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Entrevista Sonsoles López, directora de Cáritas

“Lo que nos viene es tremendo, pero estamos pensando en mañana, en cómo llegar al empleo”

Sonsoles López, directora de Cáritas en Cantabria.

Javier Fernández Rubio

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Sonsoles López, directora de Cáritas Diocesana de Santander, recibe en su despacho con una amplia sonrisa y se sienta. Se encontró hace tres años al frente de Cáritas en Cantabria y tiene todas las papeletas para estar otro período más. ¿Cómo llegó a esta situación? Trabajaba de voluntaria y hacía trabajo de parroquia y al final la fueron tanteando hasta que el secretario general de la Diócesis y el obispo la confirmaron que era la mejor opción para tomar el relevo en la Dirección. Quien piensa que “cuando entras en la vida de una persona pisas suelo sagrado” dirige el trabajo de 700 voluntarios. Ha pasado por momentos duros y difíciles pero no se arredra, ni con las crisis pasadas ni con las futuras para las que se preparan ya en esta ONG.

Han pasado seis meses desde que estallara la pandemia por COVID-19. ¿Cómo lo han vivido ustedes, que viven pegados a las personas más necesitadas?

Estamos acostumbrados a vivir en el filo de la navaja. La pandemia ha sido un tsunami que nos ha cambiado la vida a todos. Pero nuestra capacidad de reacción fue inmediata porque, como digo, estamos siempre en el filo. Ya el año pasado el informe de Foessa sobre exclusión social veía que había una franja de personas que estaba en la exclusión y una franja de personas con trabajo precario que iban tirando y que vivía casi en exclusión. Veíamos que como ocurriera cualquier cosa se irían abajo, a la exclusión, y ha ocurrido.

¿Y qué respuesta les han dado, teniendo en cuenta que durante tres meses tuvieron que mantener las puertas cerradas como todos?

Somos la última puerta a la que llamar. Aquí vienen cuando ya no tienen a dónde ir. No podíamos abrir pero tenemos una red tremenda y echamos mano del teléfono, la web y las redes sociales para contactar con los que lo necesitan. Acompañamos a las personas. Queremos estar donde no esté nadie. Por ejemplo, llevamos años trabajando con la tarjeta monedero que se rellena para necesidades básicas y sabemos lo que los compradores han consumido.

¿Prefieren la tarjeta monedero que facilitar alimentos en especie como se sigue haciendo en otros sitios?

“'Es que darme una bolsa no me soluciona”, nos dicen. Y tienen razón. No van a comer lo que yo les diga. Si pueden elegir dónde comprar y qué mantienen su dignidad y tienen la sensación de que pueden salir de esto. Ahora hay bastantes ayuntamientos y ONG que están siguiendo el mismo camino.

¿Cómo se usan estas tarjetas?

Son tarjetas de prepago y no llevan identificación. En algunos casos, si no había tarjeta, como en núcleos reducidos, se llamaba al supermercado avisando de que acudirían para la compra y se pasaba el cobro a la parroquia. También hemos hecho transferencias bancarias y nos presentaban el ticket de compra.

¿No ha habido picaresca?

Eso es un bulo. La gente es muy buena y hay pocos engaños. Los casos de picaresca son mínimos.

¿Cuánto dinero en ayudas han tenido que invertir para dar respuesta a las peticiones?

Hemos invertido hasta junio 300.000 euros y hemos realizado 8.000 intervenciones.

Y dado que se sirven de donativos, ¿cuál ha sido la respuesta de los cántabros?

La respuesta cántabra ha sido buenísima. Ha sido impresionante. También ha sido importante la respuesta del Obispado y las parroquias.

La pandemia todavía no se ha ido y se avecinan nuevos tiempos. ¿Cómo los afrontan?

Si algo bueno hay de lo que ocurre es darnos cuenta de lo frágiles que somos. Ahora vamos a empezar a trabajar con las empresas. Vamos a crear una agencia de colocación y primero queremos es que (las empresas) nos conozcan y ofrecernos a ellas. Estamos haciendo una apuesta de futuro. Creemos que esta incertidumbre se tiene que transformar en esperanza. Lo que nos viene es tremendo, pero estamos pensando en mañana. Pensamos en cómo llegar a las empresas, al empleo.

Si algo bueno hay de lo que ocurre es darnos cuenta de lo frágiles que somos. Ahora vamos a empezar a trabajar con las empresas. Vamos a crear una agencia de colocación

Sonsoles López Directora de Cáritas

¿Tienen algún proyecto más?

Tenemos proyectos para la infancia porque nos estamos reinventando: dar clases particulares a distancia y hacer un seguimiento de las necesidades de las familias. También hay una brecha familiar porque los colegios no son igualitarios. Son todos iguales cuando van a él los niños, pero cuando salen hay discriminación. Nosotros hablamos con todos. Es importante escucharlos y entonces se descubren más cosas: soledad, que el hijo no va al colegio, que no tienen internet ni para hacer los deberes...

Y, al tiempo, me imagino, que seguirán atendiendo a quienes acudan.

Nosotros siempre remitimos primero a los servicios sociales porque es un derecho. Es verdad que la pandemia lo ha colapsado todo. Pero nosotros no cerramos la puerta a nadie, ni a los de antes, a los crónicos, ni a los que han vuelto con el trabajo precario, ni a los nuevos que vienen porque han sido despedidos, están en ERTE u otras situaciones. Facilitamos ayuda para vivienda, gastos de la casa como agua y luz, trámites para el Ingreso Mínimo Vital y atención a inmigrantes. También nos viene mucha gente en situación irregular que se ha encontrado aquí confinada y sin nada y les hemos dado respuesta porque la caridad no cierra.

Entonces, hacen las veces de un Plan B para cuando lo público falla o es insuficiente...

Con el Ingreso Mínimo Vital venían a nosotros cuando todo se bloqueó. La administración está intentado hacerlo bien pero la capacidad humana es la que es. No solo vienen por el Ingreso Mínimo Vital, una lucha que Cáritas llevaba haciendo por conseguirlo, porque lo que ha llegado no cubre las necesidades básicas de una familia. El IMV no es la solución para ellos.

¿Han tenido casos positivos entre las personas que atienden, en sus centros?

Somos privilegiados porque tenemos proyectos con gente de salud delicada y en Hogar Belén no hemos tenido ningún caso.

Tienen mucha implantación en la Cantabria rural. ¿Qué puede enseñar lo rural a lo urbano?

Lo bueno de los sitios pequeños es que han creado mucha intercomunicación, mucho trabajo en redes. Es a lo que tenemos que ir: a trabajar en el barrio, en lo pequeño.

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