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Ecofeminismo contra la barbarie colonizadora, 'Cuerpos celestes' aborda la guerra futura por la conquista del espacio

La propuesta espacial de 'Cuerpos celestes', uno de los puntos fuerte de la compañía AzconaToloza

Pablo Caruana Húder

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La compañía navarro-chilena ha ideado de nuevo un dispositivo escénico de ese teatro tan propio e inclasificable que los hace únicos en la escena tanto nacional como internacional, Cuerpos celestes. Una pieza que hunde sus pies en el vasto panorama de la crisis ambiental del planeta Tierra y la nueva carrera espacial para la explotación de planetas y asteroides: “¿Seremos capaces en esta nueva carrera espacial de no repetir el modelo de explotación y colonización que se realizó con el Nuevo Mundo?”. La respuesta para los próximos cien años, viendo la situación actual, no parece muy halagüeña, pero “dentro de 700 años quizá esto sí es posible. El tiempo geológico nos enseña que los procesos de cambio pueden durar también muchísimos años”, afirma la compañía a este periódico.

J.F. Kennedy, el 12 de septiembre de 1962, en su famoso discurso que inauguraría la carrera espacial, dijo aquello de “escogimos ir a la Luna no porque sea una meta fácil, sino porque es difícil (…) la ciencia espacial no tiene su propia consciencia. Si se convertirá en una fuerza para bien o para mal, depende del hombre, y solo si los Estados Unidos ocupan una posición de supremacía podremos ayudar a decidir si este nuevo océano será un mar de paz o un nuevo teatro de guerra aterrador”. En 2015, el presidente Obama, después de reducir los presupuestos para la investigación espacial radicalmente, firmó la ley conocida como Space Act: “Un ciudadano estadounidense involucrado en la recuperación de un recurso mineral proveniente de un asteroide o de un planeta, tendrá derecho a poseer, tener, transportar, usar y vender el recurso obtenido”. La historia cambiaba de rumbo, de los Estados a las empresas.

Así nacieron las conocidas Virgin Galactic de Richard Branson, Blue Origin de Jeff Bezos, Stoke Space de Bill Gate y el gigante SpaceX de Elon Musk. Una nueva carrera donde las inversiones tienen un claro objetivo: la extracción de materiales como el litio o el cobalto. Cuerpos celestes, recientemente representada en Condeduque (Madrid) afronta esta situación ideando una estructura donde la ciencia ficción se mezcla con la carrera espacial actual y en la que los saltos entre el presente y el futuro son continuos. Se salta desde el presente hasta 2054, donde una geóloga, Valentina Kerejeta, que trabaja para el propio Musk, liderará una misión a Marte para terraformar el planeta, modificar su atmosfera para hacerlo habitable, y que los colonos mineros puedan comenzar las primeras extracciones del Planeta Rojo. Algo que el empresario norteamericano ya ha dicho que debería hacerse. Sobre este supuesto, la obra construye un falso documental. El espacio del teatro se convierte en un plató de este documental titulado Valentina k que estás en los cielos.

El colonialismo universal

Pero la pieza también salta de ese 2054 hasta 2086 cuando Marte es abandonado para ir a mejores vetas donde la obtención de litio, níquel, hierro y cobalto sea más efectiva. El plan de hacer habitable Marte con la explosión de bombas atómicas en los polos ―teoría que hoy sustenta Elon Musk― no ha funcionado. Marte es ingobernable. Aun así, Valentina decide quedarse e introducir sus pies en el Mar de Sharp, al oeste del Monte Olimpo. Poéticamente Valentina introduce sus pies en aquella planicie que un día fue un mar y se fundirá con la materia. Fusión de la que brotará otro de los planos de la obra, las cartas que Valentina enviará al ser humano y que llegarán 700 años después. La obra se completa con una conferencia titulada: Un chingo de cosas que debieses saber antes de intentar conquistar el espacio.

Una intrincada dramaturgia que interpretan en escena Txalo Toloza y Laida Azcona, que además son los creadores y directores de la pieza. Toloza y Azcona comenzaron hace diez años con una pieza llamada Extraños mares arden, primera parte de su trilogía Pacífico. Ahí, ya estaban todos los componentes que conformarían el estilo de la compañía. Teatro documental a través de procesos de documentación extensos y entrevistas que luego llevan a escena a través de la conferencia, el vídeo o el verbatim (el actor recibe el texto a través de un pequeño altavoz en escena). Y una dramaturgia poética basada en la utilización de espacio donde en cada obra se van instalando objetos que van transformándolo.

