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Caperucita “se harta de su propio cuento” en el nuevo espectáculo de Sala Russafa

Un momento de la representación de 'Caputxeta diu prou!!'.

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València —

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Sala Russafa acoge el estreno en València de la obra ‘Caputxeta diu pro!!’, de la formación valenciana Moriarty & Holmes, una comedia familiar con guiños para adultos que se planea “si conviene actualizar los cuentos clásicos para no perder esa herencia cultural”. Eduard Costa firma y dirige esta pieza cuya famosa protagonista está “harta de de su propio cuento”.

“El germen de Caputxeta diu prou!! surgió de una noticia en la que una profesora de primaria había decidido retirar los cuentos clásicos de la biblioteca escolar porque no estaba de acuerdo con los patrones sociales que reflejaban. Me pareció que era condenar a que muchos niños se perdieran todo lo bueno de relatos con los que habíamos crecido durante generaciones y generaciones”, explica Eduard Costa, autor y director de este espectáculo familiar, que Sala Russafa estrena en València este fin de semana.

Así que el dramaturgo se propuso acercarse a una de las narraciones más famosas de la literatura infantil con “un punto de vista actual, en el que los propios personajes se cuestionaran si el cuento estaba anticuado”. El resultado es “una divertidísima” pieza familiar producida por la compañía valenciana Moriarty & Holmes, con música y coreografías, llena de detalles con los que los pequeños se identifican y muchos guiños para los adultos.

Su protagonista es una niña que “ya está harta de repetir una y otra vez la misma historia”. Ella prefiere hacerse selfies y grabar vídeos para Tik Tok, pero una y otra vez le toca atravesar el bosque para ir a visitar a su abuelita, explica la sala de Russafa en un comunicado.

“Algunos han criticado de Caperucita que era un personaje de niña desvalida, a merced de peligros masculinos. Pero pocas veces se valora que en este cuento la protagonista es una niña valiente y autónoma, en la que los adultos confían para que haga un trayecto sola y atienda a una persona dependiente”, sostiene Costa. Es un cambio de perspectiva que, en vez de enfatizar aquello que podría distanciar la sociedad actual de la que refleja el cuento, pone la atención en sus valores positivos.

Precisamente, Costa reivindica esta independencia de Caperucita, que cada vez encuentra más temprana en los niños: “Mi trayectoria escribiendo y dirigiendo piezas de teatro familiar es muy larga, así que he podido comprobar que este público requiere un respeto. Los pequeños quieren ver cosas que le interesen, historias en las que se reconozcan, y los cuentos clásicos han conseguido esa conexión desde hace siglos”. Pero eso no significa que sean intocables.

De hecho, el dramaturgo ha transformado a todos los personajes a los que dan vida él mismo, Nuria Manzanaro, Rody White y Pepe Cuenca. Por ejemplo, la abuelita ahora es interpretada por un actor y, lejos de presentarse como un ser conservador y convencional, ha tenido un pasado glorioso como estrella de la comedia musical. El leñador, en realidad, confiesa tenerle bastante miedo al lobo. Y éste querría ser ‘menos malo’, tanto que ha abrazado el vegetarianismo en secreto. “Le damos la vuelta a los personajes porque queremos romper los estereotipos de género que sí, es cierto que a veces están muy presentes en este tipo de historias. Pero no son su esencia, el núcleo de la narración no está en ellos y es, precisamente, lo más importante, lo que ha hecho disfrutar a los niños desde hace siglos”, sostiene el dramaturgo y director de escena.

Gags y diálogos sorprendentes se integran en Caputxeta diu prou!!, una pieza con estética cartoon y colorida puesta en escena, cuya protagonista, convencida de que ya ha tenido bastante, se declarará en rebeldía e intentará abandonar el relato. Pero sus compañeros tratarán de convencerla para que se quede, incorporando sus aficiones y su forma de pensar, actualizando el cuento para que no se pierda.

Segunda semana de Johnny Chico

Tras su estreno en València el 14 de enero y la excelente acogida del público, segunda semana en cartel para Johnny Chico, un monólogo interpretado por el actor valenciano Víctor Palmero en el que se refleja el momento justo en que un joven marginal se plantea quién es a todos los niveles, personal y sexualmente.

Sala Russafa acoge las últimas cuatro funciones, hasta el domingo 24, de esta valiente pieza sobre los conflictos de identidad y género, escrita por el autor australiano Stephen House en los años noventa. Pero no fue hasta el verano de 2018 cuando Palmero la encontró, durante una estancia estival en Nueva York. “Llevaba un tiempo pensando en hacer un proyecto más personal. Desde los 19 años empecé a obtener papeles en televisión, cine y teatro, pero no me había parado a pensar en cómo estaba evolucionando mi carrera”, comenta el actor, cuya interpretación de la transexual Alba Recio en la sitcom La que se avecina le había acercado a esta temática. “Me identifiqué con Johnny porque también él estaba cuestionándose su vida y decidí poner manos a la obra para intervenir en la mía”, explica Palmero, quien impulsó la puesta en pie de este montaje del que también le sedujo la posibilidad de mostrar diversas facetas de sus capacidades artísticas.

Él solo da vida a todos los personajes que se cruzan con el protagonista, adaptando su voz y gestualidad, construyendo mediante detalles un variado abanico de caracteres con géneros, procedencias e ideologías distintas. La puesta en escena del director Eduard Costa toma como eje central a Palmero para narrar al completo esta historia, apoyándose en una poética iluminación de Mundi Gómez, la versátil escenografía de Luis Crespo y la música original de Juanjo Ballester.

La respuesta del público en el teatro valenciano y en las funciones previas de este espectáculo es una de las mayores recompensas de Moriarty & Holmes, la compañía valenciana que también produce este montaje. Una obra sin condiciones, con momentos crudos pero también ternura, toques de humor y un profundo realismo. Una conmovedora reflexión sobre libertad y la aceptación, en la que su protagonista, como muchos, lucha por hacer coincidir lo que es por fuera y por dentro.

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