Cantabria continúa en alerta por sequía y afronta las estaciones más calurosas con las reservas al 40%
Ni precipitaciones ni deshielos han servido. Media Cantabria ha dejado el invierno atrás en alerta por sequía y afronta los meses de más calor prácticamente como afrontaba el invierno: con las reservas de agua en sus niveles más bajos, lo que no propicia nada bueno para el próximo verano.
Cantabria acaba de entrar en primavera con las reservas de agua que apenas rozan el 40%, uno de los porcentajes más bajos de los que se tiene memoria y que pone en evidencia que el invierno ha pasado sin pena ni gloria y que se aproxima un verano con olas de calor y una capacidad de los pantanos muy mermada para contrarrestarlas.
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de la que depende el pantano del mismo nombre, y prácticamente toda la cuenca campurriana, considera que esta zona está en un escenario de sequía y el embalse, en estado de alerta.
El pantano del Ebro dispone actualmente de 208 hectómetros cúbicos, menos de la mitad de su capacidad, que es de 541 hm3. La Cohilla, por su parte, tiene embalsados 9 hm3, sobre una disponibilidad de 12; y Alsa está casi lleno, con 20 hm3 frente a los 22 que tiene de capacidad.
El gran peso que tiene el embalse hace que él condicione las reservas hídricas de la Comunidad (los embalses de Alsa y La Cohilla son mucho más pequeños y fueron pensados para el suministro eléctrico, no para el consumo humano y agroganadero).
De este modo, Cantabria está en sequía, a diferencia del resto de comunidades del norte del país, cuyas reservas hídricas dan una media muy superior a la cántabra. Incluso Castilla y León se encuentra en términos generales mucho mejor que Cantabria.
Lo que echa la media estadística abajo es la situación del pantano del Ebro, que se encuentra por debajo de la mitad de su capacidad. Esto marca una tónica distinta a la del resto del norte con la única excepción de los pantanos de Cervera y Aguilar, precisamente próximos al del Ebro, que apenas aguantan el 26,4% y el 39,3% de su capacidad de embalse, respectivamente.
No obstante, el bajo nivel del pantano cabe ser atribuida no solo a la climatología, sino también a la sobreexplotación que experimenta precisamente por la mayor demanda de consumo humano y la proliferación de construcción de viviendas, según consideran las organizaciones conservacionistas.
Agua en Cantabria
Según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Transición Ecológica, el nivel de agua embalsada en la Comunidad, a 20 de marzo, era del 41,22%, muy por debajo de la media nacional del 51% y aún más por debajo de la media nacional de la última década, que fue del 63,9%.
Comparándola con las autonomías limítrofes y del norte, Cantabria está muy por debajo: Asturias se sitúa en un 67,32%; el País Vasco, en un 75,59%; Galicia, en un 78,80%; Castilla y León, en un 67,24%, y La Rioja, en un 72,94%.
En hectómetros cúbicos, hay embalsados 237 en la Comunidad, cuando la capacidad total es de 575. Hace un año, el volumen de la reserva hídrica era del 69,04% de la capacidad, en total, 397 hm3. Hace 10 años, la reserva era aún mayor por estas fechas, 441 hm3, un 76,75% de la capacidad.
El año hidrológico -precipitación acumulada desde octubre de 2022- ha sido seco y registra un déficit del 16%, según la Agencia Estatal de Meteorología.
El año hidrológico -precipitación acumulada desde octubre de 2022- ha sido seco y registra un déficit del 16%
La situación hidrológica de este año es preocupante, después de un 2022 que fue “extraordinariamente seco”, según Aemet. Del invierno puede decirse que la Comunidad ha tenido temperaturas con valores normales, siendo diciembre muy cálido con una temperatura media de 9,2 grados, el cuarto más caluroso de su serie; un enero frío (5,7 grados) y un febrero normal (6 grados).
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