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`Happy Egg´, el manga aragonés que envidian en Japón

Imagen de `Happy Egg´

María Bosque Senero

6 de junio de 2025 23:30 h

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Si esperabas con alegría cada capítulo de Los Caballeros el Zodíaco o de Sailor Moon; si una de las series preferidas de dibujos animados de tu infancia tenía como protagonista a Chicho Terremoto, un chico muy canijo que competía con un perro parlante por el amor de Rosita; o si alucinabas con un joven piloto que controla el poderoso robot gigante Mazinger Z que defendía a la Tierra de las fuerzas malvadas del Dr. Infierno... sí, has sido un apasionado del manga, solo que entonces no lo sabías. 

Héctor Cisneros Mené es el nombre de pila que hay detrás del seudónimo 'Kaise', con el que el joven aragonés ha firmado su obra prima 'Happy Egg', considerado como el primer manga íntegramente aragonés. A los catorce años y por casualidad descubrió a Naruto, y sus historias le conmovieron tanto que decidió seguir profundizando en el arte nipón. Antes de convertirse en Kaise, Cisneros estudió japonés, idioma que domina hasta el punto de ser profesor y ganarse la vida impartiendo clases, también ha sido alumno en el ciclo de cómic en la Escuela de Artes de Zaragoza y, después, continuó formándose en la academia Blackfolio, con destacados artistas como: David Daza y David Cobos.

Con 24 años, su obra llega como candidata a la I edición del Concurso Impulso Manga, una iniciativa que nace de la editorial aragonesa GP Ediciones, especializada en cómics, con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza. ‘Happy Egg’ resulta ser la obra ganadora y a partir de ahí, la vida profesional y personal de Héctor Cisneros da un giro. Durante 14 meses, este aragonés se dedicó a trabajar en su cómic: “Al menos ocho meses estuve dibujando entre 10 y 12 horas seguidas al día”, explica. Una etapa que vivió con ilusión, pero que reconoce que fue “muy dura”, hasta el punto de tener que dejar de impartir clases de japonés y de dibujo: “Mi vida consistía en dibujar y dibujar”. 

Tanto es así que Héctor Cisneros se convirtió en autor completo en su obra prima al ser, además de dibujante, el guionista de una trama basada en un mundo distópico en el que cada personaje tiene asignada una tarea que realiza de manera repetitiva a lo largo de toda su vida. Un punto de partida aparentemente simple e inocente que va evolucionando hasta convertirse en una historia que obliga al lector a mirar de frente a una realidad en la que el propio autor vuelca sus conflictos existenciales: “Se ve mucho de quién soy a través de estas páginas. Es un riesgo, pero, por otra parte, ayuda a conectar con el lector, muchas personas me han confesado que sienten como si, a través de mis personajes, hubiera contado lo que ellos mismos sienten y piensan”. 

Kaise posando junto a su manga, `Happy Egg´

El resultado de todo ese trabajo y derroche de talento y valentía personal y poética ha tenido como resultado que Aragón cuente con el primer manga autoconclusivo cien por cien hecho en España; desde su formato, pensado para ser leído como una obra japonesa, con lectura de izquierda a derecha, hasta su trama, que nace del conflicto humano del propio autor y que invita al lector a la introspección. 

Un manga tiene el poder de conectar tan profundamente con quien lo lee que puede hacerles llorar

Un cómic americano o europeo es el formato homólogo de lo que en Japón se conoce como manga, aunque la variedad de géneros que este último abarca es enorme, en comparación con las temáticas que han abordado tradicionalmente los cómics. “En los cómics europeos o americanos hablan de historias o de fantasía, pero el manga, pese a que parece que todos los dibujos son iguales no es así, y abarca temas impensables desde sociales, románticos o históricos, hasta las andanzas de un crítico gastronómico sin más”, explica Daniel Viñuales, de GP Ediciones, que asegura que le han abierto un mundo que desconocía y por el que ahora se siente atraído y en el que encuentra includo inspiración para sus proyectos editoriales.

‘Happy Egg’, aunque nacido a orillas del Ebro, es una muestra de la pureza del manga en toda su esencia: “Quería que tuviera esas diferencias tan marcadas de los mangas japoneses: todo en blanco y negro, con los bocadillos en vertical o redondos”, apunta Héctor Cisneros. El objetivo es que la obra aragonesa se pudiera llegar a confundir con un cómic íntegramente hecho en Japón. La razón: el lector más purista busca la esencia japonesa, y me quería abrir camino en ese sentido“, explica Kaise, que no ha elegido ese nombre por casualidad. Consciente de que Héctor Cisneros no es un nombre que suene a nipón, este aragonés ha decidido firmar sus obras bajo el seudónimo Kaise, precisamente dentro de su estrategia de hacerse un hueco entre las obras niponas. Y lo ha conseguido.  

A la hora de llevar a papel la idea que tenía en su cabeza, Cisneros comenta que no ha tenido ningún problema porque: “Estoy muy acostumbrado a consumir manga”. En el caso de la imprenta, sí que ha sido un reto imprimir una obra en el formato japonés, con la portada y la contraportada a la inversa del sistema de lectura occidental, al igual que el resto de páginas. Pero el resultado ha sido bueno y: “La verdad es que han sido muy amables, y más allá de las pruebas iniciales, todo ha ido muy bien”, agradece el autor. 

