Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“Trump o Bolsonaro saben que hay una crisis climática, pero es más fácil negarlo y no asumir la cantidad de cambios que hay que llevar a cabo”

Enrique Muñoz Ulecia

Óscar F. Civieta

ZARAGOZA —

Por un mundo mejor, al menos, por uno habitable. Por un planeta sano, o con pocas enfermedades. Es el futuro. Es cabreo ante un entorno deteriorado que amenaza exánime, lo que sienten los millones de personas que ponen en marcha la Semana Global por la Emergencia Climática entre el 20 y el 27 de septiembre.

Un movimiento mundial, con evidentes destinatarios y demandas claras: impedir el aumento de la temperatura global por encima de los 1,5º C y reducir las emisiones de CO2 en un 100 % para el año 2030 “bajo el principio de justicia social”. Son jóvenes, sobre todo, que se han hartado de evidenciar las señales de alarma que manda el planeta, que saben que es preciso actuar. Conocen quién debe hacerlo. Tendrán claros los culpables llegado el momento.

Las principales actuaciones tendrán lugar en las 24 horas por el clima de este día 20 y la manifestación del próximo 27. En medio, cada organización territorial pondrá en marcha diversas iniciativas en pro de concienciar a una ciudadanía, que también ha de poner su granito de arena.

En esta comunidad, la Alianza por la Emergencia Climática de Aragón está compuesta por más de 55 organizaciones sociales. Una de ellas es Extinction Rebellion. Enrique Muñoz Ulecia, de 25 años, forma parte de ella y recuerda como la alianza nació a partir de una iniciativa de su organización, cuyo principal objetivo era enviar mociones para que los ayuntamientos declararan la emergencia climática: en Zaragoza salió adelante con los votos favorables de PSOE, Podemos – Equo y Zaragoza en Común y las abstenciones de PP, Ciudadanos y Vox.

Más de 50 años mandando advertencias

Enrique lleva menos de un año en Extinction Rebellion, se decidió por esta organización porque “su manera de protestar no se queda en la manera estándar de hacer manifestaciones, sino que se hace acción directa: desobediencia civil pacífica”. Por ejemplo, el pasado 15 de abril bloquearon la sede de Repsol y el 5 de julio la calle Ferraz en Madrid.

Asegura que el momento es crítico y que se llevan más de 50 años mandando advertencias desde la comunidad científica. Lo que podía haber sido una transición sencilla es ya una utopía, ahora hay urgencia. Emergencia.

Pone ejemplos de lo que está pasando, y de lo que puede pasar: “Indonesia va a cambiar su capital –que ya no será Yakarta– por el riesgo de inundaciones, el nivel de los océanos no para de subir y una de cada nueve personas tendrán que dejar su ciudad o país de residencia actual en 2050”.

Y no hace falta ir tan lejos, como apunta Pablo Conesa, portavoz de la Alianza, “el Pirineo cada vez tiene menos nieve, el Ebro menos agua y el aire de nuestras ciudades es cada vez más nocivo. En la última década, al menos 93.000 personas –solo en España– murieron prematuramente a causa de la contaminación”.

El negacionismo y la labor de los ciudadanos contra el cambio climático

Les indigna pensar que personas con tanto poder como Donald Trump o Jair Bolsonaro lideren esa teoría negacionista: “Ellos saben que la situación es de crisis, pero es más fácil negarlo y seguir actuando igual, que asumir la cantidad de cambios que la sociedad tendrá que llevar a cabo”, asegura Enrique Muñoz.

¿Y los ciudadanos? Para este joven, aunque cada persona “ha de tener un cambio de conciencia y asumir cómo vivimos, la respuesta no ha de ser individual. No se transforma la sociedad de forma personal”.

Etiquetas
stats