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Algo pasa con Mimi-Rose

Mimi Rose: ¿es la chica perfecta o la perfecta lianta?

Lucía Lijtmaer / Lucía Lijtmaer

Hashtag: WTF Mimi-Rose. Qué haces ahí, Mimi-Rose. Quién eres. De dónde has salido. De repente, había aparecido ella. Con su nombre ridículo, su naricita en forma de botón, el pelo del color del trigo cuando madura bien y la piel de no haber hecho nunca nada malo -cuando sabemos que sí, eh, todos sabemos que sí-.

Quién carajo es Mimi-Rose, se preguntaron los espectadores de Girls a la par que Hannah Horvath mientras la rubia aparecía ahí, en casa de Hannah, en un quiebre de guión inesperado que se parecía más a la providencial curva una noche en la carretera, y nos dejaba a todos con la boca abierta. WTF Mimi-Rose. Quién eres, ser extraño, bello y posiblemente sin emociones que te llevaste a Adam de la manita y le hiciste olvidarse de su novia, su vida ¡y su tabique! para convertirle en un ser lobotomizado que durante dos o tres capítulos sólo aspiraba a ir de brunch y taparte con una manta. Literalmente.

Con el cierre de la cuarta temporada de Girls y la posibilidad de ejercer un análisis más pausado sobre lo que ha sucedido, hemos podido comprobar que más allá del estupor inicial, la audiencia y los medios no querían dejar marchar a Mimi-Rose de sus vidas. A medida que se asienta el polvo, se suceden las entrevistas a la actriz Gillian Jacobs, que da vida al personaje, y se establecen bandos: ¿eres una Mimi-Rose o una Hannah? ¿Seduces o te dejan? ¿Lo tienes todo, incluido un apartamento de revista o vas a tener que dormir en un almacén con tus muebles, maldita perdedora? Incluso sus pijamas se codician.

La introducción -fuera parcial o no- de una quinta chica en la serie de chicas pareció haber ejercido tremendo influjo sobre los telespectadores. La pregunta es: ¿por qué? ¿Qué tiene el personaje de Mimi-Rose Howard que encandiló o desestabilizó a partes iguales a los fans de la serie? ¿Es buena? ¿Es mala? Es más, ¿importa?

La fascinación que ha despertado Mimi-Rose no resulta casual. Por un lado, parece formar parte de la larga tradición de arquetipos femeninos de la ficción audiovisual, quizás como una combinación de los más evidentes: la femme fatale, la bruja y la sirena. Estas tres versiones están destinadas a llevar al héroe por el camino de la amargura ya sea por sus malas artes -la bruja- o por su irresistible atractivo sexual -la sirena y la femme fatale-. Mimi-Rose parece ubicarse en parte en estos espacios, ya que a partir de su segunda aparición se presenta como un personaje poco o nada empático que hace lo que le da la gana sin tener muy en cuenta los deseos de los demás.

Pero, por otro lado: Mimi-Rose tiene éxito, algo que Hannah siempre ha deseado, muchísima confianza en sí misma y parece ser la viva encarnación de la mujer triunfadora. Para más inri, los guionistas se aseguran de poner una anécdota nada menor en el camino del binomio Mimi-Rose/Adam: en pijama y sin arreglar, Mimi-Rose deja caer que no puede ir a correr con Adam porque acaba de abortar. La bomba se deposita sin más para estupor de su novio, que empieza a hacer preguntas: ¿cómo?, ¿cuando?, ¿es mío?, ¿quién te acompañó?, ¿acaso no tengo nada que ver? Y Mimi-Rose replica pausadamente todo aquello que cualquier mujer joven que defienda que su cuerpo es suyo contestará: “no sé”, “¿qué?”, “una amiga”, “¿decidir qué?, hace muy poco que salimos”.

Además, a diferencia de las muy apreciadas Hannah o Shoshanna, el mundo de Mimi-Rose no acaba de gravitar alrededor de ninguno de los hombres que aparecen. ¿Le gustan? Es evidente. ¿Hace con ellos lo que quiere? Eso parece. Pero ante la posibilidad de elegir entre la novedad de Adam y el recurrente -y sospechamos que más que insufrible- Ace, Mimi-Rose se sorprende a sí misma y decide pasar de ambos para estar sola.

Sin duda, la aparición de Mimi-Rose marca la temporada de la madurez para Girls. Los personajes deben enfrentarse a su etapa de crecimiento, como si de una novela de aprendizaje à la Mujercitas se tratara, y ello comporta la necesaria aparición de una némesis. Y si es rubia, mejor. En este sentido, no hay que olvidar que una de las mayores influencias de Lena Dunham es la escritora, guionista y directora Nora Ephron. En un evidente homenaje a la película inspirada por su libro Se acabó el pastel, Dunham hace que Hannah se encierre en una habitación tras conocer la ¿traición? de Adam, y desfilan sin cesar todos sus amigos intentando consolarla.

Como en los personajes de Nora Ephron, los guionistas parecen hacer alarde aquí de una insondable capacidad irónica: cuidado con tu modelo de mujer y todo aquello que deseas ser, dicen a los telespectadores. Puede que no te acabe de gustar cuando sea tu contrincante. Y para no convertirlo en el sempiterno terreno de la tradición televisiva, los realizadores de Girls deciden que, por una vez, está bien que dos mujeres no se peleen por un hombre: Hannah comprende todo y se retira ante un posible baño de sangre.

¿Y qué hay de Mimi-Rose? No hay de qué preocuparse. La actriz Gillian Jacobs es la estrella de la siguiente producción de Judd Apatow, Love, una ficción televisiva que se estrenará el año que viene. Y es que las Mimi-Roses del mundo siempre consiguen lo que quieren: en este caso se trata de una serie propia. Chúpate esa, Hannah.

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