La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
La fauna “mudéjar” ibérica
A menudo suelo hacer una comparación entre los patrimonios histórico-artísticos y faunístico-ibéricos. Puede parecer un capricho sin fundamento, pero les aseguro que la correspondencia es sorprendente.
Así, tenemos una fauna “románica” que se corresponde perfectamente con el patrimonio medieval que atesora el norte de la Península, vertebrado por el Camino de Santiago, con sus influencias francesas. De este modo, toda una fauna de origen europeo o, más propiamente, eurosiberiano, predomina en el norte de la Península: el lobo ibérico, el oso pardo, el rebeco, el recientemente recuperado castor, el ciervo, el águila real, el urogallo, el armiño… incluso vivió también hasta principios del siglo XIX el lince boreal. Y tantos otros.
Tenemos también una fauna más propiamente “ibérica”, que podría corresponderse con ese patrimonio íbero, celtíbero, talayótico, tartésico, fenicio, y que está constituida por animales de origen y raigambre mediterráneos: el lince ibérico, el conejo, la liebre ibérica, el águila imperial ibérica, la lagartija balear y la musaraña ibérica, como botones de muestra.
Y también, en estricta correspondencia con el originalísimo arte mudéjar, aquel que nos dejaron los musulmanes que permanecieron entre los cristianos tras la Reconquista, existe una fauna “mudéjar”. Es una fauna originaria del norte de África y que se ha extendido a la Península Ibérica merced a las estrechas relaciones geográficas e históricas que entre ambas regiones han existido y existen en la actualidad. De hecho, una buena parte de la fauna mudéjar ha sido introducida por la mano del hombre desde aquellas tierras hermanas, como por ejemplo, el erizo moruno en la misma Península y la ardilla moruna, introducida desde 1965 en las Islas Canarias, así como el camaleón en Andalucía. Pero me gustaría aquí destacar dos especies mudéjares, muy conocidas y ampliamente extendidas por la Península Ibérica.
Ginetas y meloncillos
La gineta 'Genetta genetta' es un carnívoro de la familia de los vivérridos, que viven en las zonas tropicales del Viejo Mundo. De hecho, todas las especies de ginetas viven en África. Según los estudios genéticos, está demostrado que la gineta ha sido introducida en la Península Ibérica e Islas Baleares en distintos momentos históricos. Seguramente se trata de una herencia musulmana, pues las ginetas pueden domesticarse para cazar roedores, que constituyen el grueso de su dieta junto con los artrópodos, si bien se trata de un animal generalista y oportunista, de hábitos estrictamente nocturnos. En Europa se ha extendido también por el oeste de Francia, y se han detectado indicios de ser depredada por el águila real y el búho real.
El meloncillo 'Herpestes ichneumon' pertenece a la familia de los herpéstidos, que agrupa a las mangostas, incluidos los simpáticos suricatos africanos. En la Península es muy abundante en Portugal, y en el cuadrante suroccidental de España. Actualmente se encuentra en expansión hacia el norte, subiendo por el antiguo Reino de León. Su origen es también norteafricano, pero en esta ocasión los estudios genéticos han zanjado el debate estableciendo su carácter autóctono, al haber atravesado el Estrecho de Gibraltar en los momentos del Pleistoceno cuando el nivel del mar era lo suficientemente bajo para permitirlo. Ocupa un nicho ecológico muy parecido al de la gineta, pero no entra en competencia directa con ella debido a sus hábitos diurnos. No tiene depredadores.
Ambas especies han sido perseguidas con saña al ser consideradas, como alimañas, dañinas para la caza menor. A este respecto me gustaría indicar que el lince ibérico ha sido el gran factor limitante de estas dos especies: allá donde hay linces, el número de ginetas y meloncillos cae significativamente. El lince ataca y mata, pero no consume a los meloncillos, y sí se ha documentado que consume ocasionalmente a las ginetas. Una vez más, la fauna nos muestra su modo de autorregulación. Sobran los lazos, los cepos y los venenos.
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