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Hablando de memoria de orilla a orilla: “Los estados que no hacen nada son cómplices”

Un momento de la videoconferencia con la abogada argentina Ana Messuti en la pantalla.

Carmen Reina

Dos aulas de universidades separadas por casi 10.000

kilómetros se han convertido en el escenario de una experiencia única:

juristas, asociaciones de víctimas y foros por la recuperación de la memoria

histórica unidos a través de una videoconferencia internacional para tratar la

querella argentina por los crímenes franquistas, precisamente en estos días en

los que se sigue el juicio en Buenos Aires y en la Audiencia Nacional en Madrid

se toma declaración a dos presuntos torturadores.

Desde Argentina, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la

Educación de la Universidad de La Plata. Desde España, la Facultad de Derecho

de Córdoba. El título de la videoconferencia, “Memoria y justicia: la querella

argentina por crímenes franquistas“, toda una propuesta para abordar desde el

plano jurídico y social la causa abierta en Argentina.

Ana Messuti, la abogada que lleva la querella argentina, acudía

directamente desde la sala del juicio en Buenos Aires donde las víctimas prestaban

declaración por primera vez este miércoles. “A veces nos critican que hayamos

iniciado una megacausa, que hayamos abordado lo inabordable. Pero hay algo que

no se puede tolerar: la impunidad, que nadie levante una mano por los crímenes

espantosos del franquismo“, explica la abogada en una declaración de

intenciones sobre por qué desde Argentina se ha presentado esta querella.

A su juicio, se trata de “crímenes internacionales, no por

el lugar donde se produzcan, sino porque son tan graves que todos debemos estar

en su contra“, señala Messuti. Y advierte: ”Los estados que no hacen nada ante

esos crímenes se convierten en cómplices. Desde Argentina estamos ampliando una

obligación que tienen todos los estados; todos los estados podrían abrir causas“

sobre este mismo caso porque “los derechos humanos significan que el individuo

es sujeto del derecho internacional“.

Sobre el momento actual de la causa, Messuti lo definió como

“particularmente positivo” por las nuevas denuncias presentadas desde el 8 de

noviembre en el consulado argentino en Madrid y, sobre todo, por la

constatación de que “en las dos orillas del océano la Justicia funciona”,

señaló en referencia a la coincidencia en estos días de las declaraciones de

las víctimas en el juicio en Argentina y la declaración en la Audiencia

Nacional en Madrid del exinspector

Juan Antonio González Pacheco, alias “Billy el Niño”, y el exguardia civil Jesús

Muñecas Aguilar, alias “Capitán Muñecas”, por un presunto delito de torturas en

los últimos años del franquismo.

Para esta abogada, el apoyo social a esta causa “extendido

en España de una manera impresionante“ también ha tenido su reflejo en el ”apoyo

institucional“ de varios parlamentos y citaba como ejemplos el andaluz, el vasco o el catalán. Y

señala, además, la acción de los foros y asociaciones que trabajan por la

memoria democrática: “ayudan a transmitir información y a conectar a las

víctimas con los abogados“. Ayudan, en definitiva, a que una señora de 88 años ”que

no quiere morirse sin contar su historia ante un juez“, hubiera viajado desde

España hasta Argentina para declarar en el juicio este miércoles. Y es que, “l

os que saben

qué es la justicia son los que han sufrido la injustica“, concluía Messuti en

su intervención.

“Hay que combatir esa idea de que ´hay que olvidar´”

“Hay que combatir esa idea de que ´hay que olvidar´”

En el lado español de la pantalla, la abogada Cristina

Almeida e integrante de la Asociación de la Memoria Social y Democrática, decía

sentirse “emocionada por el amparo de la justicia argentina” y llamaba la

atención sobre el olvido de lo que pasó en el franquismo: “Un país que pierde

la memoria es un país que no tiene una vida que pueda reivindicar“.

Almeida reivindicaba así la lucha por la recuperación de la

memoria democrática para “hacer justicia

a quienes nos prestaron su vida y su libertad para que intentáramos recuperar

la democracia“ en España. Por eso, explica, ”hay que combatir esa idea de que

´hay que olvidar´. No, los jóvenes deben ser conscientes de que la democracia

se hace ampliándola. Y donde la justicia no quiere actuar, tiene que actuar la

s ociedad, la ciudadanía“.

También d

e este otro lado del océano, en la Facultad de Derecho de

Córdoba, daba su testimonio Alejandro Ruiz-Huerta, profesor de Derecho Constitucional y superviviente de

la masacre de los abogados de Atocha en 1977. Él preside la Fundación Abogados

de Atocha y pidió “el reconocimiento para todas las maneras de pensar sobre la

memoria democrática“ porque, en su opinión, ”la lucha por la memoria

democrática es una lucha por la dignidad de cada una de las personas de este

país“.

“El pacto del silencio en torno al franquismo no puede ser el pacto del olvido”

“El pacto del silencio en torno al franquismo no puede ser el pacto del olvido”

“Mientras haya una familia con miedo o que no pueda llorar a

sus familiares, será necesario luchar por la memoria democrática“, apuntó

Ruiz-Huerta y apostó en su intervención por “la necesidad de seguir insistiendo

en el reconocimiento de la justicia y la verdad para todos“ los que vivieron

los crímenes del franquismo.

“El pacto de silencio que hubo entorno al

franquismo no puede ser el pacto del olvido“.

Contra ese olvido, está el trabajo de las distintas

asociaciones y foros por la recuperación de la memoria histórica. Integrantes

de ellos, tanto desde Argentina como en España, fueron también protagonistas de

esta videoconferencia internacional para poner sobre la mesa sus testimonios,

las vivencias que el franquismo imprimió a sus vidas. “Por primera vez me sentí

ciudadana cuando tuve mi carné de identidad y no la tarjeta de emigrante“, cuenta

como testimonio Ana Claro, presidenta del Foro por la Memoria de Córdoba, que

vivió veinte años exiliada en distintos países europeos y su ejemplo sirvió, a

ambos lados de la viodeconferencia, para dejar traslucir la emoción de este

acto que alguien denominó “un encuentro en libertad”.

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