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Moreno ofrece “una nueva etapa” en la Sanidad andaluza tras siete años en el Gobierno para capear la crisis de cribados

El presidente Juanma Moreno escucha la intervención del consejero de Sanidad, Antonio Sanz, en el pleno monográfico en el Parlamento andaluz.

Daniel Cela

Sevilla —
22 de octubre de 2025 20:49 h

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Tras dos años, seis meses y 48 vetos del Parlamento andaluz, este miércoles se ha celebrado el esperado debate monográfico sobre la sanidad propuesto por las izquierdas, marcado irremediablemente con el estigma de la crisis de los cribados de cáncer de mama que ha zamarreado al Gobierno de Juan Manuel Moreno por primera vez en siete años.

No era un debate más ni un Pleno ordinario. Tanto el Ejecutivo andaluz como los grupos de la oposición se han preparado como si fuera un Debate del estado de la comunidad autónoma, incluso como un debate electoral televisado, adelantándose unos meses a los comicios de la próxima primavera.

El protagonista y consejero de Sanidad, Antonio Sanz, se ha presentado con una batería de propuestas bajo el brazo, anunciando “una nueva etapa” en la gestión sanitaria y una “revolución digital” en el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Sanz empezó el debate tendiendo la mano a la oposición -“súmense a la nueva etapa”- y lo terminó a manotazo limpio contra la líder y candidata del PSOE en las andaluzas, a la que llamó “María Jesús Mentira”.

Todos los grupos han dado la espalda al consejero y han reaccionado entre la indignación y el estupor ante su primer discurso. “¿Una nueva etapa a siete meses de las elecciones andaluzas?”, le ha preguntado la portavoz socialista, María Márquez. “¿Ahora van a poner el cuenta kilómetros a cero, después de siete presupuestos autonómicos y cuatro años de mayoría absoluta?”, asegura la portavoz de Por Andalucía, Inmaculada Nieto.

“Ustedes no han hecho nada en siete años y quieren resolverlo todo en siete meses”, ha abundado el diputado de Vox, Manuel Gavira, que terminó su intervención con un llamamiento inusual a sumarse a la manifestación convocada el próximo domingo ante el Palacio de San Telmo, sede de la Junta, en protesta por el escándalo de los cribados.

La crisis sanitaria provocada por los diagnósticos tardíos de cáncer de mama ha desencadenado una crisis de Gobierno sin parangón y ha sacado a patadas a la política andaluza de la atonía adormecida de la mayoría absoluta del PP: la dimisión de una consejera en un Ejecutivo que hasta ayer presumía de estabilidad, el presidente pidiendo disculpas públicas y miles de mujeres manifestándose en la calle -con los pechos cortados- exigiendo su dimisión.

Sanz ha arrancado su discurso con una ofrenda de paz a la oposición, una imagen inusual en una legislatura marcada por la mayoría absoluta y el escaso margen de maniobra de los rivales de Moreno para arrugarle el traje. “Les tiendo la mano para abrir una nueva etapa en la gestión sanitaria andaluza”, ha dicho el consejero.

En los primeros 20 minutos ha desgranado un sinfín de propuestas, más millones de euros, más contratos, más estabilidad en la plantilla, “una revolución digital sin precedentes en el SAS”, más atención primaria, más puestos de difícil cobertura en zonas rurales, más infraestructuras, más tecnología... Con un nivel de detalle y lenguaje clínico tan específico sorprendente para alguien que lleva ocho días como consejero de Sanidad, y antes gestionaba los incendios, las danas y otras emergencias en Andalucía.

Un volantazo brusco en la gestión

Sanz ha dado un volantazo brusco a la política sanitaria, un viraje proporcional a la magnitud de la crisis que salpica a Moreno, casi una autoenmienda a la totalidad a la gestión de un Gobierno del PP que lleva siete años en el poder -cuatro con mayoría absoluta- y que apenas tiene siete meses para terminar la legislatura, si el presidente decide apurar hasta junio de 2026.

También ha escenificado una mutación total en la personalidad política del titular de la cartera de Sanidad: es impensable imaginar a su predecesora, la dimitida Rocío Hernández, hostigando a sus rivales a latigazos dialécticos, chascarrillos y una contraofensiva a pulmón lleno.

