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Entrevista

Toni Valero: “No vamos a pedir la cabeza de Susana Díaz para entendernos con el PSOE, no hacemos política desde las fobias”

Toni Valero

Daniel Cela

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Toni Valero (1981) nació en el barrio madrileño de Chamberí. Su padre es de El Bonillo, un pueblo de Albacete, y su madre es de Ardales, en Málaga, donde el hoy líder de la federación andaluza de IU se afilió con 18 años a las Juventudes Comunistas y se licenció en Historia. Se crió en el barrio de El Perchel, cuando aquella zona era un erial de casas bajas y chabolas. Dentro de un mes se presentará a la reelección como coordinador andaluz de IU, sin aspiración aparente por ser candidato de Unidas Podemos en las andaluzas de 2022. Alberto Garzón, su líder federal, le preguntó si debía aceptar la propuesta de Pablo Iglesias de ser el cabeza de lista en las madrileñas, y Valero le respondió que sí.

¿Qué diferencia hay entre ‘comunismo o libertad’ y ‘fascismo o democracia’? ¿A quién le interesa y a quién beneficia la polarización de la política?

Comunismo es libertad. El fascismo no es compatible con la democracia. El comunismo crea comunidad, el fascismo la destruye.La polarización política no es necesariamente mala si ofrece proyectos políticos alternativos y contraste de ideas. El problema es cuando la polarización se traduce en la ausencia de debate y muta en crispación tóxica. Cuando se utiliza el bulo, las fake news, el desprecio absoluto y la negación del otro. Lo estamos viendo en Estados Unidos, pero ahora lo tenemos en Madrid, en las elecciones, donde Díaz Ayuso sigue la línea trumpista que la llevó al poder… Díaz Ayuso polariza de forma tóxica.

¿Y Pablo Iglesias?

Pablo Iglesias, más que polarizar, trata de salirse de la gramática antitética que le pretende imponer Díaz Ayuso. La candidata del PP quiere establecer una dicotomía entre ella y Pablo, es decir, que se equipare su papel al de Pablo. Otra cosa es que en los medios se dé ese esquematismo, de lo uno contra lo otro. A esa performance, que es real, uno le pone las etiquetas que quiera. Pero si nos vamos a los hechos objetivos, el discurso de Díaz Ayuso se sale del perímetro democrático, incluso de la derecha conservadora, y el de Pablo es un discurso que va a las cosas del comer, incluso moderado en cuanto a sus propuestas. Pablo apela al espíritu fidedigno de la Constitución del 78, no es un líder de la izquierda radical de los años 70.

Ustedes son comunistas, ¿no sienten la necesidad de tirar de pedagogía para explicarle a la gente qué significa ser comunista en la España del siglo XXI? Sus adversarios lo usan como insulto y apelan al estalinismo más salvaje.

Sí, efectivamente hay un problema grave hoy y es que nuestra sociedad desconoce su historia reciente, hay una negación de su pasado y, en concreto, del sufrimiento del pueblo español durante la Dictadura, y del movimiento antifranquista, fundamentalmente comunista. La derecha copa hoy las estructuras del Estado, gane o no el PP, lo estamos viendo en la judicatura. Y esta derecha española no tiene una ruptura clara con la Dictadura, al contrario de lo que pasa en Francia, donde la derecha gaullista es antifascista, o en Alemania, donde la derecha democristiana es antinazi… en España no. La derecha en nuestro país no es hegemónicamente antifranquista y eso supone un lastre para el desarrollo democrático, donde es fundamental la memoria. Por tanto hay una perversión sobre la idea de lo que ha sido el comunismo en nuestro país, es decir, un movimiento político emancipador que se las ha visto canutas defendiendo la democracia en la II República, en la Guerra Civil, durante la Dictadura, en Transición y en Democracia… Y no es casual, es un desconocimiento interesado.

La izquierda no debería hablar de fascismo a la ligera, porque podemos frivolizarlo y lograr lo contrario de lo que perseguimos

Esta legislatura andaluza tiene la edad media más baja de diputados. El diario de sesiones nunca ha registrado tanto como ahora las palabras fascistas y comunistas, apelando a lo peor del siglo XX. ¿No son términos muy gruesos para unos parlamentarios nacidos en democracia?

