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Caza al espía en el Palau de la Generalitat

Alberto Fabra.

Voro Maroto

Asediado por la pésima situación económica de la Generalitat, las malas perspectivas electorales, la corrupción y decisiones recientes con gran contestación social como el cierre de Canal 9, el gobierno valenciano quiere controlar al máximo la información que circula entre sus departamentos.

Para ello, la Conselleria de Hacienda y Administraciones Públicas ha dictado una orden por la que todos los funcionarios o personal laboral con acceso a información relevante o sensible de la Generalitat “deberán observar la necesaria reserva, confidencialidad y sigilo, incluso después de haber cesado en sus funciones o finalizado la relación contractual o laboral”.

El objetivo no declarado de esta orden, que entra en vigor el miércoles, es cazar al espía, desactivar al topo o, sin recurrir a estereotipos novelescos, descubrir o inutilizar a aquel o aquellos que han filtrado a la prensa información relevante para la ciudadanía sobre la actividad del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra.

El topo, que ha generado varias crisis de confianza e investigaciones internas en el entorno de Fabra, ha comunicado a la opinión pública la contratación de un coach personal para el presidente, su nómina con todo detalle o la asignación de su cocinero personal a un puesto de confianza como asesor.

La información es “un activo de primer orden” para la Generalitat desde el momento en que resulta “esencial” para prestar gran parte de sus servicios, dice la orden, según la agencia Efe. Por ello, es “esencial” “un uso correcto de todos los activos que requieran para el desarrollo de sus funciones” y a respetar las medidas de seguridad que se establezcan.

Estas son variopintas y, tal vez, exageradas. Por ejemplo: los soportes de información que vayan a ser desechados se destruirán “de forma segura”. También será obligatorio bloquear la sesión del usuario en el supuesto de ausentarse temporalmente del puesto de trabajo, para evitar accesos de otras personas al equipo informático, y apagar el equipo al terminar la jornada laboral.

Nada de llevarse trabajo a casa, pues no está permitido “copiar, extraer o transmitir” información contenida en el sistema informático para uso privado. Además, los usuarios del correo electrónico corporativo no deben enviar mensajes con información “sensible” ni el cuerpo del mensaje ni en archivos adjuntos. El incumplimiento de éstas y otras directrices podrá acarrear sanciones.

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