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El síndic de Greuges reclama un plan autonómico contra la contaminación acústica, el “principal problema ambiental” de los valencianos

El Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana, Ángel Luna, en una comisión de las Corts Valencianes.

Laura Martínez

Valencia —

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El exceso de ruido es el “principal problema medioambiental” que sufren los ciudadanos que residen en la Comunitat Valenciana. Es la consideración del Síndic de Greuges en su último informe específico, dedicado a la contaminación acústica, fechado en febrero de 2019.

La institución que dirige Ángel Luna, aunque el informe lo firma su predecesor, José Cholbi, considera que las ordenanzas municipales son insuficientes, llama a adaptar la normativa autonómica a la estatal y a crear un pacto contra este problema que genera efectos en la salud de las personas. El síndic alerta de que sólo un tercio de los ayuntamientos dispone de planes acústicos y en todo el territorio valenciano únicamente hay 14 zonas acústicamente saturadas. 

El informe entiende por contaminación acústica “la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones que implican molestia o daño para las personas, el ejercicio de sus actividades o para los bienes de cualquier naturaleza, o que causan efectos significativos en el medio ambiente”. Y ve en su origen el botellón, el ruido en los locales de ocio nocturno, las terrazas, el 'tardeo' -tomar copas por la tarde- y el tráfico, así como las obras de construcción sin controles acústicos.

El ruido es considerado “una forma importante de contaminación y una clara manifestación de una baja calidad de vida”. Las consecuencias del impacto acústico ambiental, tanto de orden fisiológico como psicofisiológico, afectan cada vez un número más elevado de personas y, en particular, los habitantes de las grandes ciudades, indica el documento. El exceso de sonido, considera, afecta a otros derechos fundamentales recogidos en la Constitución: a la integridad física y moral, a la intimidad personal y familiar, el derecho a la protección de la salud, el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado y el derecho a una vivienda digna.

El documento recoge la valoración de la Conselleria de Sanitat sobre los efectos del ruido para la salud. Además de los efectos auditivos y de la perturbación del sueño, el informe analiza otros riesgos derivados del aumento del estrés y su impacto en el sistema hormonal. “Las experiencias estresantes pueden activar una variedad de respuestas diseñadas por la evolución para evitar el peligro, pero la exposición crónica a estos acontecimientos estresantes puede conducir a una mala regulación de los mecanismos de defensa”, explica. Con independencia de los daños, estudios en individuos expuestos a ruido ocupacional o ambiental muestran que “la exposición de suficiente intensidad y duración incrementa la tasa cardíaca y la resistencia periférica, eleva la presión sanguínea, la viscosidad de la sangre y los niveles de lípidos en sangre, causa incrementos en los electrólitos, en los niveles de epinefrina, norepinefrina y cortisol”.

Entre sus recomendaciones el defensor del pueblo valenciano insta a los ayuntamientos a suspender la concesión de licencias de actividad que pudieran agravar la situación, establecer horarios restringidos para el desarrollo de las actividades responsables, directamente o indirectamente, de los elevados niveles de contaminación acústica y prohibir la circulación de alguna clase de vehículos, restringir la velocidad o limitarla a horarios determinados, en conformidad con las otras administraciones competentes.

El Síndic de Greuges destina varios apartados específicos para señalar que las instituciones deben fomentar un ocio alternativo al consumo de alcohol en la vía pública, uno de los causantes del ruido. “No se puede permanecer impasible ante el consumo de alcohol, cada vez a edades más tempranas, por parte de los menores y adolescentes. El ocio juvenil durante los fines de semana no puede consistir principalmente en beber alcohol en la calle”, señala. 

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