El consejero de Sanidad, hábil parlamentario, ha combinado las palabras “diálogo, cercanía, sensibilidad y propuestas” con un rictus de combate cuerpo a cuerpo, con un tono alto, desafiante, anticipándose a la bronca y al rechazo en bloque de toda la oposición.

“Entre una pancarta y un paciente, nos quedamos con el paciente. Entre ideología y humanidad, elegimos la humanidad”, ha concluido en su primer turno, aclamado por la bancada del PP en pie, incluido el propio Moreno, que ha asistido al Pleno ordinario -poco habitual- para arropar a su consejero, y se ha marchado en el turno de palabra de los portavoces de la oposición.

El presidente de la Junta ha seguido el debate desde su despacho y Sanz ha justificado el plantón recordando, con una foto de Susana Díaz de hace ocho años, que la expresidenta socialista hizo lo mismo en un pleno en 2017. A todos los portavoces de la oposición les ha extrañado esta respuesta, quizá al que más al líder de Adelante Andalucía, José Ignacio García, que le ha recordado que un año después de aquel debate sobre sanidad, Díaz fue a elecciones y perdió el gobierno.

Pedro Sánchez calienta el debate

El debate no ha aportado ningún dato relevante sobre el escándalo de los cribados de cáncer de mama, del que la Junta aún no ha explicado con claridad su origen ni su alcance. “¿Qué ha pasado?”, han preguntado, de distintas formas, todos los grupos de la oposición, que han exigido una comisión de investigación parlamentaria sobre los cribados y que se publiquen las listas de espera de pruebas diagnósticas, que la Junta oculta desde hace cuatro años. “¿Cuál es la dimensión real del problema? ¿Cuántas mujeres hay afectadas en realidad?” “¿Dónde viven, en qué provincias?” “¿Se han manipulado historiales clínicos?”

Sanz insiste en el relato inicial: que son 2.000 mujeres -el 90% ubicadas en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla- con un diagnóstico “sospechoso” o “no concluyente” en el primer cribado, que se enteraron con meses y años de retraso. El PP ha acusado a toda la oposición de “mentir y manipular” sobre este asunto. “¿Es mentira que han fallecido en Andalucía mujeres que recibieron tarde esas pruebas no concluyentes?”, ha repreguntado Nieto en su segunda intervención.

Este partido se ha jugado dentro y fuera del Parlamento andaluz, de hecho, se ha jugado dentro y fuera de la propia Andalucía. Por la mañana, el debate ha tenido un preámbulo en el Congreso de los Diputados, durante la sesión al control, donde el presidente Pedro Sánchez ha usado el escándalo de los cribados para atizar al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y acusar a Moreno de haber provocado “la mayor crisis del Sistema Nacional de Salud”.

La ministra de Sanidad, Mónica García, lleva días haciéndose paso a codazos en este pulso con el PP, extrapolando el problema de los cribados en Andalucía al conjunto de las comunidades, exigiéndoles informes y datos sobre sus protocolos de detección precoz. Un órdago que los barones populares han ninguneado.

Las televisiones, las radios, las tertulias de ámbito nacional han puesto el foco en Andalucía, incrementando la presión sobre Moreno. La oposición de izquierdas, que lleva desde el principio de la legislatura percutiendo sobre los déficit del sistema sanitario andaluz, se siente pletórica porque cree que, “por fin”, este asunto ha saltado “la barrera mediática”, el término que usan para quejarse de que los medios de comunicación andaluces -singularmente Canal Sur Televisión- ignoran su labor de oposición y se muestran excesivamente indulgentes con Moreno, con su gestión, con sus errores...

“Colapso” y “debilitamiento” del sistema

Toda la oposición ha hablado del “colapso” y del “debilitamiento” de la sanidad privada. La izquierda ha puesto el acento en la “privatización paulatina” del sistema, acusando al PP de convertir a los pacientes en “clientes”. El portavoz de Adelante ha afeado a Sanz que “insultase a las mujeres con cáncer” y le ha preguntado hasta en tres ocasiones si “están tapando pruebas”, si han “cambiando términos” en la catalogación del diagnóstico del cribado de cáncer de mama -de “sospechoso” a “probablemente benigno”, como ha denunciado Amama ante Fiscalía.

