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CV Opinión cintillo

A quien lea

Luces de gas

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“Homes mesquins i d’acurada lletra,

que comuniquen, puntuals i cauts,

amb una alarma fosca, despertant

la guàrdia, invitant-la a les espases.“

Vicent Andrés Estellés, Burjassot, 1972

En la reaparición de Mónica Oltra no se sirvió de la autonómica ‘À punt’ sino de una televisión de cobertura estatal. Lanzó un concepto original, el de los ‘señores fuente’ para significar el método utilizado por presidencia de la Generalitat para señalar el camino de su salida del Consell. Venía precedido de aquel categórico “no estoy para fiestas” que anunciaba el no va más del presidente Puig para focalizar el deterioro de la crisis Oltra. No la despidió Ximo Puig, sino alguien de su entorno, de reconocida proximidad y credibilidad. La situaba en el entramado de Comunicación del Palau que goza de respaldo y múltiple capacidad de maniobra. No es nuevo el procedimiento diferido en el País Valenciano.

En carne viva

Mónica es una política herida con un ego tridimensional: el que proviene de sus orígenes intrincados, el de su autoestima y el que se propagó en la escalada a los primeros niveles de la política valenciana y española. Moises Naim ha recordado – artículo publicado en ‘El País’– el auge en el uso y reconocimiento del concepto ‘gaslight’ entre 2016 y 2022–de Cambridge a la Associated Press– Describe la operación concitada en algunos círculos de poder para propagar infundios y consagrar líderes sin base ni rigor. Tratan de amedrentar a la sociedad, como en la película ‘Luz de gas’ (1944). En su argumento se utilizaban las oscilaciones de la iluminación para aturdir a las víctimas. El propósito actual es propagar alarmas y amenazas carentes de fundamento, para conseguir objetivos inconfesables: se rompe España, el Brexit, el comunismo del Papa Francisco, las vacunas matan, los países catalanes, Bildu es Eta, pactar con delincuentes, Gobierno Frnkestein y la figura reciente del autogolpe de Estado con marchamo peruano. Es el panorama informativo que sobrevuela en libros significados: el espontáneo y directo “No quieren que lo sepas” de Jesús Cintorra o el metódico y elaborado, “La prensa libre no es un regalo” de José Antonio Martínez Soler, peso pesado del periodismo en la Transición, con prólogo del teniente general, Andrés Casinello.

Desde el escaparate

Se cebó la expectación en torno a la estudiada comparecencia televisiva de Mónica Oltra para esclarecer el affaire que la llevó a dimitir. Nada fue casual ni gratuito en la programación. La puesta en escena, los primeros planos, el encuadre, entorno bucólico, las llamadas a volver a empezar. Sobraron las alusiones al trabajo de albañilería o a los cursos de soldadura. El contexto ya no está para eso. La ex líder de Compromís que ejerció de vicepresidenta en el Govern de Ximo Puig, durante casi dos legislaturas, hace tiempo que sobrepasó la frontera de los indignados y desposeídos. Está en la galaxia de quien ha experimentado el poder y le duelen las consecuencias del accidente que le empujó a dejarlo. En los albores del lanzamiento de Mónica Oltra, compré un libro-diálogo que recopilaba el trasfondo político y reivindicativo de la activista en sus inicios, titulado: ‘Las personas primero’. Esta comparecencia me llevó a desempolvarlo después de seis años. Aparte de la exposición de principios en la conversación de 2013 con Yayo Herrero, hay puntualizaciones sobre los medios de comunicación y de sus manipuladores propietarios. Invectivas de soslayo a la independencia en la propiedad de los medios informativos. Nadie ha explicado qué se ha hecho a lo largo de los últimos años en los gobiernos del Botànic para preservar la libertad de los medios informativos y aquella más sagrada de los profesionales del periodismo. Al menos en la Comunidad Valenciana, que es el ámbito de su acción de gobierno. ¿Hay un plan de garantías? ¿Se ha mejorado o vamos a peor en libertad, en distanciamiento entre poder político-económico y el ejercicio libre de la información? ¿Se avanza en evitar vasos comunicantes e interferencias?

