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Zaragoza apaga sus barrios y futuro con el cierre de siete zonas jóvenes: “Perdemos un espacio de socialización”

Zona joven de Santa Isabel

Naiare Rodríguez Pérez

8 de agosto de 2025 22:35 h

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“Es un jarro de agua fría. Perdemos mucho más que un local. Perdemos un punto de encuentro, un espacio de socialización entre iguales, un lugar donde sentirse parte de una comunidad”. Así lo expresa Eva Ramos, presidenta de la Asociación Vecinal de Parque Goya, quien no oculta su indignación tras conocer que la zona joven de su barrio, al igual que otras seis repartidas por la capital aragonesa, cerrarán en otoño.

La decisión del Ayuntamiento ha generado una oleada de reacciones, tanto entre asociaciones vecinales como entre los propios trabajadores y usuarios de estos espacios, que ven cómo se apaga una red social y educativa construida durante años.

Los centros, hasta ahora gestionados por entidades sociales, han sido pilares fundamentales de la vida juvenil de los barrios. No solo como espacios de ocio, sino como entornos seguros, de escucha, participación y vinculación comunitaria.

Según explica Ramos, en Parque Goya, tampoco hay equipamientos deportivos ni centro cívico, así que “nos quedamos sin el único servicio para jóvenes”. En este sentido, asegura que “perdemos esas ideas nuevas, expresiones culturales distintas y la energía transformadora de la gente joven”.

Las consecuencias, tal y como señala, van más allá del cierre de una puerta: “Se debilita el tejido social y la oportunidad de construir un entorno cercano más justo, activo y solidario”.

Zonas jóvenes: mucho más que ocio

En Santa Isabel, una de las zonas afectadas, el educador social Víctor Ricarte descubre la situación como un proceso de “acoso y derribo” por parte del Servicio de Juventud municipal. “No sabemos nada más allá del comunicado, que afirma que se finaliza en otoño. No sabemos aún fecha concreta, ya que el Servicio de Juventud cortó hace ya tiempo la comunicación total con los trabajadores y lo hacen únicamente con las empresas, a las que por ahora tampoco han dicho nada”, apunta.

A pesar de este silencio y falta de información, reconoce que la plantilla es responsabilidad de las empresas, que se deben atener a unos pliegos de licitación y, por lo tanto, tendrán que hacerse cargo de los trabajadores.

“Actualmente están estudiando la situación para ver qué alternativas pueden darnos a los trabajadores”, remarca, además de denunciar que se enteraron por la noticia publicada en la web del consistorio y que las empresas recibieron un correo “solo una hora antes de sacar la noticia”.

Del mismo modo, lamenta que no se les ha ofrecido ninguna alternativa y que se produzca esta “violencia institucional y un proceso de acoso y derribo”. Y es que, según detalla, “el Ayuntamiento simplemente ha cesado, unilateralmente, la actividad sin darnos ninguna alternativa”.

Ricarte advierte que el cierre de estos espacios no solo implica dejar a la juventud sin alternativas, sino también eliminar espacios de prevención y de acompañamiento. “A estos recursos acude gente de todo tipo, sin discriminación. Existen personas con diversidad funcional, chicos con vidas completamente normalizadas… Y todos encuentran un lugar seguro donde poder expresarse libremente”, sostiene.

Además, agrega que lo “peor” es que el Ayuntamiento no propone una alternativa real y el mensaje que lanza es “no sois una prioridad”.

Esta misma sensación la comparte Laura, una joven de Zaragoza que se considera “muy participativa” gracias a haber estado en zonas jóvenes. “Una educadora me ayudó y empecé a apuntarme a cosas por ella. Son necesarias. Es un espacio de ocio y educativo gratuito que pagamos todos y todas con nuestros impuestos”, considera.

Por ello, bajo su punto de vista, la toma de decisión de cerrar siete de estas zonas es “errónea” y “se debería paralizar” porque, aunque quieran renovar los espacios, “no deberían echar a toda la gente que lleva años trabajando y el Ayuntamiento debería preguntar antes de hacer cosas”.