Sí. Cuando hablamos de fascismo o neofascismo, hay que ser muy preciso. La gente de izquierdas no podemos utilizar estos términos a la ligera, porque podemos acabar frivolizando e incluso conseguir lo contrario de lo que pretendemos, que es advertir de lo pernicioso para la democracia. Pero no quita para que denunciemos que hay una ola reaccionaria, muy organizada, en partidos políticos que responden a una práctica explícita neofascista, pero también en las ideas que se cuelan en partidos que no son fascistas, pero por las que sus dirigentes se dejan seducir y las reproducen. 

Hay un diputado de IU, nacido en los 80, que se refirió a Vox hablando de los nazis, y otro diputado de Cs, también de los 80, que se refirió a los socialistas apelando al nazismo…

Ya. Habría que ver el contexto de ambas intervenciones, porque, por ejemplo, que Vox está nutrido de militancia neonazi es un hecho objetivo que no han ocultado. Ahí están innumerables fotos y sus propuestas de apoyo a la División Azul, etc, etc, que lo ubican en ese espacio. Eso es un hecho y sus alianzas internacionales van por ahí. Por lo tanto, en el caso de Vox me parece que nadie patina si les ubica en ese marco histórico, aunque evidentemente en el presente se traduzca de otra manera. Nadie puede pretender que corrientes y movimientos políticos seculares tengan la misma expresión en el año 30 que en el año 50 o 2021.

Antonio Maíllo usaba el latín y a los clásicos griegos en sus discursos; Pablo Iglesias tira más de cultura popular y de series de Netflix. ¿Quién se comunica mejor con las bases social de izquierdas?

La base social de la izquierda es heterogénea. Antonio Maíllo se servía del latín para reproducir lo que la gente ya sabía. No era nada elitista en ese sentido. Cogía una de las vertientes por las cuales la interpretación de la realidad de la gente encuentra uno de sus asideros, que es la cultura clásica. Y creo que Pablo hace algo similar, teniendo en cuenta que la cultura audiovisual es en gran medida la que está proporcionando una forma de interpretar la realidad a las nuevas generaciones. Hay series de televisión que son auténticas obras maestras que en otro tiempo se habrían contado a través de una novela.

¿Usted tiene alguna serie favorita?

A mí me encantó The Wire. Y de mis series históricas de referencia, sin lugar a dudas, Doctor en Alaska y Makinavaja. Cuando era muy niño me encantaba. De las que están ahora de moda, sobre todo después de lo de Murcia, Baron Noir. Es brillante.

¿Cuál es el estado de salud de la unidad de la izquierda en Andalucía?

Yo creo que la salud de la izquierda deviene en gran medida de la salud de la ciudadanía organizada que se moviliza. Y hay que decir que no corren buenos tiempos para la movilización social. No hablo de que haya muchas manifestaciones, sino de que haya mucha gente que se esté viendo para hacer cosas. Y vemos que en el último año, por una parte, la gente no se ha podido ver apenas. Las reuniones de las AMPAS, de las asociaciones de vecinos, de las plataformas donde la gente se reúne para hablar, luchar por un bosque urbano en su ciudad o por un carril bici. Todo eso está ahora mismo bastante paralizado, digamos, con un estado de latencia. Eso afecta a la izquierda porque la izquierda vive sobre eso.

La izquierda necesita salir de este impasse desmovilizador provocado por la pandemia, porque vive de la agitación social

O sea que la pandemia desmoviliza más a la gente de izquierdas que de derechas

Yo creo que sí nos desmoviliza más, porque afecta mucho al tejido organizado sobre el cual la gente lucha por cuestiones como el medio ambiente, los servicios públicos, el género o la igualdad. Y eso se ha resentido. Con cualquier activista que uno hable, te lo reconoce. Y a eso hay que sumarle que llevamos unos años de crisis política intensos, con unos ciclos electorales extenuantes que también a la izquierda nos ha hecho pagar un precio indudable. Por tanto, creo que estamos en esa situación en la cual la izquierda necesita salir de este impasse desmovilizador provocado por la pandemia y recuperar la conexión con la calle más intensamente.

IU Andalucía es la federación con más peso y músculo de España. ¿Alberto Garzón le comentó que Iglesias le había ofrecido encabezar la lista de Unidas Podemos en las elecciones madrileñas?

[Silencio] Sí.

¿Qué le respondió?

