Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Israel se prepara para una ofensiva en Rafah mientras el mundo mira a Irán
EH Bildu, una coalición que crece más allá de Sortu y del pasado de ETA
Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera
Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

La derecha vira más a la derecha

Carlos Iturgaiz.

Arsenio Escolar

14

Con la sustitución del moderado Alfonso Alonso por el aznarista Carlos Iturgaiz como candidato del PP a lehendakari en las elecciones del próximo 5 de abril, Pablo Casado da un nuevo acelerón en el reposicionamiento de su partido. La vuelta a las esencias del PP era esto: regresar a la radicalidad de derechas y quitarse lo de “derechita acomplejada” aproximándose y cortejando a los que se lo llamaban. En su primer día de candidato, Iturgaiz ha batido el récord de guiños amigables a Vox.

Entre los dirigentes nacionales del PP, hay quien no las tiene todas consigo. Algunos se temen que en las elecciones vascas les vaya mal o muy mal. Con Alfonso Alonso de cabeza de lista, el fracaso hubiera sido del dirigente alavés. Tras su destitución fulminante por Casado este domingo, el posible fracaso será del presidente nacional, del propio Pablo Casado.

La crisis, que en origen se desata al afrontar las

negociaciones con Ciudadanos para ir juntos a las elecciones gallegas y vascas, ha dejado otra imagen que favorece poco a Casado. Ha quedado como un líder fuerte con el débil (Alfonso Alonso) y débil con el fuerte (Alberto Núñez Feijóo). Mal mensaje interno.

Tanto Feijóo como Alonso estaban cargados de razón en lo que decían sobre Ciudadanos: ahora no aporta gran cosa a la suma. En Galicia y en Euskadi, el peso electoral del partido naranja es irrelevante. En ninguna de las dos comunidades logró escaños en las anteriores elecciones autonómicas, las de septiembre de 2016. Y en las generales de noviembre pasado, que fue la última vez que gallegos y vascos pasaron por las urnas, la cosecha de sufragios conseguida por Ciudadanos en esas comunidades fue escasísima y la de escaños nula.

En Galicia, hace tres meses, el PP fue el partido más votado, con 470.041 sufragios; y Ciudadanos el sexto, con 63.571. Por cada voto naranja hubo por tanto 7,46 votos azules. En Euskadi, el PP fue el quinto partido más votado, con 103.821 papeletas; y Ciudadanos el séptimo, con 13.058. La proporción entre ambos fue similar a la de Galicia: por cada voto naranja hubo 7,95 votos azules. No le faltaba razón a Alfonso Alonso. ¿A un aliado que te va a dar un voto por cada ocho tuyos le regalas los números dos en la lista de Vizcaya y de Álava o, como hizo Feijóo en Galicia, le invitas a que renuncie a sus siglas y te dé apenas algunos nombres suyos para posiciones muy retrasadas en las listas electorales, de esas que tienen difícil convertirse en escaño?

La generosidad de Casado con Ciudadanos en el acuerdo para País Vasco no es tal, obviamente. Es estrategia para dos fines de mayor calado. Por un lado, un gesto para que en las elecciones catalanas -aún sin fijar, pero que en teoría serán en pocos meses- el PP sea recompensado por los naranjas, allí mucho más fuertes que los azules en las anteriores autonómicas pero muy parejos ambos en las generales de noviembre pasado (el 10N, en Cataluña, por cada voto a Ciudadanos hubo 1,32 al PP), con posiciones relevantes en las listas conjuntas que ya se han empezado a negociar. Por otro lado, y esa es la clave principal y de ámbito estatal, con todos estos movimientos Casado mete del todo a Ciudadanos en la órbita del PP y lo convierte en un satélite cada vez más cercano y más dependiente, al que a corto o a medio plazo, tras las fases de coalición electoral y de integración en listas, se intentará fusionar por absorción.

¿Y Ciudadanos se deja? Quizás no le quede otra salida. De volver a ser un partido de centro que ejerza de bisagra ya no habla ni el sector crítico con el mando. Tras el batacazo que sufrió en noviembre pasado, el partido que entonces lideraba Albert Rivera y que ahora lidera en teoría una gestora y en la realidad Inés Arrimadas se ha quedado no solo grogui, desnortado y sin apenas proyecto ni hueco sino también arruinado económicamente. Había cambiado hacía poco de sede central en Madrid, y se había ido a una grandísima, propia de un partido en fase de gran crecimiento, a la que ahora le sobran muchísimos metros. Y había tomado préstamos electorales por los 4,15 millones de votos y los 57 escaños en el Congreso que cosechó en abril pasado y ha visto cómo ahora no puede devolverlos con los magros retornos financieros que le dan los 1,63 millones de votos y los 10 escaños de noviembre. Entre el personal se teme desde hace semanas un ajuste inminente y severo. ¿Lo hará la gestora o lo hará la nueva dirección que surja de las primarias que culminan en marzo? ¿La delicada situación económica interna estará influyendo también en la deriva política y de posicionamiento?

Tras el acelerón de reposicionamiento de la derecha PP-Ciudadanos dado por Pablo Casado, dos hechos muy significativos este lunes. Uno: Alfonso Alonso, al que se llegó a barajar hace pocos años como sucesor de Rajoy en el liderazgo del PP, deja la presidencia del PP vasco y abandona la política. Y dos: su sucesor como candidato a lehendakari por el PP, Carlos Iturgaiz, habla de “aunar fuerzas” con Vox, el partido de Santiago Abascal -al que califica como “una persona maravillosa”-, para hacer frente al Gobierno “fasciocomunista”, apelativo novedoso para referirse al de Pedro Sánchez con Unidas Podemos.

Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Etiquetas
stats