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Un paseo por la Sevilla de las hogueras de la inquisición contra los protestantes de la mano de Eva Díaz Pérez

Eva Díaz Pérez en el Castillo de San Jorge de Sevilla

Alejandro Luque

SEVILLA —

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El paseo comienza, como no podía ser de otro modo, en el Callejón de la Inquisición. Eva Díaz Pérez, periodista, escritora y actual directora del Centro Andaluz de las Letras, pasó muchas veces por este enclave trianero cuando daba forma en su cabeza a lo que sería su debut como novelista, Memoria de cenizas, que vio la luz en la Fundación José Manuel Lara. Desde aquel lanzamiento han pasado quince años y cinco novelas más, pero lo cierto es que lectores y libreros venían reclamando una reedición de esta obra que reveló a muchos algunos secretos de las actividades de la Inquisición en Sevilla.

Dicha reedición acaba de hacerse realidad de la mano del sello El Paseo, y para celebrarlo, la autora invitó a la prensa a recorrer algunos escenarios clave de aquella época “contradictoria como la propia ciudad”, explicó Díaz Pérez. “Por un lado tienes la Sevilla luminosa del XVI, la del Renacimiento, la que gracias al Descubrimiento de América vio llegar riquezas y nuevos conocimientos. Y por otro, su parte tenebrosa, la de las persecuciones y la intolerancia. Y lo curioso es que ambas coinciden en el tiempo. Esto dice mucho de la ciudad, de sus dualidades: ortodoxia y heterodoxia siempre enfrentadas”, añadió.

Tenebrosas parecían desde luego las torres del vecino Castillo de San Jorge, ante cuya maqueta se detuvo Eva Díaz Pérez para explicar cómo se distribuían las celdas, las salas de tormentos y demás dependencias de un lugar antaño de pesadilla, convertido desde hace algo más de diez años en Centro Temático de la Tolerancia. Desde allí, el grupo cruzó el puente de Triana, antiguo Puente de las Barcas, para encaminarse hacia el convento de San Pablo, donde tenían su sede los dominicos, y la Plaza de San Francisco, donde se llevaban a cabo los terribles actos de fe. “Una cruz en piedra recuerda todavía allí la costumbre, en la víspera de un acto de fe, de sacar del castillo de San Jorge una cruz verde y anunciar lo que iba a ocurrir”.

Un quemadero en el Prado

“La idea es acabar en el Prado de San Sebastián, el lugar donde estaba el quemadero de herejes. O el primero de ellos, porque hubo otro en Tablada”, prosiguió la escritora, para añadir a renglón seguido: “Hay dudas de dónde se hallaba exactamente el quemadero, hay quien piensa que era donde se levanta hoy el Casino de la Exposición, o en los terrenos del Lope de Vega, o donde está la estatua del Cid… nadie lo sabe”.  

Para Eva Díaz Pérez, la llegada de un ingente conocimiento procedente de Europa y América fue precisamente la causa “de que se diera aquí el brote de protestantismo más importante de nuestro país. El otro fue en Valladolid, el mismo que inspiró a Miguel Delibes su novela El hereje”, subrayó.

El recorrido por la Sevilla de la época hubiera merecido un apéndice en Santiponce, donde los monjes de San Isidoro del campo llegaron a practicar en secreto la reforma protestante. “Unos acabaron en la hoguera y otros repartidos por varios lugares de Europa, pero lo cierto es que propició que un personaje como Casiodoro de Reina realizara la primera traducción de la Biblia al castellano, algo prohibidísimo. El resultado fue esa obra de arte que es la Biblia del Oso”, comentó la escritora. “Imaginar a aquellos señores leyendo a Lutero y pasando de rezar a las imágenes es algo que todavía nos sorprende”.

Sin miedo a leer   

No obstante, la dimensión de aquel movimiento trasciende la simple cuestión teológica para hablarnos de un deseo de transformación mucho más profundo. “Más allá de una historia religiosa, que lo es, lo que se vive en aquella época es una aventura intelectual, la que protagonizó gente que no tenía miedo a leer lo prohibido. Esa curiosidad de los hijos del Renacimiento es la que lo revoluciona todo”, agregó Díaz Pérez.

Estas noticias del pasado fueron las que impresionaron a la joven periodista con vocación de escritora que fue tirando de un hilo apasionante. Una de sus sorpresas cuando empezó a documentarse, recuerda, fue el hecho de que la presencia de la Inquisición en Sevilla fuera “apenas una nota a pie de página” en muchos ensayos sobre la época. “Recuerdo que me sirvió mucho la Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez y Pelayo, que les da una caña brutal, pero también siente fascinación por ellos. Lo que vi claro era que se trataba de un episodio escamoteado de la Historia de España, y que la historiografía católica ha pesado mucho en ese ocultamiento”, evoca.

¿Y cómo se ha enfrentado la Eva Díaz Pérez de hoy al texto que la descubrió como escritora? “Aunque se trata de una obra primeriza, hay cosas que ahora contaría de otra forma, pero me ha gustado comprobar que guarda cierta frescura”, afirma. “Debo reconocer que de ficción tiene poco, pero los hechos que se relatan se habían ocultado durante tanto tiempo, que al final se trata de Historia novelada. Una Historia que merece seguir conociendo. Me interesa la novela histórica de la que el lector contemporáneo puede hacer lecturas actuales”.

Y la lectura actual que precisamente extrae Díaz Pérez es esa: “Lo que nos cuenta esa época es lo mal que lo pasaron algunos por su curiosidad intelectual. Es gente que lee y quiere saber, y son aniquilados por ello. Y me temo que es algo que de algún modo sigue vigente: por suerte ya no hay hogueras inquisitoriales como aquellas, pero sigue habiendo hogueras simbólicas contra la gente que quiere pensar de otra forma”, apostilla.   

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