Hasta la fecha, ‘Happy Egg’ ha ganado varios premios: además de la I edición del concurso Impulso Manga, se ha alzado con el premio Torre de Babel en categoría de Artes plásticas, ilustración y cómic, y ha sido el mejor dibujo de cómic aragonés en el Salón del Cómic de Zaragoza 2024.

Concurso Impulso Manga: “Era necesario en Aragón para visibilizar una realidad que va en aumento”

La pandemia ha sido una de las aliadas del crecimiento de los seguidores del manga en España, y en Aragón en particular. El público aragonés ha sido tradicionalmente lector de cómic americano, pero con la pandemia las cifras han cambiado, y si antes los que optaban por los mangas eran el 15%, ahora son cuatro de cada diez lectores, según datos de los comercios especializados.

Las editoriales se han dado cuenta de este cambio y cada vez son más las obras niponas que se pueden encontrar en los catálogos de las librerías generalistas. En el caso de Aragón, no solo el número de lectores sigue la tendencia nacional al alza; también la cantera de artistas crece. GP Ediciones, nació en 2009 con la premisa de visibilizar el talento aragonés joven o amateur en el cómic. Hace ahora cuatro años, Daniel Viñuales pensó que era necesario poner en marcha una iniciativa para impulsar en exclusiva a jóvenes ilustradores aragoneses de Manga a través de la publicación de sus obras. 

Taller de manga impartido por Kaise en la Feria del Libro de Zaragoza

La idea tuvo como resultado el concurso Impulso Manga que, como parte del premio, además de entregar al ganador 3.000 euros en metálico; de los que 2.000 pone el Ayuntamiento de Zaragoza y 1.000 la editorial, la obra ganadora se publica y se distribuye. “En Aragón tenemos mucha suerte de que exista Impulso Manga porque, con una obra publicada en la mano, en cualquier evento sientes que escalas un nivel y que puedes hablar de tú a tú con otros autores, y hacer contactos”, explica Héctor Cisneros. 

Cada edición del concurso, y ya van tres: “Contamos con las escuelas de artes de Zaragoza, Huesca y Teruel, y siempre tenemos 10 o 12 trabajos, y de ellos tres o cuatro son muy buenos”, apunta Viñuales. Otras editoriales, como Planeta, tienen una iniciativa similar. La diferencia es que Impulso Manga está dirigida únicamente a artistas menores de 35 años aragoneses o que residan en Aragón: “Queremos dar ese empujón a los jóvenes de la tierra y visibilizarlos frente a los concursos en los que participan artistas de toda España”, añade Viñuales.  

Desde la editorial aseguran que la salud del arte aragonés en esta disciplina es buena, y que se ve la evolución positiva de los artistas: “Hay algunos que se han presentado a varias ediciones del concurso y que dices, 'este algún día se lo llevará', porque ves cómo van creciendo y ganando desde el punto de vista artístico”. 

Talento a raudales, sí, pero falta decirles cómo salir a un mundo laboral donde tiene que vender su trabajo ellos mismos

Durante el proceso creativo de su obra prima, ‘Happy Egg’, Héctor Cisneros descubrió algo sobre sí mismo y sobre su profesión a futuro: “Descubrí que me gustaba mucho más guionizar que dibujar”, de hecho, su idea de trabajo perfecto sería: “pensar y hacer los guiones, crear bocetos de los personajes, y contar con otros dibujantes que se encarguen de desarrollarlos”. 

Este es el aprendizaje de un joven con los pies en la tierra que, aunque ya cuenta con una obra publicada, es consciente de que: “Vivir del Manga en España es muy complicado”, lamenta Kaise, que actualmente se encuentra preparando su portfolio como ilustrador: “Hay más trabajo en la ilustración comercial, recibes más dinero en menos tiempo”, aunque reconoce que seguirá creando porque “lo lleva en la sangre”. 

A sus 26 años sigue viviendo en el núcleo familiar: “En este momento no gano suficiente dinero para ser autónomo, y tampoco para independizarme”, lamenta. Cisneros está satisfecho con la formación recibida en la Escuela de Artes, pero reconoce que: “No nos forman para afrontar lo que viene después, prácticamente nuestro camino profesional en muchas ocasiones se basa en ir recibiendo encargos, en presentar tus servicios como autónomo, y no salimos preparados para saber cómo hacerlo, a qué puertas llamar, de qué manera enfocar la carrera artística en una realidad laboral que es muy particular en el mundo del arte”. 

En el caso de los ilustradores de Manga, la mayor parte de los nacionales trabajan para Francia, Estados Unidos o incluso para Japón, porque en España prácticamente no hay industria. Aunque algunos, han conseguido llegar a la meca del Manga: “En Japón hay una editora que ha abierto camino a los españoles después de contratar a Juan Albarrán que fue el pionero, de hecho, ahora vive allí”, explica Cisneros. Sin embargo, aunque Kaise reconoce que este mundo es difícil, también asegura que “hay más gente viviendo de esto de lo que creemos” y que el objetivo a largo plazo, con la calidad del trabajo de los españoles y si surgen más obras como 'Happy Egg' que apuestan por el purismo nipón, es que los artistas puedan terminar trabajando en España y para España. 

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