Hay una película feminista que quiere volarte la cabeza
Mucho drama, deconstrucción de la sexualidad femenina, la maternidad de fondo, poemas de Bertolt Brecht y un toque de thriller hitchconiano. Don’t look at me that way emplea todos esos elementos para construir una propuesta muy valiente en todos sus aspectos, desde su abordaje de la teoría del género hasta el montaje. Esta es la historia de Iva, que vive con su hija de 5 años y se enamora perdidamente de su vecina Heidi. Entre medias, un duro golpe justo en los prejuicios del espectador que se acerque al debut en la dirección de Uisenma Borchu.
Heidi es un personaje que, simplemente, hace lo que quiere. Es independiente, segura, altiva, liberada y proactiva. “Quizá lo que sorprende es ver a una mujer hacer lo que le da la gana, se acaba convirtiendo casi en algo radical. Al verla te das cuenta de lo encasillada que está la mujer en el cine, porque es que no logras ubicarla en ningún rol anterior. Es un personaje perturbador: no sabes si es bueno, malo, una femme fatal...”, explica Beatriz Navas, responsable de Artes escénicas y Audiovisuales de La Casa Encendida, donde se proyecta este viernes, sábado y domingo.
En los últimos años hemos podido ver diferentes cintas sobre relaciones lésbicas, ¿en qué es esta tan innovadora, se podrán preguntar? Navas lo resume bien: “es que las relaciones entre mujeres son tan variadas como las relaciones entre personas. Estas no son tan jóvenes como las de La vida de Adèle, quizá en eso son distintas. Y ellas son entre sí dos polos opuestos: una representa la independencia, la otra quizá es más lo que se espera de una mujer, que cumple con los roles aunque sea una madre soltera bastante atípica, y por eso vive sus contradicciones.” La fotografía de Sven Zellner destaca sobre todo lo demás y la trama paralela que transcurre en Mongolia ayuda a engrandecer la brecha entre ella y el cine convencional.
¿Quién es Uisenma Borchu?
La directora es una de las grandes promesas del cine alemán. Aunque de alemana tiene sólo una parte; Uisenma Borchu es germana-mongola y dirigió anteriormente tres documentales. En esta película ha querido demostrar que entiende el cine como una manera de arriesgarse y de autoexponerse. En el más amplio sentido de la palabra, porque su compromiso de desnudarse (literal y metafóricamente) es tan expreso que ella misma interpreta a Heidi.
La película tiene un origen sorprendente; un trabajo de fin de carrera de la realizadora con, evidentemente, muy poco presupuesto. La cosa se quedó en apenas 25.000 euros, una partida limitada que sin embargo desembocó en premios en el Festival de Munich y en el REC de Tarragona.
Ella, en una reciente entrevista, afirmó que “no piensa en este filme como radical, pero me declinaron la financiación. Especialmente porque soy una mujer, decían que no era 'vendible'. Pero el equipo ya estaba establecido y el equipo y los actores preparados, así que decidí hacerla de todos modos y no confiar en el dinero. Conté con el de la escuela de cine, nada más. Tuve que explotar a todas las personas que me rodeaban, incluida a mí misma”.
Respecto a plantearse subvenciones más sencillas para futuros filmes, afirma que “no voy a deformarme o a modificarme para obtener dinero. Sólo tengo una vida, y quiero ser fiel a mí misma. Hay tantas personas en el mundo oprimidas, que ya que tengo el lujo de elegir, no voy a escoger estar sometida al dinero”. La directora estará en Madrid el sábado y participará en un coloquio posterior con los espectadores.
Cómo hacer crack
La película se proyecta en el marco del ciclo Crack, que a su vez forma parte del firme propósito de La Casa Encendida de romper con los géneros tradicionales durante este 2016. En febrero mostraron nuevas formas de afrontar el thriller del siglo XXI; en marzo hicieron lo propio con el cine bélico. En abril se han puesto con los dramas, pero con dramas que estuvieran conectados con la contemporaneidad.
Si Don't look at me that way destruye este fin de semana, los roles de los personajes femeninos, el siguiente The comedy, de Rick Alverson, colocará frente al espejo al hombre blanco del siglo XXI. Beatriz Navas reflexiona: “Todas las películas que han pasado por Crack plantean una necesidad de romper las relaciones tradicionales de occidente, que ya no sirven y hay que replantear, desde las cuestiones de clase y también el capitalismo, que influye en un tipo de relación que nos está llevando a un callejón sin salida. Necesitamos nuevos referentes”.