Le hablé fundamentalmente de lo que para mí significaban y significan las elecciones madrileñas, donde nos estamos jugando más que el Gobierno de la comunidad. Y no sólo se lo están jugando los madrileños, sino todos los españoles. Lo que está en juego es una salida autoritaria a esta crisis de régimen que podría darse con una victoria de Ayuso entrando Vox en el Gobierno. O por contra, si Unidas Podemos saca un buen resultado, fortalecer las dinámicas progresistas del Gobierno central e iniciar una inercia contraria a la que estábamos hasta ahora de cierto decaimiento. Esa fue mi reflexión política. Luego están las consideraciones personales, que ya se me escapan.

Es decir, usted le recomendó que diera el paso…

Sí, bueno, yo le dije que había que tener eso en consideración. Para dar el paso o no, él tenía que considerar cuestiones personales, pero también claves madrileñas que a mí se me escapan. Yo hablaba desde Andalucía y por lo tanto puse el foco en lo que para mí era importante de esas elecciones. No insto a que se tome una decisión u otra, porque creo que no es ese mi papel. Pero en términos políticos, por supuesto veía con buenos ojos que Alberto fuera el candidato en Madrid.

Con el mismo análisis que me ha planteado respecto a Madrid y la importancia que tiene para el conjunto de España. ¿Alberto Garzón sería el candidato en las elecciones andaluzas?

Siempre sería un buen candidato. Pero ahora no estamos barajando candidatos para las elecciones andaluzas porque no queremos distraernos un minuto de las cosas prioritarias hasta que no haya un escenario electoral en Andalucía. Cuando lleguemos a ese río cruzaremos ese puente.

¿Usted cree no hay un escenario preelectoral en Andalucía?

Yo creo que han dado una patada adelante, que se puede alargar. Me parece que el señor Moreno Bonilla no quiere estar bajo la órbita de la marejada que mueve Ayuso. Y por lo tanto, ese cierre de filas entre Marín y Bonilla, lo que pretenden es ganar tiempo. Ya veremos cuánto, porque la descomposición de Ciudadanos es acelerada. Las elecciones en Madrid pueden dar un resultado muy difícil para Cs y por lo tanto ese cierre en Andalucía puede ser en falso. Ahora no estamos en un escenario preelectoral, después del verano, cuando se empiece a hablar de los Presupuestos, veremos.

¿Unidas Podemos tienen un problema de liderazgo de cara a las elecciones andaluzas?

Yo creo que el liderazgo de la izquierda tiene que ver con si hay hojas de ruta e ideas claras, y esto lo representa ahora IU y Podemos. A partir de ahí, es cierto que no estamos en los tiempos de hace unos años, en donde había una efervescencia social movilizadora, que también se traducía en una esperanza mayor. Y eso en los medios de comunicación permitía que se generasen liderazgos de manera mucho más fulgurante. Y ahora hemos pasado a un tiempo donde los ritmos son mucho más lentos, en donde los liderazgos tienen un tono más bajo…

¿Por qué la candidatura de Iglesias en Madrid ha alterado todo el tablero político nacional?

Pero Pablo viene del escenario anterior. Los nuevos liderazgos se manejan en otros ritmos que no son los que imponemos las fuerzas políticas y eso puede tener que ver con esa idea. Lo que creo es que hasta el último militante de IU y de Podemos Andalucía tiene claro ahora lo que pide su fuerza política, sus dirigentes, sus cargos públicos y es ahí donde tú puedes interpretar si hay o no hay liderazgos en la izquierda. Cuando hay una clara coherencia entre las bases y los dirigentes.

Los votantes de Adelante Andalucía, hace sólo dos años, ¿tienen claro lo que ustedes quieren hacer?

Los votantes de Adelante Andalucía fueron fundamentalmente votantes que querían coger una papeleta de Podemos o de IU. Votantes de izquierda que se desencantaron con el PSOE y decidieron votar una izquierda nítida, sin prejuicios. Nuestras bases electorales han sufrido un proceso duro, porque lo hemos sufrido todos, con esa confusión derivada del transfuguismo, pero ahora sí identifican en nosotros a la fuerza que un día votaron.

¿En IU creen que su líder, Alberto Garzón, debería disputar el liderazgo de Unidas Podemos a Yolanda Díaz?

Yo creo que Unidas Podemos tiene que transitar por procesos de consenso, no por procesos de competición. Primero hay que buscar las fórmulas en las cuales no haya que competir. Y si eso no resuelve las aspiraciones de un espacio donde hay distintas fuerzas políticas, vamos a primarias.

