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¿Temor a una salida en K de la crisis del coronavirus? Aragón la sufre desde los ‘brotes verdes’

Las brechas sociales y económicas llevan años agrandándose en Aragón.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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El temor de moda se escribe con solo una letra: K, el anagrama de la temida salida de la crisis con un modelo divergente en el que no toda la sociedad vaya a una sino que unos mejoren si situación mientras otros la empeoran. Sin embargo, no se trata de algo nuevo, sino más bien al contrario, en Aragón, donde esa dinámica lleva años firmemente asentada en su sistema económico y productivo.

El periodo 2016-2018, el más reciente para el que existen datos en las principales fuentes estadísticas, resulta ilustrativo de esa tendencia. Se trata de los tres años en los que el sistema productivo de la comunidad inició su despegue tras los años más duros de la crisis de 2008 y un renqueante inicio de lo que se dio en llamar ‘brotes verdes’.

El ejercicio de 2016 marcó el despegue del PIB autonómico con un avance de más de 1.400 millones de euros y un crecimiento del 2,9% que lo situaría en 34.215. Era el año previo a tres consecutivos de récords de creación de riqueza, con avances por encima del 2,5% anual, que los situarían, respectivamente, en 35.676, 37.038 y, ya en 2019, en 38.395. Lo nunca visto en este territorio.

¿El conjunto de la población aragonesa se benefició de esa mejora de la actividad económica? No, ni mucho menos. El gripado de las políticas redistributivas y la precarización del mercado laboral fueron de tal magnitud que la tasa de pobreza alcanzó los niveles más elevados desde que la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (Instituto Nacional de Estadística) comenzó a ofrecer ese dato por comunidades en los prolegómenos de la anterior crisis.

Aragón cerraba el 2018 con un 17,9% de la población por debajo del umbral de la pobreza, 2,2 puntos por encima de los registros del inicio del trienio y con un avance de 3,7 en el último de esos años cuya magnitud no tiene antecedentes en la serie, como tampoco lo tiene el volumen de afectados, que superaba los 230.000. Aragón generaba pobreza y riqueza a un ritmo desconocido en ambos casos y de una manera simultánea.

Más de 13.000 ricos oficialmente

El contraste de la dualidad con esas situaciones lo ofrece la Estadística de Declarantes del Impuesto de Patrimonio, que revela cómo el número de ricos no dejó de crecer en esos años: de 12.498 en 2016 a 13.025 en 2017 y 13.370 en 2018, un aumento de casi un millar (y siete puntos) en apenas dos años.

¿Y qué es un rico en Aragón? A falta de otra definición, hay consenso en señalar como rico a quien se ve obligado a pagar ese impuesto, abolido en 2007 y recuperado en 2011 y que, en el caso de Aragón, que es la comunidad más exigente en su gestión, reduce las exenciones a 400.000 euros desde el 1 de enero de 2017.

Un rico es quien posee una fortuna de más de 400.000 euros, un listón inferior en 300.000 al que, exenciones de otros tipos al margen, se aplica en el resto del Estado.

El hecho de que un año antes esa exención resultó clave para el aumento de declarantes en 2017, lo mismo que el recorte de la exención de 700.000 que sigue aplicándose en todo el país y su reducción a 500.000 en 2016 añadió casi 3.000 nuevos paganos (eran 9.562) a la lista de contribuyentes. En cualquier caso, este crece año tras año.

El aparente empobrecimiento que responde a una cuestión contable

Los ricos aragoneses acumulaban en 2018 un patrimonio de 23.350 millones de euros que en el último año sufrió una aparente merma de más de 2.000 frente a los 25.729 del año anterior, cuando había crecido en más de 4.700.

Sin embargo, no se trata de un repentino empobrecimiento sino, más bien, de un asunto contable, ya que esa caída es consecuencia de la reducción de 9.293 millones a 6.894 en el apartado de “acciones exentas”, un beneficio fiscal que exime de tributar por las participaciones en sociedades vinculadas a actividades económicas y no inmobiliarias siempre que su precio de adquisición no supere el de los beneficios no distribuidos en diez años. Las poseen pero no pagan impuestos por ellas.

Más de dos tercios del patrimonio conjunto de los ricos aragoneses (16.160) tenía forma de bienes muebles, algo más de 5.000 en acciones cotizadas en bolsa, 2.400 en depósitos bancarios y el resto en participaciones empresariales no negociadas en el mercado secundario.

A esas cifras se les añaden otros 500 millones de euros en bienes de contenido económico (concesiones, opciones de compra), 428 en seguros, 80 en rentas vitalicias, 26 en bienes suntuarios (pieles, joyas, vehículos) y menos de tres en obras de arte y antigüedades.

Los inmuebles arrojan una valoración conjunta de 5.742 millones de euros, el grueso de ellos en los de tipo urbano (edificios, naves y terrenos) y con casi una cuarta parte de ellos (1.382) exentos de tributar.

En este apartado llama la atención las escasez de las propiedades rústicas de los potentados aragoneses, que suman un valor de solo 151,5 millones de euros. Se debe a que parte de las tierras las poseen a través de sociedades y otra parte está calificada como “afecta a actividades económicas”.

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