Oportunidad perdida

La comparecencia de Mónica Oltra acabó en ocasión desperdiciada para explicar ante la audiencia los logros de un proyecto fecundo para el País Valenciano. En vez de justificarse que no sirve para nada– explicatio non petita…. – los valencianos y el resto de los espectadores hubieran agradecido el relato de lo que se pretendía con el desembarco en la Generalitat en 2015 –aún no se sabe–, la lista cronológica de lo logrado y cuánto quedaba por conseguir cuando la líder de Compromís, vicepresidenta ejerciente, tuvo que dejar las comprometidas responsabilidades con mando en plaza en la Generalitat. De su intervención televisiva se puede entresacar múltiples conclusiones en el campo político y de la comunicación. El lenguaje corporal permite analizar una manifestación pública con elipsis e intenciones encubiertas. Mónica Oltra en el papel adquirido de cabeza visible en Compromís no se debe únicamente a sí misma. Los logros y traspiés que ha sufrido repercuten en el amplio colectivo de ciudadanos que la tenían como vicepresidenta: todos los valencianos. Con mayor intensidad en el círculo más cerrado de militantes, correligionarios y colaboradores que apostaron por su liderazgo. Papel que ella luchó para ejercer, aunque con víctimas y caídos en altos puestos de su organización que ahora merecen una explicación. Necesitaban que el mascarón de proa del proyecto que quiso propulsar Compromís, acertara en la diana de recomponer su imagen y con ella, la de sus compañeros.

En lo más alto

En la primera explicación de Oltra tras su salida del Consell hubo lagunas e imprecisiones.

Mónica Oltra con la insistencia en aparecer como víctima se olvidó de que, en su ascensión al mando político, también dejó arrumbados en el camino posibles competidores alternativos y diversas opciones tan válidas como la suya. Unos y otras habían hecho posible la plataforma que la subió al liderazgo y a la sala de palancas del poder valenciano. Cabe recordar que Pablo Iglesias, en las horas altas de Podemos, afirmaba que Mónica Oltra, era la persona de su partido en la Comunidad Valenciana. Quedan en la memoria los movimientos telúricos en el Bloc –ahora Més Compromís– que provocaron el extrañamiento de su fundador y líder histórico, Pere Mayor y los colaboradores de su entorno. No se puede soslayar que el acceso de Compromís al gobierno de la Generalitat fue un hecho sin precedentes. Por primera vez en la etapa democrática un partido de sensibilidad y obediencia valenciana llegaba al puente de mando de las instituciones y desempeñaba varias carteras del Consell autonómico en dos legislaturas. Máximo órgano de gobierno de la Comunidad Valenciana donde Mónica Oltra, además de consellera era vicepresidenta. Falta el balance de resultados que, como en toda empresa, pública o privada, hay que exigir a los responsables del partido, a los políticos que han tenido la oportunidad de gestionar departamentos relevantes como Economía, Educación y Cultura, Agricultura y Medio Ambiente o Igualdad, y a los altos cargos de los departamentos. Por ahí podía haber empezado la intervención de Mónica Oltra. Para concretar hechos constatables, más allá de opiniones y versiones sobre causas judiciales en curso.

Inteligencia

En el País Valenciano se ha padecido los efectos devastadores de la desinformación. En el campo político, en el ideológico, en el cultural, en el lingüístico, en los contubernios económico-empresariales y en los confesionales, donde comienza a verse la luz con la sustitución del cardenal Cañizares por el obispo Enric Benavent, (Quatretonda, 1959) en el arzobispado de València. No es gratuito atribuir determinadas asechanzas a las conspiraciones de la caverna valenciana. Los gobiernos del Botànic I y II y el relevo en la alcaldía de València en 2015, fueron recibidos como un accidente electoral ilegítimo de corto recorrido. El derribo de la líder de Compromís ante la cita electoral de 2022 se ve como un pájaro a abatir por las cloacas de la derecha intolerante. Sus coordenadas coinciden en el campo político, en el ideológico y en el económico-empresarial. Nada más recomendable que recurrir a la prudencia, sin obviar la experiencia y los conocimientos. Además de la inteligencia, para evitar que los avances y el progreso deriven en involución.

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