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Bonig abandona el centro y reubica al PP en la derecha

Isabel Bonig junto al presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy

Miguel Giménez

Valencia —

Que los populares valencianos han marcado un punto y aparte es un hecho. Este fin de semana, en Valencia y de la mano del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el PPCV enterraba definitivamente los ropajes negros que marcan el luto que vestían desde el pasado 24 de mayo, cuando los resultados electorales de municipales y autonómicas hacían prever -tal y como se ha producido- la pérdida de la mayoría de las instituciones que habían copado sin problemas y de la mano de repetidas mayorías absolutas desde hacía lustros.

Esa victoria pírrica en los comicios de mayo -fueron el partido más votado en las urnas pero fueron desalojados de la Generalitat, los principales ayuntamientos y otros baluartes como la Diputación de Valencia- tuvo como primera consecuencia la marcha del presidente del PP valenciano, Alberto Fabra, que tuvo como premio una 'jubilación' anticipada en el Senado.

Alberto Fabra fue sustituido por Isabel Bonig, que se caracteriza por un perfil mucho más duro que el de su antecesor, con el que poco más que su procedencia castellonense tiene en común. La exalcaldesa de la Vall d'Uixó marcó distancias desde el principio con el exprimer edil de Castellón.

A modo de ejemplo podemos ver cómo Bonig ha desterrado nada más ha podido la famosa 'línea roja' de Fabra, para quien los imputados por delitos de corrupción no podían ocupar cargos en las instituciones ni en el partido, y no ha aplicado esta doctrina en los casos de los diputados Víctor Soler -imputado en la Púnica- o Jorge Bellver -imputado por las irregularidades en el Puerto de Valencia-, “ahora aplicamos otro criterio”, explicó Bonig.

Precisamente, la corrupción que ha lastrado y sigue lastrando al PP es algo de lo que reniega pero que no se atreve a nombrar. Prefiere referirse a “errores” del pasado.

Perfil duro y endurecimiento del discurso

Bonig, la 'Thatcher' valenciana, representa todo lo contrario que Fabra -un perfil bajo y conciliador-. Ha endurecido el discurso del PPCV, como se evidenció este sábado en la clausura de la jornada #PParaLaLibertad ante la atenta mirada de Mariano Rajoy.

La líder de los populares valencianos protagonizó un discurso enérgico -en ocasiones elevando demasiado el tono de voz- y duro -citando incluso a Napoleón-, acompañado de un lenguaje corporal autoritario, en clave españolista, cargando contra quienes no defienden el mismo concepto de España, “la nación más antigua de Europa”; contra los socialistas y contra la izquierda que “se cree infalible moralmente, intocable intelectualmente e inatacable políticamente. Una izquierda mediática que se cree perfecta”.

Desde luego, si el PP con la elección de Bonig buscaba un cambio de rumbo, dejando a un lado el centro para virar a la derecha, todo parece indicar que lo han conseguido. Ahora falta por ver cómo responde su electorado el próximo 20 de diciembre, primer examen para el nuevo PP.

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