Aquella trilogía, Pacífico, versaba sobre los más de 500 años de explotación a través de las colonias primero, de las empresas más tarde, del Continente Americano. La familia Guggenheim y el desierto de Atacama, el genocidio del pueblo mapuche y la explotación del río Amazonas fueron los temas que abordaron. La trilogía recorrió España, Europa y América para acabar siendo programada en su totalidad en una de las mecas del teatro, el Théâtre de la Ville de París en pleno Festival de Otoño de la ciudad francesa.

Después de esa intensa trilogía vino un viraje, Cuerpo mineral, obra que supuso el primer peldaño de este Cuerpos celestes. “En este nuevo proyecto queríamos seguir avanzando en la idea de colonización, pero preguntarnos si vamos a seguir utilizando el mismo lenguaje que llevamos utilizando siglos y nos llevó a desastres como el cometido sobre los pueblos originarios de América o sobre espacios como el Amazonas, es increíble que no hayamos aprendido nada como especie. La minería de asteroides no deja de ser una forma de explotación de los recursos. Las colonias siempre son extractivas”, explica Toloza.

Desde el Mar de Sharp

En Canto mineral, ese paso a la ciencia ficción ya estaba dado y veíamos a una familia perdida en el interior de la montaña Olimpo del mismo Marte. En la pieza que acaban de estrenar, tenemos esas cartas de ese ente fusionado, de esa Valentina ecofeminista que dice desde 700 años en el futuro: “Porque fue ahí, con el contacto con esos cuarzos rojo fuego, que entendimos que esas rocas que llevábamos años explotando eran también nuestros cuerpos (…) desde ese momento hemos sido carne, fluido, gas, mineral y fuego. Energía oscura, materia negra, polvo de estrella y radiación. Radiación con la que llevamos ya varios siglos fundiéndonos con el cosmos”.

Una visión que denota la inmersión de la compañía en las teorías de Timothy Morton y su “ecología oscura” o los conceptos de “ecología profunda” de Arne Næss, “hemos pasado por todos los clásicos, pero sin casarnos con ninguna corriente, no debemos hacer eso, nuestro papel es dar perspectivas”, explica Toloza. Además, reconoce que el ecofeminismo ha estado muy presente en esta pieza en “ideas tan básicas y necesarias como los cuidados del afecto hacia la tierra, también hay un concepto que nos gusta mucho que es la igualdad radical, la idea de que todos somos iguales. Una piedra y un ser humano, ¿son iguales? Realmente no somos capaces de defender eso. Científicamente nos destrozarían. Pero como artistas somos capaces de pegar una patada al diccionario y decir ”pues sí, somos iguales“. Esa decisión nos sitúa en un sitio en el que queremos estar, defender que todos venimos de las estrellas, que somos al mismo tiempo los ciento y pico elementos que conforman el parachoques de un coche y el de tu corazón”.

Las palabras de Valentina, de esas Cartas desde el Mar de Sharp, son esenciales para entender la apertura de esta compañía. Unas palabras que contienen un gran calado poético y donde el subtexto, un subtexto que está presente sin estarlo, sin romper nunca el plano de realidad propuesto por la obra, permite que la introspección sentimental se haga presente. La mejor ciencia ficción siempre fue un espejo proyectado pero nítido del presente. Al igual que cuando una inmensa Uma Thurman decía a Ethan Hawke en Gattaca, “secuénciame” ofreciéndole uno de sus cabellos, en Cuerpos celestes, además de toda la política y la información sobre carreras espaciales, prospecciones posibles o minerales más buscados, está presente el amor, los anhelos y los miedos de perderlo, la esperanza de reconquistarlo. Se habla de galaxias y de materia oscura, de placas tectónicas y magnetismo, de roca y lava, de allí donde la luz atraviesa la oscuridad y se funde con ella.

“No sé hasta qué punto somos conscientes, quizá en esta obra sea más patente, pero creo que también está presente en todos los textos y obras que hicimos. Tiene que ver con el poeta chileno Raúl Zurita. Él viene de esa generación de Chile tremenda en la que a sus amigos los torturaron, los mataron, vivió lo peor. Hay un video del discurso que da cuando Zurita le entregan el premio Iberoamericano de Poesía. En él, acaba diciendo que él, que siempre creó desde la barbarie y el dolor, descubrió que su misión era el amor. Me parece superbonito entender que cuando uno habla de barbarie, lo que está hablando también es de amor”, concluye Toloza sobre esta obra también llena de ironía cercana y voluntad de convertir el teatro en un espacio compartido. La obra además contiene una propuesta espacial que ya tienen fans entre los seguidores de esta compañía. En este caso, con filigrana incluida, un rayo láser que rebotará milimétricamente por las paredes del teatro.

El domingo 26 de mayo la compañía muestra Concierto geológico, la versión en formato concierto y conferencia performativa de Canto mineral. Además, Cuerpos celestes podrá verse en el Festival Grec de Barcelona en julio.

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