Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
El ‘Réquiem’ de Fauré y la sombra del recuerdo
A casi un año de la dana, la sombra de su recuerdo y consecuencias sigue presente. El viernes 19 de septiembre la Orquesta y el Coro RTVE ofrecieron en València un concierto solidario por las víctimas, cuya recaudación irá destinada a la reconstrucción de los conservatorios de Utiel y Catarroja. Ese mismo día, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, declaraba en el juzgado, en relación con la catástrofe, y el de la Generalitat, Carlos Mazón, condecoraba con medallas de oro a los policías que lo escoltaron durante la trágica jornada en la que su conducta sigue sin aclarar.
El 29 de octubre se cumplirá un año de aquel día, que dejó 228 víctimas mortales, y TVE ofrecerá por La 2 la grabación del concierto a las 19.30. Una nueva manifestación está prevista el 28 de septiembre, con el lema Mazón dimissió, que no ha perdido actualidad, ya que el máximo mandatario autonómico ha hecho hasta ahora oídos sordos a esa reclamación popular.
La OCRTVE ya había celebrado un concierto en Madrid poco después de las inundaciones, también a beneficio de las víctimas. Fue en su sede del Teatro Monumental el 17 de noviembre del pasado año, y en aquella ocasión se interpretó la Novena sinfonía de Beethoven, bajo la dirección de su titular, Christoph König, que se ofreció en directo por La 2. El de València era una especie de continuación de aquel, y estaba previsto inicialmente que lo acogiera el Palau de la Música, nuevamente en obras por el desprendimiento de un elemento del techo de madera de la Sala Iturbi. Así pues, la necesidad y la buena disposición de los responsables del Palau de les Arts hicieron posible que Orquesta y Coro RTVE debutaran en el auditorio del teatro de ópera valenciano, cuando está próximo a cumplir 24 años.
Optaron por un concierto sencillo y no protocolario. Sin primeras autoridades, no siempre bien recibidas en los actos públicos sobre la dana, fue introducido por unas sentidas intervenciones del director gerente de la OCRTVE, Manuel Ventero, y de los directores de los conservatorios de Utiel y Catarroja. El cambio de local obligó a que la parte de órgano del Réquiem fuese interpretada con un instrumento eléctrico, ya que el auditorio de Les Arts, a diferencia del Palau de la Música, carece de órgano de tubos instalado en la sala.
En atriles, dos obras del francés Gabriel Fauré, el centenario de cuya muerte se celebró el pasado año. En la primera parte, la suite Pelléas et Mélisande, reelaboración de la música incidental que compuso para la representación en Londres de la obra de teatro homónima escrita por el simbolista belga Maurice Maeterlinck. En la segunda, el Réquiem, obra compuesta en 1888 y posteriormente revisada en 1900 con más números y masa orquestal, versión que se suele interpretar en la actualidad. Me refiero a dos partes, si bien el concierto se celebró sin interrupción, con una pequeña pausa para que entrara el coro y recolocar la orquesta, algo más amplia en el Réquiem. No había programa de mano, ni en papel ni a través de QR, método este último utilizado habitualmente por el Palau de les Arts. No obstante, el público observó una actitud siempre respetuosa; escuchó en silencio y no hubo aplausos entre los movimientos de las obras.
Dirigió el concierto Marc Korovitch (París, 1987), titular del Coro RTVE, que acaba de ser nombrado principal director invitado de la ORCTVE a partir de la temporada 2026-27, coincidiendo con el inicio de la titularidad del también francés Alexandre Bloch, que sustituirá entonces a König. Korovitch, con amplia gestualidad, hizo una bella versión de Pelléas et Mélisande, por momentos fogosa, dentro de la serenidad que respira la música de Fauré. Fueron muy bellos los solos de oboe en La Fileuse y de flauta en la Sicilienne, las partes II y III de la obra.
El Réquiem de Fauré es una obra carente del trágico carácter que tienen otras misas fúnebres, singularmente la de Verdi. El compositor omitió el característico Dies irae y añadió una parte final, In Paradisum, con texto procedente del Officium defunctorum medieval. El resultado en una obra que transmite un sentimiento de serenidad y esperanza. El director ofreció una versión intensa, en la que destacaron las trompas, la flauta, el órgano, y una cuerda con protagonismo de las violas. Muy bien el barítono Damián del Castillo y la soprano Raquel Albarrán, que hizo un delicado Pie Jesu. Las intervenciones del coro, siempre minuciosamente controlado por el director, fueron brillantes. Impresionante el pianissimo final. Un conato de aplauso rompió el silencio, pero se detuvo hasta que el director bajó los brazos y se volvió al público. Las ovaciones parecían pedir un bis que no se produjo. A diferencia del concierto de Madrid, no sonó el Himno de José Serrano. El eco de la bella música de Fauré se fundió con la sombra del recuerdo.
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