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Chema se va

Laura Vilanova

“¡Mamá, Chema se va de vacaciones a Bolivia, pero no sabe si va a volver! Es que su padre ya está allí dos meses y ahora su madre y él se van a verlo”.

“Desde que ha empezado el curso todavía no he visto a Jalila, se ve que ha aprovechado y se ha quedado más tiempo en Orán en casa de su abuela ¡ya que han tenido que pagar el barco!”

Es el retorno migratorio que se vive en la ciudad de Alicante explicado por un niño de 6 años en su día a día. Lo vivo de primera mano. El que me lo cuenta es mi hijo. Cada día, al volver del cole,… Él no sabe lo que hay detrás de cada marcha. Yo tampoco. Pero puedo imaginarme que muchos sueños rotos de padres que se han visto devorados por la crisis económica y que no encuentran otra salida que volver a sus países de origen ante la falta de oportunidades en una ciudad en barbecho y que ni siquiera sienten como la suya.

Lo explicaba perfectamente el profesor universitario Carlos Gómez Gil en un artículo publicado en mayo en su blog. Allí se recogen los datos, yo sólo pretendo contar una historia.

En cada colegio de Alicante, antaño tierra de acogida de inmigrantes extracomunitarios, hay un Chema, una Jalila, una Anastasia, una Alexandra, … ¿Importa el nombre? En cada colegio hay un niño o una niña que se ve obligada a dejar la ciudad en la que –muchos de ellos, la mayoría- nació. Deja a sus amigos y amigas, a sus profes, su casa, su barrio, su parque…, en definitiva, el entorno en el que se siente seguro y arropado. Bajo titulares como el de “La crisis vacía de alumnos inmigrantes los colegios”, “Por primera vez baja la matriculación de niños inmigrantes en colegios e institutos” o “Descienden los inmigrantes extracomunitarios residentes en Alicante” se esconde la historia de otros Chemas, Jalilas o Anastasias que han cogido un avión o un barco…sin billete de vuelta.

La falta de una red familiar que supla la ausencia de ingresos (como ocurre en la mayoría de familias españolas víctimas de la crisis), la carencia de políticas de apoyo por parte del Consell y del Ayuntamiento, el recorte –más bien, la desaparición- de las ayudas a las organizaciones que trabajaban por y para la integración de los inmigrantes y el dinero público dilapidado durante años en proyectos megalómanos como el de Ciudad de la Luz o Terra Mítica, o escondido en los bolsillos de los consejeros de las antiguas cajas de ahorro fuerzan la marcha de Chema, de Jalila, de Alexandra…

Pero ¡no importa! Nuestros políticos están más interesados en convertir en trending topic el hastag #somvalencians para ¿defenderse? de un supuesto ataque soberanista catalán que en buscar una salida a la situación por la que atraviesan cientos de inmigrantes, antaño ciudadanos alicantinos. A fin de cuentas, ni Jalila, ni Chema, ni Anastasia…són valencians ¿O sí?

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