Ustedes fueron pioneros en las primarias y ahora parecen más un problema a evitar…

No, no, en absoluto. Las primarias están bien, son procesos limpios, transparentes, abiertos para que se puedan elegir candidatos. Pero creo que lo que pretenden garantizar es que cuando sale el resultado de una candidatura tenga toda la legitimidad democrática. Y para mí la legitimidad democrática es lo que te garantiza el consenso. Puedes hacerlo mediante unas primarias o puedes llegar a un consenso sin un proceso donde tú compites. Prefiero el camino de la colaboración y el consenso y no se tiene por qué competir, porque todo el mundo al final se siente representado en lo que hay. 

Esa colaboración y consenso estaban detrás del anuncio de Pablo Iglesias al asignar como su sucesora a Yolanda Díaz. ¿IU había sido informada?

Yo no sé arriba cómo estaba, cuánto conocimiento había, pero lo que plantea Pablo es que él sale del gobierno y que el que va a ocupar el espacio de primus inter pares en ese gobierno por parte de Podemos va a ser Yolanda, que era la ministra de Trabajo, que a fin de cuentas, entra dentro de lo positivo. 

La designación de Iglesias a Yolanda Díaz, a dedo, ¿no destila un poco de paternalismo?

Que un vicepresidente que deja la vicepresidencia para zafarse en una batalla que no es lo cómodo ni, por supuesto, lo gratificante, y lo hace dejando un gabinete donde hay más mujeres que hombres y con más peso público e institucional, incluso por competencias que los hombres, no puede ser traducido a una lógica patriarcal, porque los hechos son incontestables. Yolanda ocupa ese espacio por méritos propios. Es una de las ministras mejor valorada, porque es una compañera que tiene una trayectoria muy importante en la izquierda.

El proyecto andaluz de izquierdas tiene un profundo sinsabor, malestar y decepción con Teresa Rodríguez

Yolanda Díaz abandonó IU. Teresa Rodríguez ironiza con que es tan tránsfuga como puede serlo ella. ¿Lo es?

El transfuguismo es corrupción y quien lo practica tiene que pedir perdón y rectificar el daño causado. En ningún caso Yolanda está bajo ese marco. Todo lo contrario. Yolanda ha sido y es siempre leal a las directrices de las fuerzas políticas que la pusieron en esa candidatura.

¿Qué ha perdido el proyecto andaluz de izquierda sin la figura de Teresa Rodríguez, que fue candidata hace dos años?

Lo que ha perdido es que tiene un profundo sinsabor, un profundo malestar, una profunda decepción con ella.

Si han empezado a usar la marca Unidas Podemos por Andalucía y van a cambiar el nombre del grupo parlamentario, ¿se plantean dejar a los anticapitalistas la marca Adelante Andalucía para las próximas elecciones?

Adelante Andalucía es una marca que sigue estando presente en muchísimos grupos municipales. Bueno, casi todos los de Andalucía donde estamos Izquierda Unida y Podemos. Adelante Andalucía es una marca sobre la cual muchos militantes y cargos institucionales de IU y de Podemos y cargos siguen haciendo iniciativas políticas. Me parecería profundamente injusto, torticero e incongruente que ese capital político que trabajamos juntos sea apropiado por una fuerza ultra minoritaria que está alejado de esa iniciativas y ese trabajo con la gente. Creo que tenemos que ser todos honestos con la ciudadanía y Adelante Andalucía o es de todos o no es de nadie. Y si no puede ser de todos, que nadie pretenda utilizarlo.

¿Usted está cómodo con cómo se ha gestado la expulsión de nueve diputados de Adelante Andalucía?

Nunca es cómodo. Es el último recurso, es un recurso desagradable,al que no se quiere llegar. Y en nuestro caso lo hicimos cuando estábamos agarrándonos al quicio de la puerta, porque nos veíamos nosotros fuera, expulsados de algo a lo le habíamos dado vida y con lo que estábamos entregados. La Cámara podía haberlo hecho más rápido, porque el tiempo de incertidumbre en la tramitación ha generado un daño que se podía haber evitado. Pero bueno, bien está lo que bien acaba.

¿Por qué se está tramitando con tanta celeridad la reforma del reglamento de la Cámara? ¿Por qué, por ejemplo, no han permitido enmiendas parciales de los diputados expulsados cuya situación viene a avalar esa reforma?

