Hacienda se ahorra 2,3 millones a la hora de modernizar la gestión tributaria de Cantabria

La multinacional Gestión de Tributos Territorial, S. A. será la encargada de que la Hacienda autonómica, la Agencia Cántabra de Administración Tributaria (ACAT), dé el salto definitivo a internet, tras la adjudicación de un megacontrato de 10 años por 7,1 millones de euros. La oferta y selección a la postre de GTT fue única y ha supuesto un ahorro de 2,3 millones de euros, ya que se ofertó un precio de salida de 9,4 millones de euros por el servicio.

Gestión de Tributos Territorial acaba de iniciar su expansión en la América hispana. Cuenta con 700 empleados y cientos de clientes institucionales, sobre todo ayuntamientos, según informa en su página web, entre los que se encuentran el de Santander. Entre sus clientes se encuentran además gobiernos como los del País Vasco y La Rioja, diputaciones provinciales y sobre todo ayuntamientos, caso de Barcelona.

“GTT es una empresa que ofrece desde la gestión integral hasta la consultoría, pasando por la colaboración tributaria y la disposición de un sistema de información tributario”, explican desde la compañía.

Lo que va a hacer esta multinacional con la ACAT es la migración de datos, implantación, puesta en marcha y mantenimiento de un sistema de gestión integral de los procedimientos de aplicación de los tributos y otros procedimientos administrativos competencia de la ACAT con soporte nativo para la tramitación electrónica en la 'nube'. 

La ACAT, que dirige César Aja, justificó la licitación de este megacontrato en un mejor servicio al ciudadano acorde con los tiempos y con los nuevos usos que ha establecido la pandemia por COVID-19 a la hora de que el ciudadano mantenga relación con la Administración, en este caso tributaria.

Una de las consecuencias de este sistema de gestión es que la Agencia podrá disponer de acceso a sus documentos en cualquier emplazamiento (mediante el uso de la 'nube' en internet) y prescindirá del uso del papel, algo que recientemente le causó un quebradero de cabeza al descubrirse documentos reservados en un contenedor de residuos de Santander.