Sufro estreñimiento prolongado: ¿al cabo de cuánto tiempo debo comenzar a preocuparme?

Estreñimiento

Cristian Vázquez

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El estreñimiento es un problema muy común. No solo porque casi todo el mundo lo ha sufrido alguna vez, sino que además muchas personas lo padecen cada cierto tiempo, de forma ocasional, aunque en general esto no representa un problema por el que haya que preocuparse.

Sin embargo, hay una parte de la población para la cual sí es una complicación, debido a la frecuencia con que aparece. Se trata de entre el 12% y 20% de los españoles, según la ‘Guía para prevenir y tratar el estreñimiento’, editada en 2016 por la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).

Se considera que una persona sufre de estreñimiento cuando defeca menos de tres veces a la semana. Esa baja frecuencia viene acompañada de heces son escasas, secas y duras, y de una falta de deseo o de necesidad de -como se suele decir- mover los intestinos.

Por lo general, el estreñimiento también obliga a un esfuerzo excesivo al defecar, genera una sensación de obstrucción en el recto o de que la evacuación es incompleta, y en ciertos casos exige la realización de maniobras adicionales para facilitar el proceso, como presionar el abdomen o retirar materia fecal del ano con los dedos.

¿Cuándo preocuparse?

Como se ha mencionado al principio, el estreñimiento ocasional no suele ser motivo de preocupación. Pero sí conviene poner atención si el problema se prolonga en el tiempo, pues si se mantiene durante más de tres meses se considera crónico. Y, además de deteriorar la calidad de vida, puede ser señal de la existencia de un problema mayor.

En esos casos, la primera medida es tratar de identificar algún cambio de hábitos reciente que pueda estar originando las dificultades para “mover el vientre”, como un cambio en la dieta o en la hidratación o el comienzo de un tratamiento con algún fármaco o sustancia.

Si no se ha registrado ningún cambio de hábitos, o si las medidas para reducir el estreñimiento (comer más frutas y verduras, mantenerse hidratado, hacer actividad física, hacer caso a las ganas de defecar) no dan resultado, será un momento apropiado para consultar con un especialista.

Y es que el estreñimiento crónico se relaciona en ocasiones con el cáncer. Según la American Cancer Society, “determinadas personas con cáncer pueden tener un mayor riesgo de estreñimiento si tienen un tumor en el vientre o la pelvis”.

También hay que prestar atención porque detrás de un estreñimiento crónico puede haber otros problemas como como divertículos o colon irritable, así como diabetes, problemas glandulares, insuficiencia renal o cardíaca, esclerosis múltiple, Parkinson, etc. Todos ellos deben ser determinados por un especialista.

La mitad de las personas que acuden a la consulta del médico por este problema llevan sufriéndolo ya desde hace más de seis meses, según la ‘Guía’ de la FEAD. Este documento destaca que, en general, hay dos circunstancias que motivan las consultas.

La primera es la cronificación del estreñimiento. La segunda, cuando este se acompaña de dolor de vientre, pérdida de peso y aparición de sangre en las heces.

Y es que el estreñimiento, cuando se hace crónico o es muy intenso, puede tener complicaciones, como las que puntualiza la Clínica Mayo, de Estados Unidos, en un artículo sobre esta cuestión:

  • Hemorroides. Es la más común de las consecuencias del estreñimiento. También llamadas almorranas, consisten en la inflamación de las venas en el ano y la parte inferior del recto. Producen sangrado, son molestas y dolorosas y, si son graves, pueden exigir una cirugía.
  • Fisura anal. Las heces muy grandes y secas pueden originar pequeñas rupturas en la piel del ano, lo cual también resulta, desde luego, muy incómodo y doloroso.
  • Retención fecal. Se produce cuando las heces duras y secas se atascan en el recto. Ocasiona intenso dolor abdominal, diarrea o líquidos que se pierden por el ano de forma repentina, sangrados y malestar general.

Lo aconsejable, claro está, es actuar antes de que se produzcan estas complicaciones. Por eso, se recomienda acudir al médico en cuanto se advierte que el problema está yendo a más, y también hacer caso a otra indicación de la FEAD: en ningún caso recurrir a la automedicación.

Factores de riesgo del estreñimiento

Las personas que más se estriñen son mujeres, llevan una vida muy sedentaria, con frecuencia comen fuera de casa y muy deprisa, no suelen consumir legumbres ni “platos de cuchara”, tampoco frutas, y beben menos de cuatro vasos de agua por día. También toman algún tipo de fármacos de manera sistemática y son mayores de 65 años.

Así se desprende del “retrato robot” del paciente con estreñimiento, incluido en la guía de la FEAD. La descripción incluye un elemento más, que resulta clave: estas personas suelen no hacer caso a la “llamada” del cuerpo. Reprimen o posponen las ganas de defecar; a menudo luego lo olvidan y así se le pasan los días sin hacerlo.

Una revisión de estudios publicada en 2021 explica que el desarrollo del estreñimiento es “complejo y multifactorial”, y que para su análisis “se deben tener en cuenta aspectos como la alteración del tránsito colónico, la predisposición genética, los hábitos de vida, el malestar psicológico y muchos otros”.

Sucede que el estreñimiento no es una enfermedad sino un síntoma, y por eso requiere del análisis de cada caso para descubrir qué lo está ocasionando y, de esa manera, saber cómo se podría solucionar.

Tipo de alimentación y otras causas

Una de las principales causas del estreñimiento es una dieta pobre en fibra vegetal. Si además se consumen muchos hidratos de carbono y grasas animales, las probabilidades aumentan. Aunque esto se sabe desde hace tiempo, estudios recientes han venido a corroborar estos conceptos.

La fibra retiene el agua -la cual da más volumen a las heces y facilita su circulación intestinal- y funciona como prebiótico, es decir, como una suerte de “fertilizante” para la microbiota intestinal. Así lo comprobó un trabajo realizado por científicos italianos y difundido en agosto de 2022.

También el agua mineral, sobre todo si es rica en magnesio y bicarbonato, resulta una herramienta útil, añade el artículo. Los investigadores apuntan que “una dieta adecuada y bien diseñada debe ser la piedra angular de cualquier tratamiento efectivo para el estreñimiento crónico”.

Por su parte, un estudio realizado en China -y publicado en octubre del año pasado- también señaló que una alimentación saludable está asociada con menores índices de estreñimiento. En particular, si la dieta incluye una mayor ingesta de frutas y verduras, granos integrales y proteínas vegetales, y una menor cantidad de sodio.

Además de la alimentación y la hidratación, otros elementos que causan o propician el estreñimiento son una vida muy sedentaria, el estrés, la ingesta de ciertos fármacos (antiinflamatorios, sedantes, antiácidos, diuréticos, antidepresivos, entre otros) y factores genéticos que pueden predisponer al problema.

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