Bueno, creo que celeridad en realidad no ha habido. Hay que tomar los antecedentes. La presidenta del Parlamento se marca como objetivo prioritario de esta legislatura una reforma del reglamento…

Sí, pero no esta reforma del reglamento ad hoc para encajar el pacto antitransfuguismo. Se planteaba algo de más alcance…

Sí, sí, ahora voy. Desde verano las fuerzas políticas tienen innumerables reuniones para adecuar el pacto antitransfuguismo, porque la crisis política está ahí. Y la crisis genera tránsfugas y los tránsfugas hacen mucho daño a la democracia, como lo que hemos visto esta semana en Murcia, donde parece que se han comprado cargos en Murcia, y la guerra que vemos entre PP y Cs. Por lo tanto, era lógico que un acuerdo largamente trabajado se tradujese en un cambio del reglamento del Parlamento para evitar situaciones de este tipo. 

Pablo Iglesias no era muy partidario de ceder a Podemos Andalucía un grupo propio en el Congreso dentro de Unidas Podemos. Galicia lo tuvo, y Yolanda Díaz viene de Galicia, ¿se lo van a plantear a ella?

Nuestros diputados andaluces tienen que hacer valer la agenda andaluza como lo están haciendo. Porque al final lo del grupo propio es una cuestión administrativa.

En Unidas Podemos saben que para que en este país se hable de izquierdas, se necesita el impulso decisivo de Andalucía

Hombre, un grupo propio tan pequeño como Teruel Existe tiene bastante peso político e influencia en el Gobierno…

Sí, pero es la aritmética parlamentaria lo que les da ese poder, no que tengan grupo propio, porque si estuviesen en un Grupo Mixto, ese diputado tendría el mismo poder ese diputado. Yo aquí diferencio entre lo político y lo administrativo. En la anterior legislatura, los compañeros gallegos, entre ellos Yolanda Díaz, tenían grupo propio dentro de Unidas Podemos. A mí no me parece mal esa fórmula y creo que tenemos que pelear por eso. Y no va a ser una pelea, porque los compañeros fuera de Andalucía saben perfectamente que los procesos de cambio político progresistas en nuestro país necesitan de la palanca andaluza, que para que en este país se hable de izquierdas y se abran paso leyes en favor de la mayoría social, necesitan el impulso decisivo de Andalucía.

¿IU se ha reconciliado con su papel en el Gobierno de coalición que formó con el PSOE andaluz? Durante mucho tiempo ha habido distanciamiento, incluso cierto complejo, que coincidió con la irrupción de Podemos, muy crítica con esa etapa.

Hasta hace poco ha estado muy reciente esa ruptura por las bravas del Gobierno andaluz del nos echan. Claro, eso generaba un proceso de extrañamiento, que no era sobre todo el gabinete. Nosotros diferenciamos dos períodos en ese Gobierno: un primer período donde hubo tiras y aflojas, pero creo que se fue cumpliendo ese acuerdo pactado con José Antonio Griñán y donde había una gran comodidad, porque veíamos que en un momento de crisis brutal económica en nuestro país, donde la derecha estaba gobernando por todas partes, en Andalucía defendíamos los intereses de los trabajadores.

Entiendo que el segundo período…

Es el de Susana, sí. Susana entra en otra lógica. Y efectivamente, cuando nosotros hacemos una lectura de aquel Gobierno con el PSOE, la etapa de Susana Díaz nos trae sinsabores. Porque, en conjunto, creo que obtuvimos importantes batallas que fueron muy importantes, no sólo para Andalucía, también para el país y que ahora se están recuperando, como el tema de la vivienda y los desahucios, donde fuimos pioneros. Y otras cosas sí nos generaron frustración, cuando fuimos expulsados por querer cumplir el acuerdo de gobierno.

Susana Díaz sigue ahí. ¿Su puesto como líder del PSOE andaluz dificulta un entendimiento entre las fuerzas de izquierda en Andalucía? ¿Pedirían su cabeza política para pactar volver a pactar un Gobierno con los socialistas?

