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IU afronta en Andalucía los efectos no deseados de la confluencia con Podemos

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Olga Granado

IU ha comenzado a movilizarse en Andalucía, donde la organización tiene su estructura más fuerte, ha conseguido su mayores cuotas de poder y no ha sufrido las bajas de otras comunidades autónomas, para contrarrestar los efectos no deseados que pueda tener la confluencia con Podemos que selló para las últimas elecciones generales bajo la marca Unidos Podemos. 

Pese a que ese pacto le valió a la coalición de izquierdas para pasar de cinco a ocho diputados, con respecto a las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, está viendo cómo sus siglas se disuelven por la voracidad de Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, coquetea ya incluso con la idea del coordinador general de IU, Alberto Garzón, como su delfín, tras haber conquistado otros activos, con el caso de Tania Sánchez como el más paradigmático.

El empeño del coordinador de IU en Andalucía, Antonio Maíllo, cuya apuesta en su día por la confluencia fue decisiva por el peso de la organización en el conjunto de la federación, es trabajar por la construcción del nuevo sujeto político que haga frente por la izquierda a los socialistas, aprovechando un contexto que creen favorable en previsión de su desgaste por permitir el Gobierno de Mariano Rajoy. Pero para ello quiere que sea “en igualdad de condiciones” con Podemos, entre otras cosas porque está convencido de que IU puede atraer en Andalucía a una gente que los de Pablo Iglesias por sí mismos no conseguirían. 

De hecho, esperan que ese nuevo sujeto político se construya con más movimientos que los captados hasta el momento, y se trata más de aprovechar la fuerza de IU para ello que de reivindicar su permanencia. No hay que olvidar que sus referentes en Andalucía no han tenido reparos en reconocer que lo importante era el proyecto y no el partido. Cuatro elementos serán fundamentales para conseguir estos objetivos.

Cuatro estrategias contra la disolución

El primero de ellos, el peso orgánico e institucional de IU en Andalucía, donde cuenta con unos 7.000 afiliados, más de 300 asambleas, 69 alcaldías -tiene presencia en 78 gobiernos locales si se suman los pactos- y grupo parlamentario propio, lo que sólo se da también en Asturias. Igualmente, la federación, donde el PCA es hegemónico, ha sufrido bajas de poco impacto que puedan relacionarse con el efecto Podemos: la más destacada, la de la Convocatoria Unitaria de Trabajadores (CUT), en febrero de 2015. La formación liderada por el exdiputado de IU Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, dejó la coalición de izquierdas si bien ha acabado por su cuenta en la confluencia y el último ha entrado en el Congreso de los Diputados de la mano de Podemos, que lo puso en la lista por Jaén. Un año después, dejó la coalición de izquierdas Iniciativa por Andalucía, con la idea de montar una versión de Compromís en el Sur, un divorcio que no ha impedido tampoco que se hayan posicionado por la confluencia. 

En segundo lugar, y relacionado con el anterior, el escaparate que les supone el Parlamento de Andalucía, donde no son Unidos Podemos, sino IU con sus cinco diputados por un lado y Podemos con sus 15 por otro. IU continuará reivindicándose con voz propia, pese a los esfuerzos del PSOE de Susana Díaz por machacarlos con que “han vendido el partido a Podemos a precio de saldo”, en el mejor de los casos, porque otras veces se logra incluso que IU quede diluida en el debate por el resto de partidos. “Parece a veces que IU no ha estado en la sesión de control”, reconoce un veterano del partido. La figura de Antonio Maíllo, uno de los diputados más valorados del Parlamento de Andalucía, es una de sus mejores armas, igual que cuando hicieron los deberes a tiempo en Andalucía -no ocurrió eso por ejemplo en el caso de Madrid- y afrontaron la renovación en 2013, cuando se convirtió en el nuevo líder con el mayor respaldo conseguido nunca en una asamblea.

En tercer lugar, será determinante el resultado de las primarias de Podemos en Andalucía, que decidirán el próximo mes de noviembre la nueva dirección, un proceso que IU observa con interés desde fuera. De momento, con el alivio de que los críticos no se hayan hecho fuertes en una única candidatura, sino que concurrirán por separado, lo que despeja el camino a la victoria para la actual secretaria general, Teresa Rodríguez. En este sentido, un triunfo de Teresa Rodríguez supone más garantía de que mantener el compromiso con la confluencia que si ganaran los errejonistas, desde el principio contrarios a esta unión.  

El cuarto elemento en esta estrategia será visibilizar el trabajo de sus representantes en el Congreso de los Diputados. Por Andalucía tiene dos diputados: Miguel Ángel Bustamante (Sevilla) y Eva García Sempere (Málaga). Lo que no está gustando en IU es que sus socios -o por lo menos eso refleja la prensa- no usan la marca Unidos Podemos cuando hablan de su trabajo en las Cortes Generales sino de “los diputados de Podemos...”. Por eso, no van a quedarse atrás y ellos también van a defender el trabajo de “los diputados de IU”. 

No en vano, la preocupación en IU por una posible absorción por parte de Podemos “antes de tiempo” -es decir, sin que se haya conformado ese sujeto político que sea más de lo que hoy representa Unidos Podemos- es real y ha puesto a los andaluces en alerta. Incluso Antonio Maíllo se lo ha trasladado a Alberto Garzón, el principal valor que tiene la coalición de izquierdas en estos momentos y que para más señas es de Málaga. En definitiva, una IU que cree haber sobrevivido al abrazo del oso por parte del PSOE, por su pacto en el Gobierno de Andalucía en la pasada legislatura, se resiste ahora a sucumbir al de Podemos.

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