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La cara menos dulce de la fruta: agricultores que esperan medio año para cobrar menos del 10% del precio de venta

Un agricultor tarda más de seis meses en cobrar 17 céntimos por un kilo de melocotones como este que en unos días se venden a más de dos euros en las tiendas.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

¿Sale a cuenta trabajar todo el año para cobrar con seis meses de retraso un producto por un precio seis veces inferior al que ese mismo artículo alcanza en las tiendas? Es el eterno dilema, o mejor uno de ellos, del agricultor, que año tras año ve cómo las cadenas de distribución y de venta de los productos agropecuarios se llevan el grueso del negocio.

Lo explica de manera gráfica Eloy Senar, un agricultor de Belver de Cinca (Huesca), a cuenta de los melocotones que ilustran esta información: los cogió en julio, pero tendrá que esperar a finales de enero para cobrar su producción a 17 céntimos el kilo, con los requerimientos de financiación que eso conlleva para su explotación.

Por el contrario, comprarlo en la tienda resulta entre seis y quince veces más caro, según señala el IPOD, el Índice de Precios Origen-Destino que elabora la organización agraria COAG, cuya media de variedades situaba el precio medio del melocotón en origen en 40 céntimos en julio, fechas en las que alcanzaba los 2,43 y los 2,30 euros en los puntos de venta.

El melocotón, cuyo precio entre el campo y la nevera se sextuplica en ambos casos, y en ambos lo hace con una cotización que duplica a la del agricultor bajocinqueño, sale de la tabla en noviembre al haber finalizado su recolección en todo el país y llegar a las tiendas únicamente el género que cooperativas y distribuidores pueden mantener en las cámaras de refrigeración.

Los precios se multiplican por más de cuatro del campo y la granja a la nevera

El de Senar tiene, según explica en su cuenta de Facebook, “una calidad excepcional” de la que da fe la Certificación Global Gap, una norma de calificación internacional sobre la calidad de los productos agrarios que valora aspectos como el control de plagas y la reducción del uso de fitosanitarios y plaguicidas.

Sin embargo, esas certificaciones no impiden que la parte principal del negocio agroalimentario siga quedando en manos de distribuidores y comercializadores, tal y como ocurre con la mayoría de los productos.

Según el IPOD de COAG, el encarecimiento medio que los productos agropecuarios experimentaron el mes pasado desde los campos y las granjas fue del 4,69; es decir, que el consumidor paga por ellos casi cinco veces más de lo que el agricultor recibe por cultivarlos. La multiplicación alcanza el 5,12 en los artículos agrarios y el 3,09 en los ganaderos.

El estudio de la organización agraria asigna las mayores subidas entre las hortalizas a la alcachofa y la cebolla, cuyo precio se multiplica por más de 7,5 en ese trayecto; al repollo, que alcanza el 7,7, entre las verduras, y a la mandarina y la naranja, situadas en el entorno del ocho, en el apartado de las frutas.

Los elevados márgenes de la carne

Los incrementos de los precios resultan porcentualmente menos acusados en los productos ganaderos. Sin embargo, su mayor nivel de salida hace que las subidas resulten en la práctica más elevadas que en los artículos agrícolas: el kilo de ternera ‘solo’ se cuadruplica entre la cuadra y el mostrador mientras el del cordero no llega a multiplicarse por 3,5, aunque eso se traduce en incrementos de casi doce y casi ocho euros, respectivamente.

Al mismo tiempo, las subidas de los productos agrarios solo superan los cuatro euros por kilo con la alcachofa y la aceituna verde.

En cualquier caso, esos márgenes no son para los agricultores y los ganaderos que cultivan esos vegetales y engordan esos animales.

La tendencia del índice, ascendente en lo que va de año pero ligeramente descendente si el foco se abre al conjunto de la última década, y sus resultados mensuales tienen una relación directa con la evolución de los precios del campo que recogen otros trabajos como el Boletín de Coyuntura Agrario del Gobierno de Aragón, que recoge depreciaciones como las de la almendra marcona, que desde enero de 2017 se ha abaratado más de un 25% (de 1,90 a 1,41 euros el kilo), o la del aceite de oliva virgen almendra, que lo ha hecho casi un 45% (de 3,60 a 2,04) en ese mismo periodo.

No obstante, esas mismas tablas de precios recogen otros encarecimientos que se están produciendo con un ritmo vertiginoso, como el de la carne de cerdo, que entre enero y agosto pasó de 1,04 a 1,47 euros por kilo, con un aumento del precio superior al 40%.

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