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Rodrigo Cuevas: “Lo único transgresor en mí es la reivindicación del campo”

El músico español Rodrigo Cuevas mantiene una entrevista con Efe en Madrid. Atrás quedó el primer impacto estético y musical que supuso en 2012 la irrupción de Rodrigo Cuevas, "agitador folclórico" capaz de fusionar una canción tradicional de su Asturias natal con la discotequera "Ritmo de la noche", o al menos eso piensa él, mientras pasea su reciente último disco, "Manuel de cortejo".

EFE

Madrid —

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Atrás quedó el primer impacto estético y musical que supuso en 2012 la irrupción de Rodrigo Cuevas, “agitador folclórico” capaz de fusionar una canción tradicional de su Asturias natal con la discotequera “Ritmo de la noche”, o al menos eso piensa él, mientras pasea su reciente último disco, “Manuel de cortejo”.

“Mi reivindicación de la poesía y del campo es lo único transgresor que hay en mi propuesta; todo lo demás es muy complaciente”, afirma en una charla con Efe este también defensor del cabaret, ataviado para el momento con su montera picona en la cabeza, transparencias de encaje, una especie de túnica roja encarnada y zapatillas deportivas.

Para Cuevas (Oviedo, 1985), “la esencia de la música tradicional es la fusión”, un proceso de plagio, contaminación y enriquecimiento continuo entre géneros y corrientes de todas partes que ha sido constante a lo largo de la historia y que a él le ha llevado a maridar folk y electrónica.

“Pero el folclore no necesita color, porque ya es colorista a tope, intemporal, contemporáneo, coetáneo a cada generación, una expresión viva muy poética”, precisa, al argumentar que con sus “beats” simplemente emula a quienes en el pasado, a falta de instrumentos convencionales, hacían música con lo que tenían más a mano, “calderos, sartenes o almideces”.

Fue hace años cuando, a punto de perder la motivación como estudiante de Sonología en la Esmuc (Escuela Superior de Música de Cataluña), descubrió la Etnomusicología gracias a una visita a un congreso en Palma de Mallorca y “a una de esas profesoras que te cambian el mundo”.

Encaminó sus pasos a Galicia, primero a Santiago de Compostela y, por casualidad, luego al campo. Así fue como empezó a entrar más a fondo en el mundo de la música tradicional.

“Lo que más me atrae es su forma de describir el mundo, con letras que con cuatro versos ya definen una situación con doble sentido”, subraya el autor de cuartetas como “Bien sé que estás en la cama / Bien sé que durmiendo no / Bien sé que tienes la mano / Donde el pensamiento yo”.

En “Manual de cortejo” (2019) comparte su idiosincrasia musical con Raül Refree, el mismo productor que ya había demostrado su capacidad para traer a la actualidad otras manifestaciones del folclore, como “Antología del Cante Flamenco Heterodoxo” (2018) de Niño de Elche, “Los Ángeles” (2017) de Rosalía o “El Niño” (2014) de Rocío Márquez.

“El folk ha estado siempre, en diferentes corrientes, al menos en el norte. Lo que sucede es que quizás ahora está transitando hacia un lugar más 'mainstream' o más 'indie' y está reconociéndose desde otros lugares”, considera sobre el aparente aumento de artistas que reivindican la raíz.

No es baladí haber escogido “Manuel de cortejo” como título de su tercer LP de estudio, en el que la lengua profunda de Asturias aflora en cortes como “Tengo de Xubir al Puertu”.

“Con él quiero que la gente vuelva a valorar las cosas antiguas. Mucho de lo que se hace en el mundo moderno va a pasar sin pena ni gloria, mientras que casi todo lo que se hacía en la antigüedad es eterno, porque se hacía con una conciencia más grande de su presencia en la historia”, opina.

Afirmaciones así le han convertido en un reivindicador de la llamada “España desierta”, eso y residir por voluntad propia en un pequeño pueblo asturiano de 15 habitantes.

“Ser símbolo de algo es muy duro, porque te limita y convierte en algo que puede decepcionar. Yo prefiero ayudar y colaborar, pero ser símbolo no. ¿Y cuando se rellene la España vaciada, que va a suceder muy deprisa, qué hago?”, se pregunta.

Para que eso suceda, continúa, hay que hacer algo más que “ADSL y carreteras”.

“De hecho, hay más autopistas que nunca, pero menos gente en los pueblos que nunca. Cuando te vas de joven a estudiar fuera, ya no vuelves. Yo era más feliz siendo pobre en Barcelona que siendo pobre en Oviedo, porque allí no sucedían cosas y es lo que yo quería. Por eso hay que hacer que la gente no se quiera marchar generando identidad”, reflexiona.

En su web oficial, “rodrigocuevas.sexy”, hace gala del humor que, como ingrediente fundamental de sus presentaciones en vivo, lo ha hecho aún más célebre que sus grabaciones. Para comprobarlo, basta acudir a alguna de las citas allí recogidas para presentar “Manual de cortejo”.

Bajo el nombre de “Trópico de Covadonga”, con esta gira estará el 22 de febrero en Valladolid (sala Lava), el 14 de marzo en la localidad asturiana Avilés (Centro Niemayer), 4 de abril en Alicante (Teatro Arniches) y 8 de mayo en Vigo (sala Rebullón).

Javier Herrero.

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