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Por mucho que la tecnología avance, siempre hay alguien que sigue mimando la tradición, los procesos o los objetos que se han empleado durante toda la vida. Por ejemplo, tras el disparo con la cámara fotográfica, las manos siguen siendo las responsables de la magia que ocurre en el cuarto de revelado. El proceso se convierte en parte de la fotografía. En el caso del festival de fotografía Revela-T, la motivación va más por la conservación de procesos artesanos que consiguen propuestas estéticas que se estaban olvidando. El festival es un evento muy especial, una fiesta para los que aman la fotografía, un encuentro de apasionados, analógicos, digitales, instagramers, todos encuentran su sitio en Vilassar de Dalt. Esta es la razón que el festival haya ido creciendo, sumando inquietudes y sensibilidades. “Muchos de los que participan no son practicantes analógicos, pero sí les gusta la buena fotografía y tienen curiosidad por saber más”, asegura Pep Mínguez, director del festival. “El formato analógico, al contrario de lo que muchos piensan, no ha vuelto, siempre ha estado aquí. Lo de la nostalgia y el romanticismo hemos de desmentirlo, es una creencia inducida por las marcas y puesto en boca de los que hablan de tecnología pensando que es fotografía”, añade. Debemos entonces dejar de hablar de fotografía analógica como algo del pasado, para coleccionistas. “La fotografía analógica o química sigue tan vigente como siempre. La productividad la dejamos para el digital, con lo analógico hablamos de placer, de sentir, de tocar, de mojarse, de implicarse. Por ello, muchos fotógrafos optan por hacer sus trabajos personales en analógico”.
El nivel expositivo general se supera año tras año y a cada nueva edición la selección de exposiciones es de mejor calidad gracias a la buena acogida del llamamiento a la participación. Para esta edición, la elección se ha hecho en base a las 270 propuestas recibidas de fotógrafos de todo el mundo, más de 50 exposiciones de reconocidos fotógrafos nacionales e internacionales acercan al público los trabajos más destacados de esta fotografía química. En esta ocasión, como novedad, todas se engloban bajo un tema común, Hidden, pero cada una supone un auténtico universo narrativo. Por ejemplo, Manabu Yamanaka, japonés y budista, recoge en Resigned to Death retratos de personas en los momentos previos a su fallecimiento, mientras que el activista australiano Peter de Graaf denuncia con su colección de conchas Half way to low tide los desastres medioambientales. Más allá del discurso de cada exposición, el trabajo de cada autor sirve para explorar distintas técnicas fotográficas, como el excelente trabajo de Lorena Cosba, Galería imaginaria, en el que se alteran fotos de pequeño formato acercándolas a otros planos artísticos como la escultura o el collage; o Paradiso, de Eduardo Ripoll, una serie de retratos en ferrotipos, técnica que data del siglo XIX.
Investigación e intencionalidad centran también el interesante trabajo de Àngel Albarrán y Anna Cabrera. “La fotografía nos ayuda a entender el mundo”, asegura Albarrán. En Revela-T presentan la serie This is you [Here] a partir de unos negativos y postales encontradas en una carterilla de fotos en la basura. Tras escanear los negativos, encontraron que eran fotografías de familia, de hace unos cuarenta años, tomadas por un fotógrafo aficionado. Todas las imágenes tenían una característica común: estaban subexpuestas, por lo que era imposible reconocer a los personajes fotografiados. “Las familias que aparecían podría ser cualquiera. Decidimos unificar las fotos anónimas con las nuestras con un mismo proceso de copiado y así generar la identidad y las memorias de alguien que nunca existió”. De negativos encontrados va también la muestra Las fotos perdidas de BCN. Begoña Fernández, una apasionada de las historias que se esconden en los negativos de los Encants, comenzó primero siguiendo el rastro de unos negativos de 1937 que ella misma compró y, de repente, se vio dedicando semanas en buscar el autor o autora de las fotos de Tom Sponheim, un estadounidense que durante unas vacaciones compró varios sobres de negativos en los Encants, las reveló y, sorprendido gratamente por lo que allí descubrió. Las llamadas ‘fotos perdidas de Barcelona’ tienen nombre y apellido. Son obra de Milagros Caturla (1920-2008) que ha merecido el título de la Vivian Maier de Barcelona. “Las fotografías de Milagros son de una técnica inmejorable y comenzaron a acumular premios, a veces en concursos solo para mujeres, pero a veces no”, explica Fernández. Merece la pena examinar con paciencia el resto de su obra que se expone parcialmente en el Revela-T. En la era actual, donde lo digital prima, el megapíxel manda y la inmediatez domina todo lo que hacemos, la fotografía analógica ha pasado a ser un noble arte entregado a la paciencia, donde para disparar hay que tenerlo muy claro, pues los resultados no surgen de inmediato. Muchos de nosotros tenemos recuerdos de aquellas sensaciones que nos producía llevar ese carrete de las vacaciones de verano a revelar, sin saber qué encontraríamos al recogerlo. La magia de Revela-T es justamente saber qué nos encontraremos. Por ejemplo que la fotografía analógica sigue viva en las manos de muchos amantes de este arte que no necesariamente son nostálgicos, sino que aprecian su modo, su fondo y sus resultados. Revela-T transmite con certeza qué es lo que la fotografía analógica hace sentir a aquellos que se mantienen fieles a ella.
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