vulnerables, que en muchas ocasiones sufren patologías previas, y comparten comedor, televisión y juegos de cartas. Además, hasta hace no demasiados días eran centros permeables a las visitas exteriores. Y, por si fuera poco, en algunos de ellos se acusa una falta de personal, acentuada donde se han producido contagios entre trabajadores. Muchas no cuentan con médico propio, sino que este es compartido entre varios centros. 

Cada uno de esos factores (concentración, edad, patologías, contacto interno y contacto externo) añade un puñado de pólvora lista para explotar si prende la mecha del primer contagio. El caso de la residencia de Alcalá del Valle, denunciado al borde de las lágrimas por su alcalde, es un ejemplo: 38 de 42 residentes y 20 trabajadores han contraído el virus.

La Junta de Andalucía, por boca de su consejero de Salud Jesús Aguirre, insistió el martes en que la mayoría de quienes están en alguna de las 700 residencias andaluzas (unas 45.000 personas, según el gobierno autonómico) se encuentran en un “entorno sin problema sanitario”. La Junta de Andalucía no informa de cuántos fallecimientos se han producido en estos centros y, desde este martes, tampoco informa de la edad de los fallecidos. La orden ministerial de este martes también autoriza a las comunidades autónomas a convertir estos centros en espacio de uso sanitario.

Vulnerables al virus y en lo anímico

En algunas residencias se ha actuado tarde, y la Fiscalía investigará si en algunas también se actuó negligentemente. Pero desde el sector se insiste en que muchas se adelantaron a las instrucciones del propio gobierno. Inmaculada Duarte asegura que su centro adoptó las primeras medidas diez días antes de la declaración del estado de alarma.

Agruparon pedidos, sobre todo de guantes y de gel hidroalcohólico, que pasaron a adquirir en garrafas de cinco litros. Así redujeron el riesgo de contacto con los proveedores. También limitaron las visitas: aunque no se podían prohibir, pidieron aviso previo, DNI y sólo visitas individuales. “A algunos familiares les costó asimilarlo, pero nos hicieron caso”.

Esas visitas quedaron totalmente prohibidas con el decreto de alarma. Ahora, esa falta de contacto para muchos mayores es un shock brutal. Por eso, están organizando vídeollamadas y ha habido algún encuentro fugaz y lejano: desde el balcón a la calle.

Se trata de personas vulnerables al virus, pero también en lo anímico. Por eso, Duarte explica que desde el jueves han sustituido las noticias por documentales y películas, y que incluso han celebrado un cumpleaños. “Lo principal es evadirlos de la realidad, que no pierdan el vínculo y que no se sientan desprotegidos”.

Estos días el médico de la Edad de Oro se afana por detectar síntomas del coronavirus. Si por ejemplo encontrara fiebre de 38 grados, explica Duarte, se activaría un protocolo: segunda toma de temperatura una hora después y llamada automática a un teléfono de la Junta de Andalucía. Según asegura Duarte, este mismo martes una empresa autorizada ha desinfectado el centro “por prevención”. En Málaga, la UME desinfectó este martes tres grandes residencias privadas, según informó el Ayuntamiento.

Con todo, las medidas de precaución ayudan a prevenir, pero no garantizan que no ocurra un contagio, y las medidas de detección temprana son esenciales, pero si hay transmisión asintomática podrían no ser suficientes. Y si el virus entra en un centro de este tipo, su potencial destructivo es muy alto. Duarte cree que el Gobierno debería dar la orden de trasladar a los residentes a un hospital al primer síntoma.

Más tamaño, menor capacidad de respuesta

El tamaño de una residencia es otro factor que acentúa el riesgo. Así lo admite Antonio Morales, director de operaciones de Vitalia, que ofrece unas 7.800 plazas en 55 centros en España (unas 2000 en 23 centros en Andalucía), muchas de ellas con capacidad para unas 150 personas. “Cuando tienes una residencia de doscientas personas la capacidad de aislamiento y la respuesta no es la misma que con quince residentes. No son centros para atender enfermedades infecto-contagiosas”, señala.

Esta tipología de residencias hace tiempo que genera críticas en parte del sector. “No se pueden meter doscientas personas en un sitio que no sea un hospital. En esos centros el ratio de personal está descontrolado”, explica una fuente de forma reservada. En un contexto de crisis, con posibles bajas por contagio, cuarentena o miedo, el riesgo de contar con una plantilla insuficiente se acentúa. Sin embargo, Morales niega que en Andalucía se está sufriendo escasez generalizada de personal: “Cuando se produce un positivo es cierto que el personal se asusta mucho y se producen muchas bajas, pero en Andalucía no está pasando”.

El sector ha sufrido en los últimos años un crecimiento que ha ido de la mano de una transformación profunda hacia un modelo de grandes residencias, operadas por cadenas participadas en algunos casos por fondos de capital riesgo. Algunas son simultáneamente residencia y centro de día, lo que facilita el contacto con el exterior.

Este auge está capitalizado por empresas como Orpea, Vitalia, Ballesol, Sanitas Residencial o DomusVi, que aprovechan un lucrativo negocio favorecido por el envejecimiento de la población española y el cambio en las estructuras familiares.

Cada vez viven más mayores en residencias. Según la base de datos de residencias de Envejecimiento en Red, elaborada por el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en España había 366.000 plazas en 2017 (casi 42.000 en Andalucía). Este mismo informe muestra que la mayor parte de esas plazas, 189.000 (20.440 en Andalucía), las ofrecen residencias para más de 100 personas; 105.000 plazas (11.535 en Andalucía) las ofrecen residencias de tamaño medio (entre 50 y 100 residentes), y sólo 72.000 plazas (casi 10.000 en Andalucía) corresponden a residencias para menos de 50 personas.

Dos positivos en dos grandes centros: “Lo tenemos bastante controlado”

Tanto desde DomusVi (25.000 plazas en 198 centros residenciales y de atención diurna y cuenta con 22.000 trabajadores) como desde Vitalia aseguran que aplican medidas preventivas desde hace semanas. Enviaron una carta a los familiares en la que se advertía de que la convivencia entre trabajadores y mayores “aumenta las probabilidades de contagio”, según la misiva de DomusVi. Por eso, se suspendieron las visitas y se limitaron los movimientos entre módulos.

En esa carta, la empresa informaba de que en caso de “fiebre o síntomas respiratorios agudos” se seguirían las recomendaciones de las autoridades sanitarias y, de no existir, se aislaría en habitaciones individuales a la persona sintomática. Si se agotaran las habitaciones individuales y hubiese más sintomáticos, quienes tengan “sintomatología respiratoria pero no sean sospechosos de tener el virus” se agruparán en habitaciones dobles. La empresa no desvela si se ha sufrido algún contagio en alguno de sus centros.

Antonio Morales, de Vitalia, sí admite dos positivos en dos centros diferentes de Andalucía. Al menos uno de ellos fue detectado en el hospital, al que acudió por otra patología. Según Morales, los familiares de los demás residentes están al corriente. Han aplicado un protocolo consistente en aislar al resto de usuarios de la unidad (integrada por 15 o 20 personas) en una “zona caliente” y, de momento, todos están asintomáticos. Estas “unidades de convivencia” habrían permitido sectorizar y dividir el riesgo.

“El tema lo tenemos bastante controlado”, asegura Morales, que reivindica el papel de los trabajadores: “Los héroes llevan bata blanca, pero también están en la residencia”.

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