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Blog dedicado a la crítica cinematográfica de películas de hoy y de siempre, de circuitos independientes o comerciales. También elaboramos críticas contrapuestas, homenajes y disecciones de obras emblemáticas del séptimo arte. Bienvenidos al planeta Cinetario.

‘Anomalisa’, de Charlie Kaufman y Duke Johnson: un llenazo existencial

Cartel de 'Anomalisa'

Alicia Avilés Pozo

Está todo dicho y sentido. Puede que no haya ningún sentimiento ni dolor el mundo en el que como individuos podamos ser los únicos, los primeros. Eso lo sabe un genio como Charlie Kaufman desde que era solo un escritor maltratado y por eso su originalidad radica en la búsqueda de repetir de mil formas diferentes un vacío existencial que no deja de reinventarseporque va pegado como un parásito a la condición humana.  Solo busca, de nuevo, un oasis cinematográfico, no de autocompasión como muchos equivocadamente interpretan, sino de autocomprensión. El ideólogo literario de 'Cómo ser John Malkovich', 'Adaptation' y 'Olvídate de mí', se atreve con la animación stop-motion acompañado de Duke Johnson, un genio de las marionetas en tres dimensiones, para componer esta obra maestra sobre el aburrimiento y el amor. Con ello da un paso más tras su fabulosa ópera prima como director, 'Synecdoche, New York'.

Más compleja de lo que aparenta, 'Anomalisa' es una película de animación para adultos atrevida, paradójicamente humana, divertida y desoladora. Todo eso en 90 minutos que resumen la noche que pasa en un hotel de Cincinnati el ‘coach’ Tom, vendedor de ideas de atención al cliente totalmente muerto por dentro, al que únicamente rodea la misma voz, siempre la misma, en las mismas caras, en todas las conversaciones cruzadas y propias. Los rostros ensamblados de Kaufman se cruzan con el protagonista como un cromo repetido que no hay manera de intercambiar, hasta que una voz diferente, la de Lisa, aparece en medio de la noche para otorgarle unos instantes de vida auténtica.

Podría ser una comedia negra si no estuviera plagada de tristes existencias. Podría ser un drama si no se le viera la simpática ironía abultada en sus bolsillos. Así que puede ser cualquier cosa que queramos.  Como si su director nos diera a elegir nuestra propia aventura, un sef-service cinematográfico de emociones donde picotear para deleitarnos en sus momentos de éxtasis o acurrucarnos en un rincón cuando todo se desvanece. Con admirables parecidos a Her, de Spike Jonze, el universo de Kaufman es adorable y cursi, desolador y gris, se ilumina y se apaga con cada frase, y en esa montaña rusa o te dejas dar vueltas o las conclusiones te superan.

Tom y Lisa somos todos nosotros rebuscando en el cajón de las emociones. El aburrimiento y la pasión dándose de leches en todos los dramas personales del planeta. Son los personajes de un teatro del mundo. De hecho proceden de la obra dramática escrita por Kaufman bajo el seudónimo de Francis Fregoli (ese apellido da nombre al hotel de la película) y producida a través de la plataforma de micromecenazgo Kickstarter. En su transcurrir por las cuatro paredes del bar y la habitación de un hotel aparece además la música original de Carter Burwell (compuesta también para la pieza teatral); y en el doblaje, solo las tres voces de David Thewlis, Tom Noonan y Jennifer Jason Leigh, está última con una maravillosa interpretación de la canción 'Girls Just Wanna Have Fun', de Cindy Lauper.

Hemos leído por ahí sobre la tristeza del cine de este guionista y director neoyorquino y no hemos terminado de entender. 'Anomalisa' no es una película amarga. Es de ese agridulce explosivo que siempre deja un buen sabor. O si acaso, un mal sabor que se diluye cuando la digestión merece la pena. Como en historias anteriores de Kaufman, ni siquiera esconde su afán por disfrazar de vacío lo que en realidad supone un llenazo existencial. ¿No es Tom un afortunado? ¿No es Lisa el sueño que muchos ni siquiera llegarán a rozar? ¿No es un instante la vida entera? No comprendemos ninguna conclusión diferente a esa. La anomalía es la cuestión de vida, el motivo, y pervive porque no puede perdurar.

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