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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Adioses

Esperanza Aguirre, Dama Paracaidista de Honor

Patricia Casado

Una vez fui a la boda de una amiga y a eso de las cuatro de la mañana decidí irme para casa. Me despedí de los novios deseándoles un maravilloso viaje, felicité a los orgullosos y algo borrachos padrinos, besé cariñosamente a algunos invitados con los que había bailado y me fui.

Yo estaba convencida de que me iba, hubiera dado una rueda de prensa para despedirme si así me lo hubieran pedido. Se acababa, era el final. Así que cogí un taxi y a la altura de Cuatro Caminos caí en que uno de los invitados me gustaba un poco y por algunas cosas que recordaba era probable que yo también a él: otra vez me había precipitado, mierda. No me quedó mas remedio que pedir al taxista que volviera a llevarme a la fiesta. Entré, hice el gesto habitual de no te preocupes, cosas mías a mi amiga, sonreí a los confusos padrinos y a por el guapo invitado que fui.

Es que la vida es un poco así, todo el rato. Un adiós, me marcho, un tomo la última y me voy, un el lunes lo dejo sin falta y un hasta aquí hemos llegado. Pero, al final, te quedas un poco más o vuelves o sigues para siempre.

Por eso este fin de semana ha sido muy de la vida, de mi vida. Porque resulta que este fin de semana han vuelto Jesulín de Ubrique, Fran Rivera y Esperanza Aguirre después de que los tres se fueran con lágrimas, ruedas de prensa y muchas orejas y rabos cortados en sus dilatadas carreras profesionales. Y les entiendo muy bien, cómo no, ¡cómo podría juzgarles, si yo lo dejo y lo tomo todo un par de veces al día!

Jesulín y Fran Rivera vuelven porque dicen que les corre no sé qué por las venas, porque es lo mejor que saben hacer, por vocación, por su público y, bueno, porque el dinero también estimula un poco. Como Esperanza, vaya. Si ya os digo, lo mismo.

Y en la reaparición de estas tres grandes figuras, pequeños nubarrones. A Jesulín no fue a verle su mujer, la Campanario, y esto huele a discusión, os lo digo yo como experta en corazón que soy. Fran Rivera se tropezó, le corneó un toro con la puntita limada y le rompió el pantalón. Y Esperanza tuvo un/otro desacuerdo con Rajoy y su bando. Malos augurios para una vuelta en unas vidas y situaciones análogas.

Los tres estuvieron en lo mas alto. A Jesulín le tiraban bragas y sujetadores, follaba como si fuera Luis Miguel Dominguín y ellas se creían Ava Gardner al volver a casa tras una noche con él. Se compró una finca grande y hortera y la llenó de tigres y de coches caros. Allí se celebraron las verbenas indoor más divertidas de España; se bebían tantas botellas de Moët & Chandon como de Lambrusco. Luego fue todo a menos: Belén Esteban, una ruina tras otra, una familia como todas las familias con sus cosas de familia, una mujer condenada por estafa y, al final, acabar en Torrente V.

Fran Rivera, un Rivera Dominguín a mí plin desde que nació. Fue uno de los dos bendecidos hijos por la genética de su padre. Hijo de su madre, que era guapa, drogata y amiga del Pai, el Cabra y el Chuli. Se casó con una duquesita, hija de una duquesona, por eso nadie se atrevía a decir que era un torero regular. Momentos de gloria aquellos. Después todo cambió y acabó haciéndose novio de Rebeca, la de “duro de pelar”. Imagínate.

Esperanza Aguirre también va a menos después de haber reinado muchísimo. De concejala subió a ministra de Educación y Cultura. De ahí a presidenta del Senado, presidenta de la Comunidad de Madrid y ahora vuelve para ser alcaldesa. Y siempre rodeada de los mejores: Aznar, Bárcenas, sus hijos, Granados, su hermana, Carromero, sus primas, López Viejo, Florentino, Jesús Neira, Fefé... No hay nadie que combine tan bien el liberalismo con el absolutismo, ha sido la mejor en esto.

En su despedida de la vida pública Esperanza lloró tanto como Fran cuando se cortó la coleta o como Jesulín en cada una de sus 347 despedidas. Nos contó algo de una enfermedad y de volver a ser funcionaria para llevar una vida apacible y tranquila. Pero ya se sabe cómo son estas cosas: un consejo de administración te lleva a una cosa y presidir un partido a otra. Total, que vuelve. Como los toreros. Por lo mismo que ellos pero un poco también por los madrileños, los pobres, que el deseo de salvar al pueblo español no se te va nunca, que lo llevas dentro.

Dice Esperanza que si no gana se quedará tan tranquila de concejala, que ella es muy humilde. Ay, madre, ya verás como  en esta vida paralela que llevan Jesulín y a Fran se quedan también de novilleros si hacen unas malas corridas. Ya.

Si yo tuviera una plaza no sé si contrataría a Fran Rivera o a Jesulín de Ubrique. Si yo tuviera un partido político no sé si contaría con alguien como Esperanza Aguirre.  Pero lo mismo te digo una cosa que te digo la otra, ya sabéis: que, de ser ellos, seguro que yo también volvería, como volví aquella vez a la boda. Todos somos un poco esclavos de vicios y egos, para que negarlo.

Y las plazas se llenarán de pañuelos y las urnas de votos pero yo que sé, hay veces que los adioses deberían ser para siempre. Yo misma, por ejemplo, no debí volver nunca a esa fiesta.

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