La evolución de la educación para el desarrollo: del “paternalismo” del norte a la emancipación del sur
¿Qué es exactamente la educación para el desarrollo? ¿Cuál es el papel que ha cumplido en el largo camino que ha seguido la cooperación para el desarrollo y las distintas relaciones que se han forjado entre el norte y el sur? La educación para el desarrollo y la ciudadanía global es el enfoque de la XVI Jornada de Cooperación al Desarrollo, organizada por la Coordinadora de ONGD de Castilla-La Mancha y que se celebrará el próximo 2 de febrero en el Castillo de San Servando en Toledo.
“Queremos generar un espacio compartido de conocimiento y reconocimiento del papel de la Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global en la construcción de mundo más justo, equitativo y sostenible”, explican desde la Organización. La iniciativa se enmarca en el proyecto de educación para el desarrollo 'Caminando hacia el 2030, ciudadanía global para un desarrollo sostenible', financiado por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha en su convocatoria de 2017 y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Toledo y la Universidad de Castilla La Mancha.
Natalia Hipólito, docente e investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha, será la encargada de abrir la jornada con una ponencia en la que analizará los antecedentes y los desafíos de la educación para la ciudadanía global. Este concepto es una nueva perspectiva de lo que se conoce tradicionalmente como educación para el desarrollo y pertenece a una nueva “generación” de este concepto, una visión que quiere ir avanzando en las relaciones que mantienen sur y norte. La división va más allá de la geografía y se refiere al desarrollo y a la riqueza de los distintos países del mundo.
El “paternalismo” del norte
La educación para el desarrollo ha sido un concepto dinámico, tan dinámico que ahora se está introduciendo como educación para la ciudadanía global. El primer concepto, explica Hipólito, viene alrededor de los años 40', y es la primera de las cinco generaciones que se distinguen en este aspecto actualmente; la última de ellas, la llamada educación para la ciudadanía global. En los primeros años, recalca la docente, el desarrollo venía relacionado directamente con la capacidad económica de los países. “Estaba basado en un modelo capitalista y en los ingresos. Se intentaba de alguna manera copiar en el sur los modelos del norte, pero se vio que no tenía mucho sentido”, explica.
En las décadas siguientes ya se comienza a hablar de desarrollo humano, siendo las capacidades y libertades de los sujetos los que pasan a estar en el “punto de mira” y es cuando nace el actual índice de desarrollo humano. “Se empieza a hablar de capacidades y no sólo en base a la economía. Primero vemos imágenes muy estereotipadas de lo que era el sur y se trabajaba en soluciones para recaudar fondos. Esto va evolucionado”, describe Hipólito. En la segunda generación, en los años 60', ya se empieza a hablar de informar y sensibilizar en los países más desarrollados, pero desde una “idea paternalista”. “Se hablaba de que había que formarlos, una idea era que no sabían comportarse y había que enseñarles”.
La evolución real, explica la docente, llega en los años 70' cuando ya se comienza a hablar de educación para el desarrollo como tal y se entra ya en una educación más crítica, una “pedagogía del oprimido”. “Se planteó entonces que el sur no era el único responsable y se cuestiona al norte y su papel como parte del sujeto opresor de los países del sur. Comienza a existir una mentalidad más crítica y con objetivos a largo plazo”, describe Hipólito.
Estructuras de la desigualdad
De este modo, la educación comienza a plantearse cuáles son los responsables de las estructuras de la desigualdad que existen en el mundo, pensando ya en un plazo mucho más largo de lo que se podía solventar recolectando dinero. “Se trata de explicar que el norte tiene también mucha responsabilidad”. Este pensamiento continúa en la cuarta generación, cuando ya se empieza a hablar del desarrollo sostenible, lo que coincide también con el nacimiento movimiento de la globalización. “Se trata de una imagen menos estereotipada, pensando ya en un cambio a nivel global, aceptando que el modelo del norte no sirve al sur y que es necesario un cambio a gran nivel”, recalca la investigadora.
Educación para la ciudadanía global es un concepto que pertenecería a la sexta generación que está naciendo alrededor del concepto. “Se plantea una transformación de las estructuras, no acciones puntuales, sino plantear cómo cambiar este modelo mundial y se une a las anteriores generaciones a través de la educación, la investigación y la movilización social”, afirma Hipólito.
Estas herramientas quieren ayudar no sólo a que la ciudadanía esté concienciada, sino también concientizada, que “intente generar un cambio a través de la movilización y el empoderamiento de los países del sur y seguir con la referencia que es desde el norte desde donde se oprime”, asegura. Buscar la transformación social, dejando atrás el puro objetivo de la sensibilización, y así impulsar la educación y la investigación que son cruciales para llegar a este objetivo. “Se trata de buscar un modelo de transformación en conjunto con el sur, sin los tintes paternalistas, sino desde la combinación de ambas partes”, asegura.
Programa
La técnica de educación de la Coordinadora de ONGD de Navarra, Marian Pascual,Trabajo en Red para una Educación trasformadora Marian Pascual, técnica de educación de la Coordinadora de ONGD de Navarra, compartirá el proceso que se ha llevado a cabo en esta comunidad autónoma para “transversalizar la educación transformadora en la enseñanza reglada” y la responsable de base social y ciudadanía de ONGAWA Itziar Rosado explicará el papel de las organizaciones a la hora de implicar a la ciudadanía
Además, los participantes podrán elegir entre tres talleres “para la transformación social”: Cómo incluir prácticas transformadoras en tu centro educativo, teatro para la movilización social y técnicas de comunicación: Campañas y herramientas para la acción. La inscripción puede hacerse en este enlace de forma gratuita y se otorgará una certificación para reconocer la participación en la jornada, así como 0,5 créditos ECTS para los estudiantes de la Universidad de Castilla-La Mancha.
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