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Vox activa su contradictoria política de caza: debuta con restricciones para proteger a los osos

La caza pierde practicantes con una velocidad intensa en Aragón.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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El lobo y el oso no pueden convivir pacíficamente con el mundo rural y con la actividad agrícola y ganadera”, sostenía Vox-Huesca en su perfil oficial de Facebook hace poco más de dos años, cuando, en agosto de 2021, sus tres diputados autonómicos formaban parte de la oposición junto con el PP y Cs y la formación de la ultraderecha iba desplegando sus posicionamientos de rechazo a la conservación de los grandes carnívoros.

Sin embargo, las primeras decisiones que han tomado en materia de caza los responsables políticos de la ultraderecha una vez han accedido al Gobierno de Aragón van por otros derroteros, concretamente, en el sentido de proteger a uno de esos grandes carnívoros como el oso mediante la aplicación de restricciones a la actividad cinegética.

El autor de la norma es el director general de Caza y Pesca, Jorge Valero, expresidente de organización agraria Araga y uno de los altos cargos de la ultraderecha que ya antes de su fichaje mostraba públicamente su admiración por fascistas despiadados como el general José Millán Astray, unas manifestaciones que al final resultaron avaladas de hecho por el presidente del Gobierno autonómico, Jorge Azcón, que declinó cesarlo.

“Hay que pensar en que ahora es una nueva etapa”, dijo, tras calificar esas manifestaciones de Valero, y otras de corte similar de la directora general de Justicia, Esmeralda Pastor , como “desafortunadas” e instaurar, al mismo tiempo, un baremo antes/después tan estricto como para eludir aplicarlo a personajes públicos ajenos a su partido y/o su ejecutivo.

El “incremento de la presión cinegética del jabalí”

La resolución, firmada el 20 de septiembre y publicada el 4 de octubre, completa otra del Gobierno anterior fechada en marzo y que aprobaba los planes anuales de aprovecha­miento cinegético de las siete reservas de caza y diez cotos sociales de la comunidad, en todos los casos con un aumento de las ‘facilidades’ para la caza del jabalí que recoge el Plan General de Caza, publicado unas semanas más tarde.

Este último documento contempla, de acuerdo con las directrices estatales, un “incremento de la presión cinegética del jabalí” para “reducir el riesgo de entrada y difusión del virus de la peste porcina africana en España” y para “disminuir los daños agrarios que esta especie produce en determinados cultivos”.

A partir de ese argumento, se autorizan las batidas en cultivos de regadío de maíz, sorgo, girasol, colza o soja “del 15 de agosto al cuarto domingo de febrero” y se permite cazarlo “en cualquier época del año ”durante los recechos de caza mayor“ siempre lo autorice ”el titular de la gestión del terreno cinegético“.

Sin embargo, tanto el Plan General de Caza como los específicos de las reservas y los cotos habían pasado por alto un aspecto: ¿qué ocurre en las zonas cinegéticas con presencia del oso?

Zonas de exclusión de batidas” en las reservas de caza de Los Valles y de Benasque

“En la actualidad hay dos reservas de caza con presencia habitual de oso constatada, la Reserva de caza de los Valles y la Reserva de Caza de Benasque”, dice la resolución, que considera “necesario dictar una serie de normas que permitan el necesario control me­diante batidas de caza de determinadas especies de caza mayor, especialmente el jabalí”, en ellas.

Y las normas han resultado ser el establecimiento en esas dos áreas, de 375 y de 239 kilómetros cuadrados de extensión, de “zonas de exclusión de batidas” de unos 500, ya que las cubren prácticamente por completo, y en las que “no se podrán realizar batidas de caza”.

En el conjunto de las reservas las eventuales batidas “se suspenderán inmediatamente si durante la realización de las mismas tiene lugar la presencia de oso”.

La resolución de Valero incluye la “intensificación de la presión cinegética sobre el jabalí”, es decir, la habilitación de facilidades para su caza, entre las “medidas de forma sostenible a largo plazo” que sugiere la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) para “controlar y en su caso reducir la densidad de po­blaciones de jabalí en Europa (…) como una medida preventiva clave para mitigar el riesgo que representa la PPA para la UE”.

Más de un tercio de los cazadores cuelga la escopeta en una década

“Una de las modalidades de caza más efectivas para el control de esta especie es la batida”, concluye el texto, que declara “necesario el control efectivo de las poblaciones crecientes de jabalíes dadas las graves implicaciones que conlleva la tendencia poblacional de esta especie”, entre las que incluye algunas tan naturales como la “competencia por los recursos y degradación de hábitats, incluyendo la interacción con otras especies silvestres, como la perdiz roja u otras con un régimen de espe­cial protección”.

En cualquier caso, el discurso oficial de tendencia a la ‘barra libre’ para la caza del jabalí choca con la realidad de una actividad en clara decadencia en los últimos años.

Concretamente, y según recogen los Anuarios de Estadística Forestal del Ministerio de Agricultura, el número de licencias de caza activas en Aragón se ha reducido un 35% en los diez años transcurridos entre 2012 y 2021, periodo en el que pasaron de 51.321 a 33.359.

El gran escalón tuvo lugar en el año de los confinamientos, en el que el número de licencias se redujo en casi 11.000, de 43.403 a 32.459, una cifra que supera en algo más de 3.500 (+47%) a la mucho más sostenida de los siete ejercicios anteriores.

El registro tiene más relación con la avanzada edad de los cazadores que con la intensidad de las restricciones sobre esa actividad, autorizada desde la segunda fase de la escalada.

En 2021 se produjo una leve recuperación de 900 licencias que, con 30.273 de carácter autonómico y 3.806 interautonómico, situaron la cifra total en 33.359.

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