Lo que va a dificultar el entendimiento o no van a ser las políticas. Vamos a ver a qué PSOE nos encontramos. Yo no quiero pensar en qué liderazgos van a estar en el PSOE, ellos elegirán, pero sí hemos visto muchos PSOE. El que decía que no había que bajar los impuestos y al día siguiente la misma consejera Hacienda, María Jesús Montero, rectificaba todos los argumentarios y decía vamos a exonerar de los impuestos a las grandes fortunas. Y era la misma persona: Montero dijo una cosa y al día siguiente otra. Un entendimiento con el PSOE no es una cuestión de Susana Díaz sí o no, sino de qué PSOE te encuentras. El PSOE, depende de la coyuntura y de las presiones que tenga, vira en un sentido u otro. Esa es la clave. Bueno, y qué te dicen las bases y los electores, y cuál es la situación en Andalucía y las alternativas. Nosotros no vamos a pedir la cabeza de nadie, no hacemos política desde las fobias, los miedos o las pulsiones más bajas. Creo que hay que hacer política con altura, con el corazón y con la cabeza y priorizando siempre los intereses de la gente que a veces se te pueden atravesar con tus querencias. Tus querencias, fobias y prejuicios, déjalos al lado. Sintoniza siempre con las querencias de la gente que te ha votado y que tiene una serie de expectativas y te van a decir si tienes o no que pactar. Las fobias no son buenas consejeras en política.

La pandemia ha golpeado sobre todo a los estratos sociales más desfavorecidos. Es la gente a la que ustedes apelan en las urnas, pero también la más desmovilizada ahora.

Tenemos que romper algo fundamental en el relato político y eso pasa por dotar de esperanza a la gente que lo está pasando mal, no sólo por la pandemia. La gente tiene miedo y desesperanza, y esa dinámica hay que romperla. ¿Cómo? Primero incentivando el tejido social, y luego dando ideas claras, serias y rigurosas para cambiar las cosas. Hablando a la gente como si fuera mayor de edad, no lanzándole titulares que puedan tener 20 millones de retuit porque dicen cualquier barbaridad.

[Sobre Moreno Bonilla] Cuando mercadeas con derechos sociales y principios democráticos según sopla el viento, no eres moderado, eres un cínico

No será una campaña tipo: o nosotros o Vox…

Por supuesto que no, faltaría. Somos la alternativa porque tenemos una propuesta integral, cultural, económica, política y social. Al final intenta esbozar, aunque sea tímidamente y en pequeños pasitos, un mundo nuevo. Y aunque eso pueda ser muy pretencioso y utópico, tiene que estar siempre inserto, aunque sea en un gramo, en la propuesta política del día a día. Eso va mucho más allá de contemporizar con Vox. Aunque hay que advertir de que lo de Vox no es broma. No hay que ridiculizarlo ni menospreciarlo. Lo de Vox es muy serio, porque está despertando pulsiones antidemocráticas y reaccionarias que cuando se desencadenan, destruyen. Y construir después democracia es muy complicado.

¿Usted ve en el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, a un líder reaccionario?

Yo creo que es un líder oportunista. La gente le percibe como moderado, pero a veces la moderación maquilla el cinismo. Porque si tú eres un líder moderado, no dices un día si al pin parental y al día siguiente dices que no, porque te supone tal coste. Tienes una firme convicción. Y te planteas tu relación con la ultraderecha desde convicciones democráticas. Pero cuando mercadeas con derechos sociales y con principios democráticos en función de cómo sopla el viento, entonces no eres moderado, entonces tienes mucha dosis de cinismo. Y si fueses un líder moderado no llegarías a los acuerdos que llegas con Vox. Eso es evidente, porque Vox no está en políticas moderadas. Está a la ofensiva, con una hoja de ruta muy clara en su batalla cultural, para destruir los consensos de la convivencia democrática básica que tanto han costado poner encima de la mesa. Otra cosa es cómo se venda. Claro que sí. Bonilla tiene un tono y es una persona afable, nada estridente. Y eso en política es de agradecer. No es el señor Bendodo, eso está claro. Pero hay que desmontar esa careta. 

¿La izquierda andaluza puede entenderse con Ciudadanos para conformar un Gobierno?

Es difícil. Ciudadanos está intentando hacer un viraje tan complicado que puede que se quiebre y se quede en el camino. Detrás de la retórica centrista, lo que ha ido haciendo es asumir agendas y hoja de ruta de la ultra derecha, porque probablemente no había tanto de centrismo como de oportunismo y de querer jugar un papel de bisagra en una crisis de régimen para que se saliera de ella, como siempre, con bipartidismo. ¿Qué ocurre? Que la crisis de régimen es más dura de lo que parece y Ciudadanos no aguanta los envite, y acaba siendo absorbido por la ultra derecha.

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