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Eurovisión 2019: preparen los memes

Eurovisión 2019: preparen los memes

EFE

Tel Aviv (Israel) —

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Eurovisión acude al rescate de las redes sociales para convertirse un año más en el “gran tema del momento” mundial gracias a un espectáculo de desinhibición y contrastes al que se sumará Madonna, diva de divas, para convertir la velada en histórica o, al menos, en una riada de “memes”.

Como suele ocurrir con Israel, sede del festival, el desembarco de estrellas se hará por avión, en esta ocasión hasta el mismo Expo Tel Aviv con uno de los arranques más dinámicos de las últimas ediciones, en parte por un desfile de países con nunchakus luminosos que, al girar, componen sus diferentes banderas.

Las postales previas a las actuaciones son de lo mejor que se ha creado para Eurovisión 2019, en algunos casos bastante superiores a lo que viene a continuación. Merece la pena especialmente prestar atención a algunas como el “parkour” ruso.

Ya en faena, no pasarán desapercibidas las escasas dotes para el baile de la maltesa, encargada de abrir una gala que exigirá paciencia en su primer tercio por la abundancia de tiempos lentos, lo que favorecerá a propuestas tan coloridas como las de la República Checa.

Por eso llamará la atención la excéntrica San Marino, depositaria de lo que algunos llaman el “drunk vote” o “voto borracho”, con un cantante/dentista (real) que en su participación en Eurovisión 2016 emulaba a un Leonard Cohen mediterráneo y este año se ha transmutado en una Raffaella Carrá calva, divo del italodisco.

Suecia, una de las grandes favoritas, actuará en noveno lugar. Tras ella cabe reparar en la bella propuesta eslovena, aunque su vocalista refleje la misma euforia en el escenario de Eurovisión que un caníbal ante un puesto de verduras.

Mientras intentan dilucidar por qué la propuesta maltesa combina cuero, cadenas, vestidos de plástico transparente y sombreros cordobeses (quizás para desviar la atención de las capacidades vocales de su cantante), centren mejor los sentidos en el principal aspirante al triunfo, la emocionante Holanda.

Tras acabar con todo el tul y organza del planeta, el principal reto de la representante griega pasará por afinar alguno de sus agudos; el del público con el candidato israelí, avatar mediterráneo de Freddie Mercury, será descubrir cómo puede proyectar tanta voz sin apenas cuello.

Frente a Noruega, que invocará con éxito en lapón todos los clichés gays del “eurodance” noventero, esa potencia musical que es Reino Unido intentará quitarse la maldición gitana que desde hace años la condena a un puesto peor incluso que el de España con... sorpresa, otra balada.

No acudan aún a la insulina, porque Islandia y su rock metalero e industrial, orgullosamente lascivo y encorsetado en arneses, llega para salvar la noche frente a las subidas de azúcar.

Ya no es un secreto que Eurovisión 2019 da para un calendario de bellezas masculinas. Al estonio muchos querrían verlo empapado durante su canción con forma de “tormenta”, como disfrutarán en su postal a Chinguiz, azerí ubersexual que aquí ha convertido la sola pronunciación de su nombre en fuente de feromonas.

La temperatura musical del festival se mantendrá arriba en el tramo final con una batería de artistas que aspiran a colarse en el “top 10” o incluso al triunfo, como es el caso del francés Bilal Hasani, inmenso en emoción, corto de voz, ideal de cabello.

Ensayen el punto exacto de las palmadas de “Soldi”, del italiano Mahmood, pasión de modernos y seguidores de C. Tangana que ha viajado a Tel Aviv con la mayor colección de camisas que solo un hombre seguro de sí mismo osaría lucir, un superávit inversamente proporcional al número de sus sonrisas.

El español Miki, que cerrará la gala, dice haber necesitado cuatro días de “crossfit” y gimnasio semanales en los últimos meses para aguantar el nivel de canto durante su sencilla coreografía, ¿alguien sabe qué ha desayunado el suizo durante el último año?

Tras él llegará Australia, una fantasía cósmica que deja “Los Vengadores” en un paseo por el campo y que le ha valido auparse a los primeros puestos de unos pronósticos que España intentará mejorar para colarse entre los diez primeros.

A su favor, la simpatía de su representante y una canción que ejerce de perfecto final de fiesta; en contra, una escenografía que constituye tal orgía de color y elementos que solo requiere un robot gigante para resultar excesiva... ¿Hay un robot gigante?

Los mitómanos de Eurovisión tienen una ocasión de lujo para recrearse con el intermedio, en el que algunos de los participantes más carismáticos de los últimos festivales se intercambiarán sus temas. Enorme Eleni Foureira versionando a Verja Serduchka, aunque no tan impagable como convencer a Salvador Sobral para recrear “Toy”. En serio, no se ha podido pagar.

Encantada estará igualmente Betty Missiego del homenaje que el festival le hará a “Hallelujah” con la veterana intérprete israelí Gali Atari, la artista que hace 40 años exactos le hurtó a la hispanoperuana su victoria en el último minuto.

Si a tras diez horas de gala no han tenido suficiente, aguarden. Aún quedará el advenimiento de Madonna y un sistema de votación que se ha convertido en los últimos años en la primera causa de infartos en el mes de mayo. Disfruten la taquicardia.

Por Javier Herrero

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