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Cuando Fellini se soñó en la cocina de Picasso

N.C.

Néstor Cenizo

¿De qué hablarían Picasso y Fellini? El 22 de enero de 1962, Federico Fellini y su esposa Giulietta Masina visitaron a Picasso, con quien charlaron amistosamente en torno a una mesa de cocina. “Una enorme cocina repleta de comida, de cuadros, de colores… Hablamos toda la noche”, escribió más tarde Fellini. El director italiano escribió esto en su Libro de Sueños, un cuaderno donde plasmaba sus ensoñaciones, porque ese encuentro sólo tuvo lugar en sus sueños. Este es el punto de partida de la exposición Y Fellini soñó con Picasso, inaugurada esta semana por el Museo Picasso de Málaga, y que podrá visitarse hasta el próximo 13 de mayo.

Dos grandes cuadernos reciben al visitante de la muestra. Durante treinta años (1960-1990) Fellini plasmó en ellos sus inquietudes oníricas. Así se lo había recomendado su psicoanalista, Ernst Bernhardt, un aventajado discípulo de Jung, y en esos cuadernos hay frases, ocurrencias, dibujos con colores y formas fellinianos y cuatro referencias a Picasso, 39 años mayor que el cineasta. La primera, que hemos descrito, se completa con el recuerdo de otros dos sueños: en uno Fellini y Picasso galopan juntos y en el segundo Picasso es el hombre que nada en un mar furioso. La segunda es una anotación del 18 de enero de 1967: un sueño en el que Picasso ya es amigo de Fellini y le trata como a un igual. En 1968 el italiano plasma una falsa noticia sobre la muerte del malagueño, y en 1980, por último, escribe: “Sueño con Picasso (un poco más desmejorado, consumido, pero todavía muy vital), que me habla sin parar”.

¿De qué hablarían Picasso y Fellini? La muestra divaga sobre esta pregunta, de imposible respuesta porque, que se sepa, nunca se produjo un encuentro más allá del onírico. El diálogo es artístico, y versa sobre la antigüedad clásica, los arquetipos femeninos, el circo y los procesos creativos. En estos cuatro aspectos se centra la exposición, que ha comisariado Audrey Norcia y coproducido La Cinématèque Française.

De estos temas, el que ocupa mayor espacio (aguafuertes, esculturas, fotografías de rodaje, pinturas y demás obra gráficas) es el de la feminidad. Tanto para Picasso como para Fellini, la mujer es fuente de inspiración inagotable, y ahí están Dora Maar, Olga Koklhova, Anita Ekberg o Giulietta Masina. “No es un descubrimiento mío. La mujer es un espejo. El destinatario de nuestras proyecciones, una figura a través de la cual tratamos de comprendernos a nosotros mismos”, dijo una vez Fellini, que dedicó parte de su obra a reflejar unos arquetipos muy reconocibles: desde la “Venus intocable” de La Dolce Vita (interpretada por Anita Ekberg) a la “diosa maternal” de formas exageradamente voluptuosas que representa la estanquera de Amarcord, pasando por la idea de Roma, en la que la propia ciudad es concebida como la madre loba.

Para Juan Antonio Vigar, director del festival de cine de Málaga, Fellini es uno de los directores que mejor ha explorado la condición femenina. “Ese concepto de la mujer como madre es algo que marca a alguien sensible”, dijo Vigar durante el coloquio de presentación de la exposición, en el que también participaron Audrey Norcia, el director del Museo Picasso José Lebrero, y Gérald Morin, asistente de dirección de Fellini. El de Fellini es, según Lebrero, un universo femenino mucho más poliédrico que el de Picasso.

En todo caso, ambos tenían una forma particular de expresión. “Cada uno de ellos tiene una mirada sobre lo que existe y no sobre lo que se ve”, explicó Morin. En palabras de Vigar, Fellini construye una especie realidad recreada: “Extrae de la memoria unas imágenes y las trata con su sensibilidad, devolviéndolas al espectador a través de su espejo”. Según Audrey Norcia, esto se refleja claramente en La Dolce Vita, concebida como una serie de pinturas que tenían que “romperse y reconstruirse”.

Fellini, que decía que después de tres semanas él ya no dirigía la película sino que ésta le dirigía a él, tenía claro que el cine era, más que la narración, la imagen: “Para mí el cine es imagen y la luz es su factor fundamental. Lo he dicho muchas veces: en el cine la luz es ideología, sentimiento, color, tono, profundidad, atmósfera, narración”. En opinión de Norcia, “los dos fueron hasta el final de lo que tenían en sus entrañas, se dieron el permiso de darlo y decirlo todo, y eso hoy es excepcional. Fellini es el alter ego cinematográfico de Picasso”.

Pero aunque la muestra busca los puntos en común, hay también diferencias entre ellos. “Yo no busco, encuentro”, es una frase que se atribuye a Picasso. Fellini djo: “Yo encuentro, pero sigo buscando”. Mientras Picasso viajó por el mundo, Fellini sólo salía de Roma para acudir a algún festival. Sobre esto hay también materia para la especulación: en 1958 ambos acudieron a la misma velada del Festival de Cannes. En la película documental (dirigida por Isaki Lacuesta) que puede verse en la muestra, se explica que no hay ninguna foto de ellos juntos, ni constancia de que nadie los presentara. ¿Se encontraron? No lo sabemos. Más adelante, la película plantea una última pregunta: “¿Qué soñarían Picasso y Fellini si soñaran el mismo sueño?”.  

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