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Así es la nueva Plaza de la Reina de València: 10.000 metros cuadrados de espacio peatonal en lo que era una macrorrotonda

Así es la nueva Plaza de la Reina de València tras su remodelación.

Laura Martínez / Jesús Císcar

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La Plaza de la Reina de València ya es un entorno puramente peatonal. Tras año y medio de obras, lo que desde los setenta era una gran rotonda de acceso a un parking en el centro histórico se convierte en una plaza para los ciudadanos.

El proceso de reurbanización de la plaza recupera 10.000 metros cuadrados junto a uno de los monumentos religiosos de la ciudad, que ya es visible desde la calzada, en una obra firmada por José María Tomás y financiada con fondos europeos a través de la concejalía de Movilidad Sostenible, que contó con el apoyo ciudadano en un proceso participativo.

La obra recupera la variedad de piedra caliza, empleada tradicionalmente en Valencia, la misma con la que se construye la Catedral, y juega con los colores a medida que se acerca al monumento religioso, subiendo el tono de crudo a matices más marrones, casi del tono de la fachada. Acompañando al cambio cromático está la perspectiva del suelo, que ha logrado mantener la inclinación de la ciudad fluvial y la vista panorámica de la Valencia no llana, con el punto álgido en la esquina con la Calle de la Barchilla.

Las remodelación de la céntrica plaza apela a la historia arquitectónica y patrimonial de la ciudad. Las obras rescatan las viejas vías del tranvía de la Calle La Paz y la Calle San Vicente, han restaurado algunas esculturas y exhiben una muestra de los restos recuperados al levantar el pavimento. Esta exposición se acompaña de unos paneles informativos y las primeras cartografías de la ciudad, recordando su carácter fluvial. El homenaje culmina con una estatua de Rafael Guastavino, “el arquitecto de Nueva York”, obra de Alfredo Llorens, ubicada cerca de su residencia en Valencia.

En el flanco izquierdo de la plaza, desde la Calle San Vicente, el lineal de arbolado indica el diseño antiguo del ágora, edificado hasta ese punto, en línea recta hasta el Micalet. Esa linde de árboles sirve además para marcar el recorrido de la ofrenda a la Virgen durante las Fallas.

Las obras incorporan 115 árboles y una treintena de especies mediterráneas, que tardarán uno o dos años en aportar sombraje a la zona, aunque de forma que no tapen los monumentos, en línea con la tendencia urbanística actual. Las especies vegetales de mayor tamaño requieren de maceteros con un sistema de regadío propio, dado que el parking subterráneo impide que se planten grandes árboles. Bajo ellos hay construidos cerca de 900 plazas de asiento de piedra blanca, con la idea de que el entorno sirva también como punto de descanso. El material, apunta el responsable de la obra, no se calienta tanto como el granito y evita que los peatones se resbalen. Una parte de la sombra se resuelve con los toldos desmontables, que permanecerán en la zona más cercana a la catedral entre primavera y otoño. A su alrededor, bajo el suelo, se ha instalado una red eléctrica con enchufes para posibles eventos y puestos de mercado al aire libre. Entre los servicios, la remodelación incorpora una zona de juegos, una fuente y baños públicos, ubicados junto a la entrada derecha al párking.

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