Sanz ha reiterado que “no se ha borrado ni modificado ningún historial clínico” -horas antes había acusado a la asociación de verter “injurias y calumnias contra los responsables públicos”- y ha recordado que el sistema informático Diraya guarda permanentemente el historial médico de los pacientes, guarda los registros de acceso durante dos años y medio, no se pueden borrar “salvo procesos auditados de depuración histórica o por mandato judicial”, y está auditado regularmente según las políticas de seguridad de la Agencia Española de Protección de Datos.

El consejero de Salud, Antonio Sanz, charla con la portavoz de la Junta, Carolina España, antes del debate monográfico sobre sanidad.

El debate ha trascendido el problema de los cribados y puesto sobre el tapete todas las grietas del sistema sanitario andaluz que vienen denunciando desde hace años los sindicatos del sector, las asociaciones y la propia oposición. La portavoz de Por Andalucía ha denunciado el trasvase de médicos que compaginan su puesto en la pública por las mañanas con un trabajo en su clínica privada por las tardes, gracias a que Moreno, nada más llegar al poder, eliminó el complemento de exclusividad para los facultativos (un coste de 40 millones al año para incentivar esa exclusividad en la sanidad pública).

Hay 3.514 médicos que trabajan en las dos redes y Nieto denuncia que ahí está el agujero que dificulta a la Junta poder encontrar profesionales para contratar: 119 en la primera semana de la crisis; 700 en la segunda; 4.371 en la tercera. La portavoz de Por Andalucía también ha denunciado que los jefes de servicio del SAS tienen permiso de la Junta para trabajar en la privada, y que son ellos los que deciden a qué hospitales privados derivan a los pacientes de la pública (quirófanos, pruebas...). “No se puede ser directivo del Sevilla y del Betis a la vez”.

Gavira inició su discurso con una acotación: “La culpa de lo que está pasando no es sólo del PP, lo hizo antes el PSOE”. A partir de ahí, el portavoz de Vox ha acosado al Gobierno de Moreno por “saber lo que pasaba en los protocolos del cribado de cáncer de mama y no haberlo evitado”. “¿Un comité de expertos ahora? Los que han tenido son unos incompetentes. No han hecho nada en siete años”, ha rematado el diputado de la ultraderecha.

Desde el PSOE, su portavoz María Márquez ha empezando recordando que el presidente del Parlamento andaluz y primer consejero de Salud de Moreno, Jesús Aguirrre “juez y parte”, ha vetado este debate durante dos años y seis meses, 48 votaciones en contra, alegando que “no estaba ocurriendo nada excepcional”. “Tres gerentes del SAS imputados, dos millones de pacientes en listas de espera, medio millón de niños sin pediatra, la tasa de mortalidad más alta del país...¿nada es excepcional?”, se ha preguntado.

Márquez ha denunciado que “ha sido necesario que sus políticas sanitarias se conviertan en un escándalo nacional para poder celebrar este debate”. La socialista ha trasladado a la sanidad el lema de las políticas de Memoria Histórica -“verdad, justicia y reparación”-, y ha denunciado que el nombramiento de Sanz está inspirado en la “propaganda, la censura y la vergüenza”. “Usted tiene un encargo: enterrar en propaganda el drama que vive la sanidad andaluza”.

Cerró el turno de los grupos la popular Beatriz Jurado, que defendió la gestión de Moreno y acusó a toda la oposicióin de “mentiras, crispación y cero propuestas”. La diputada del PP admitió el “error gravísimo” del cribado de cáncer de mama -“se me encoge el corazón”-, pero anticipó que ya está en vías de resolverse y que, en todo caso, ha sido “un fallo de comunicación”. Jurado acusó a la “izquierda sincronizada” de lanzar bulos. “Ustedes han dicho que las mujeres se mueren de cáncer en Andalucía y eso no es verdad. Usan a las mujeres porque creen que hacen daño a Moreno, pero le dañan a él, dañan la credibilidad del SAS”.