“Son todo decisiones políticas sin tener en cuenta a las personas a las que realmente afecta. Pienso que no se nos está escuchando y que se nos dice que sí, que es por nosotros, pero no. Muchos jóvenes pensamos que no es una buena idea cerrarlas”, subraya, además de reconocer que “muchos no se van a poder permitir ir hasta El Túnel, en Oliver, o La Azucarera, en el barrio Jesús”.

La respuesta del Ayuntamiento

Sin embargo, desde el Consistorio se ha argumentado la decisión como parte de una “reorganización” para concentrar actividades en macrocentros como el de La Azucarera. Pero ni las distancias, ni la falta de contacto directo con el territorio, convencen a quienes trabajan en el día a día de los barrios.

El “nuevo modelo” de juventud del Gobierno de Zaragoza ha tomado la decisión de prescindir de las zonas jóvenes de Arrabal, Parque Goya, La Jota, Santa Isabel, Valdefierro, Casablanca y Miralbueno, algo que el colectivo SOS Zonas Jóvenes considera “una vergüenza”.

Al respecto, Eva Ramos indica que “en el macrocentro se programa para ir, consumir y marchar”, “nada que ver con una zona joven donde puedes acudir a estar, conocer gente y encontrar otras opciones de ocio”.

A la falta de alternativas se suma el impacto desigual de la medida. “Este Ayuntamiento no se preocupa demasiado por los barrios. Es más de macrocentros y macroeventos en el centro. El sentimiento de abandono es total. Cada recorte no es solo económico, sino simbólico y político. Nos sentimos un barrio de segunda”, afirma la presidencia vecinal de Parque Goya.

No obstante, Ricarte puntualiza que los trabajadores no están en contra de los nuevos centros porque “todo lo que sea mejorar los servicios culturales y de ocio de la ciudad es perfecto”. “Pero no que estos sean a costa de cerrar servicios que funcionan”, aclara.

La preocupación por la salud mental juvenil también está sobre la mesa, ya que, según denuncia Ramos, eliminar estos espacios seguros, “donde tienen a una persona de referencia que les escucha”, es una “contracción” con la “preocupación real” por la salud mental de los más jóvenes.

A su vez, Ricarte explica que estos espacios son mucho más que centros de ocio, ya que sirven de herramienta de intervención socioeducativa. “Seguimos una programación que fomenta la deportividad, la igualdad, el respeto mutuo y otros valores”, añade. Sin embargo, lamenta que las condiciones laborales llevan congeladas siete años y la inversión ha sido, además, escasa.

Reacciones políticas y sindicales

El sindicato CGT ha sido tajante también con este asunto al denunciar los cierres como un golpe a la juventud de los barrios, exigiendo que se mantengan estas zonas jóvenes como espacios de referencia en sus entornos.

A esta idea se suma UGT, desde donde reclaman mayor diálogo con los trabajadores y un compromiso “real” con las políticas de juventud.

Desde la oposición, PSOE y Zaragoza en Común han pedido explicaciones públicas al equipo de Gobierno municipal y han registrado iniciativas para frenar los cierres. “No se puede entender una ciudad que margina a su juventud”, ha afirmado el concejal de ZeC, Suso Domínguez, mientras que el PSOE ha advertido que “no se trata solo de cerrar equipamientos, sino de cortar vínculos con la comunidad”.

Ante el silencio institucional, las entidades vecinales y trabajadores ya están organizándose para movilizarse, visibilizar la situación y exigir espacios de diálogo.

“Queremos seguir luchando por nuestros barrios y por los espacios comunitarios. Rechazamos el cierre, defendemos lo público y exigimos que no se cierre ninguna zona joven más en Zaragoza”, concluye Ramos.

Pero no solo las entidades y los trabajadores lo piensan y sienten así, sino que los diferentes usuarios se ven “abandonados” de la misma forma. “La juventud va a plantar cara. No vamos a permitir que nos cierren más espacios. Es una detrás de otra”, afirma Marta, una joven de 23 años de la zona del Actur.

El cierre de estas zonas no es una mera reestructuración. Para muchas personas es la pérdida de un lugar donde crecer, confiar y ser parte de algo. Y es que, tal y como subrayan, una ciudad que apaga la voz de sus jóvenes es una ciudad que también apaga parte de su futuro.

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