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Gabriel Ruiz, el abogado y doctor negacionista de Palencia contra el que nada puede hacer el Colegio de Médicos

Gabriel Ruiz durante la vista en la que no quería ponerse la mascarilla.

Laura Cornejo

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Junto a un loro que revolotea por su consulta en Aguilar de Campoo (Palencia), Gabriel Ruiz lo mismo trata un cáncer que un juanete. No es un curandero, es abogado y médico, y ejerce ambas profesiones, además de las de naturópata y acupuntor. A su manera. Para él, la causa del cáncer son los conflictos “vividos con angustia y en soledad”, la COVID-19 es una farsa de la OMS para controlar a la población, y para un infarto no es necesario un desfibrilador, sino un “un masaje bajo la nariz”. Ruiz cuenta esto en conferencias que graba y sube a las redes. Y le creen.

El presidente del Colegio de Médicos de Palencia, Francisco José del Riego, suspira ante la enésima llamada de un medio preguntando por Ruiz. El pasado miércoles, el negacionista que ya ha aparecido en varios programas de televisiones nacionales, volvía a ser noticia ante su negativa a usar la mascarilla en un juzgado mientras ejercía de abogado defensor. Argumentaba que la mascarilla le resta “fluidez mental”, entre otras cosas. En el Palacio de Justicia de Burgos aún recuerdan cómo hace unos meses, al término del mismo juicio cuya sentencia ha recurrido, “se puso a chupar el suelo para demostrar que no existía el coronavirus”. Ruiz es la piedra en el zapato del Colegio de Médicos.

La web de Ruiz, con un apartado para “Medicina” y otro para “Abogados”, da una idea bastante clara de cómo ejerce la primera profesión. Tiene un manual de más de 400 páginas que se puede descargar y que contiene afirmaciones como esta: “Se dispone cada vez de más hechos científicos que tienden a demostrar o asociar que las vacunas son en gran parte responsables de numerosas enfermedades, como el autismo, y se las asocia con otras, tales con la fatiga crónica, la fibromialgia, el lupus, la esclerosis en placas, la artritis reumatoide, el asma, la fiebre del heno, las otitis crónicas, la diabetes de tipo 1, y muchas más”. Sí, Ruiz también es antivacunas.

Decenas de denuncias archivadas

“Hemos puesto denuncias en la Fiscalía, decenas, y nos estrellamos contra un muro, lo sobreseen todo, lo archivan”, confiesa desesperado Del Riego. Relata este cirujano que el Colegio ha tenido conocimiento de las prácticas de Ruiz a través de otros profesionales que han visto “auténticas barbaridades en pacientes”, como el caso de una mujer de Salamanca afectada de cáncer de mama a la que practicó una cirugía en su consulta. Su médico de cabecera dio la voz de alarma al ver el resultado, se avisó a la inspección médica y se cursó la denuncia. El resultado es el de siempre: la causa se archiva y el motivo es simple: “No hay ley que condene este tipo de prácticas. Si no denuncia un particular, interpretan que una persona es libre para elegir cómo y quién le trata, entra dentro de la esfera personal. En este país no hay una ley para pseudoterapias, en otros sí”, se queja. “El Consejo General de Colegios de Médicos está en la Carrera de San Jerónimo, es hora de que crucemos la calle y pidamos que el Parlamento trabaje en una ley”, exige.

Terapias en niños con cáncer

Ni cuando el Colegio ha denunciado a Ruiz por aplicar sus cuestionables terapias en menores se ha actuado. “Ha tratado a niños con cáncer, hay denuncias del área de oncología pediátrica de Valladolid, hay escritos en la Fiscalía, y no conseguimos nada, nada”, enumera. Del Riego no ve una salida fácil, porque Ruiz lleva años y años recomendando clorito de sodio, es discípulo del curandero Josep Pàmies, prescribiendo tratamientos más que cuestionables y negando hasta la más evidente de las enfermedades, incluido el sida. “Se debería actuar de oficio, igual que con la trata de mujeres, o con los abusos a menores”, propone.

Los niños que trató no se curaron del cáncer, pero no hay denuncias de particulares, las únicas que podrían apuntalar una investigación judicial sobre Ruiz. Aparentemente nadie se siente estafado, engañado o víctima de negligencia, ni una sola persona. “Funciona como una secta, es que domina su voluntad, los envuelve y los convence”, asegura el doctor Del Riego. Además, añade, se vale de personas de escasa formación y desesperadas cuando la medicina tradicional no ofrece un buen pronóstico ante una enfermedad grave. Ruiz está contra la quimioterapia y contra la radioterapia, por ejemplo, porque entiende que la enfermedad se tiene que tratar también desde la mente. La realidad es que mientras los enfermos se ponen en sus manos, advierte Del Riego, les resta expectativas de curación“

“Siempre que nos preguntan por él, pensamos que esto de alguna manera se puede impulsar esto, pero no. Y somos claros: querríamos que Gabriel Ruiz no ejerciera ni un día mas, porque hemos visto casos muy flagrantes de niños con cáncer, es una lacra, un borrón de tinta, pero la realidad es que la legislación es permisiva con este tipo de prácticas”, zanja el cirujano. Mientras sus colegas médicos se llevan las manos a la cabeza, Ruiz sigue expandiendo sus teorías conspiratorias. En su consulta, y en los juzgados, sin que nadie haya podido pararlo.

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