El golpe final de Sanz

El consejero de la Presidencia y mano derecha del presidente, Antonio Sanz, responsable de la sanidad andaluza desde hace apenas dos semanas, es un veterano y correoso diputado del PP andaluz, lugarteniente de Javier Arenas durante 30 años, de naturaleza parlamentaria dura. Durísima.

Y lo ha demostrado en su última intervención, la que ha cerrado el debate, con un arsenal de denuncias y acusaciones contra la vicepresidenta del Gobierno, ministra de Hacienda y candidata del PSOE en las andaluzas, María Jesús Montero, a la que ha calificado como “María Jesús Mentira”. Se ha remontado 13 años al pasado, la última vez que Montero fue consejera de Salud, bajo el Gobierno de Manuel Chaves, para echarle en cara “condenas al SAS e indemnizaciones millonarias por retrasos en tratamientos de cáncer de mama” y 157 denuncias del Defensor del Pueblo Andaluz por “la nefasta gestión” sanitaria. “Me las he estudiado una a una”, ha dicho, para rematar cuestionando la gestión de los cribados en otros gobiernos autonómicos del PSOE, como el de García Page, Ximo Puig [que hace dos años que no gobierna] o el de Melilla, gestionado por el Ministerio de Sanidad.

Antes de poner orden en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), un ente público con casi 16.000 millones de presupuesto y 120.000 trabajadores, el nuevo-viejo consejero se ha arremangado para hacer lo que mejor se le da: atacar o contraatacar a los que amenazan a Moreno.

Y eso incluye a la Asociación de Mujeres con Cáncer de Sevilla (Amama), que destapó el escándalo de los cribados que ha obligado al presidente andaluz a pedir disculpas, cesar a su consejera y multiplicar exponencialmente la promesa de gasto sanitario y contratos de médicos en sólo tres semanas. Se acabó el tango, el Gobierno andaluz ha dejado hoy de lamentarse y ha saltado al contraataque contra todos, incluida la asociación de víctimas del cáncer que lo inició todo. Y que ha rechazado dos veces el ofrecimiento de Moreno para reunirse con ellas personalmente, o con su nuevo consejero.

Sanz ha revertido el relato funesto que ha acorralado al Gobierno andaluz estos últimos 26 días. Aún sin diagnóstico claro de lo que ha fallado, el consejero de Salud ha mutado de presa a depredador.

La asociación Amama acusó al Gobierno andaluz, el martes ante la Fiscalía, de manipular y borrar historiales médicos de las pacientes alojados en sus plataformas digitales accesible a la ciudadanía (ClicSalud y Diraya). La denuncia provocó una “cascada” de entradas de pacientes al servidor informativo del SAS para poder consultar sus expedientes, constantando que habían desaparecido. Sanz admitiría al día siguiente que hubo una “caída en el sistema” por el aluvión de solicitudes provocado, dijo luego, por la “alarma social bestial” que habían creado, “sin pruebas”, las víctimas del cáncer de mama representadas por Amama. Y ha afeado que con esta denuncia “dañan un sistema que salva vidas”.

Tras un debate de casi hora y media, los grupos han votado las propuestas de resolución presentadas, pero con escaso margen de acercamiento. El PSOE votó en bloque a favor de todas las iniciativas registradas por las otras dos fuerzas de izquierdas “para demostrar que hay alternativa de Gobierno”. Por Andalucía hizo lo mismo a la inversa, igual que Adelante Andalucía (aunque ellos se abstuvieron ante dos propuestas socialistas).

La mayoría absoluta del PP hizo que salieran aprobadas nueve propuestas de Vox, cinco de Adelante Andalucía, cuatro de Por Andalucía y dos del PSOE. Pero el Parlamento tumbó dos de las peticiones más reiteradas por la izquierda: la creación de una comisión de investigación por los fallos detectados en el funcionamiento del programa de cribado de cáncer de mama, y sobre las listas de espera del SAS, y aporbar indemnizaciones a las víctimas de este escándalo. El bloque conservador también se ha reconciliado para sacar juntos sus iniciativas. “Ustedes no quieren fortalecer el sistema sanitario, sino destruir al Gobierno andaluz”, ha zanjado Sanz, en su último alegato contra la izquierda.

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