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El CETI de Melilla acoge menos de 500 refugiados y migrantes por primera vez en años

Centro de migrantes de Melilla

Néstor Cenizo

La ocupación del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla es acorde a su capacidad por primera vez en mucho tiempo. De 1.800 internos en octubre de 2015 se ha pasado a un número inferior a 500, la mayoría solicitantes de asilo. La reducción es el resultado de una mayor agilidad en la salida hacia la península de los refugiados sirios y un descenso en las llegadas a la ciudad autónoma. Sin embargo, el ministro de Interior en funciones advirtió sobre un posible cambio de ruta hacia España tras el cierre de Grecia derivado del acuerdo entre la UE y Turquía.

Durante las discusiones sobre el pacto, fuentes comunitarias aseguraron a varios medios que las entradas en Ceuta y Melilla habían aumentado en un 100% respecto a semanas previas. Pero el supuesto incremento no se percibe ni en Melilla ni en la ciudad marroquí fronteriza, Nador. En el CETI hoy no hay rastro del hacinamiento de hace unos meses.

El aspecto de la calle central, antes atestada, es el de un tranquilo lugar de paseo. A veces se acerca algún sirio a invitar a un cigarrillo por su despedida, o se les ve con bolsas de las tiendas, porque al día siguiente, como se dice aquí, “tienen salida”. “Hay mucha más tranquilidad ahora. Si somos los que tenemos que ser”, dicen trabajadoras de una ONG. 

Cada miércoles durante meses parten en el barco de madrugada hacia la península en torno al centenar de demandantes de asilo, la mayoría sirios, que ahora permanecen en el CETI en torno un mes o, a lo sumo, mes y medio. Esto ha motivado que los sirios que ahora aloja el centro apenas ronden el centenar, según fuentes de Delegación del Gobierno. Para los que están casados con mujeres marroquíes o tienen hijos los trámites se retrasan, porque las autoridades de asilo verifican la filiación con pruebas de ADN.

A finales de 2010 Hamouda huyó de Kobani, una ciudad kurda al norte de Siria cercada durante meses por el ISIS. Vio venir la guerra, dice. Tiene dos hijos con una mujer de Tánger: uno de ellos nació en Melilla, pero ha debido esperar a que las pruebas de ADN ratificaran que el primero también es suyo para lograr la salida. Hamouda se señala los pantalones y las zapatillas, y con un gesto explica que son prestados. En Melilla recibió un pijama, calcetines, unos zapatos, una chaqueta y una pastilla de jabón. Dice que se ha gastado 10.000 euros en estos cuatro meses y que llegará a la Península sin dinero. La madrugada del miércoles al jueves lo trasladarán a Málaga y de allí piensa viajar a Barcelona.

Menos suerte tienen los subsaharianos, marroquíes y argelinos, algunos de los cuales cuentan años esperando pasar a la Península. La posibilidad de que una argelina que lleva tres años en el CETI fuese trasladada provocó un conato de rebelión por parte de algunos compatriotas hace un par de semanas. Hay también unos 80 subsaharianos, y en torno a 90 marroquíes, muchos de ellos cónyuges de demandantes de asilo de nacionalidad siria. En enero y febrero ha habido unas 470 llegadas al CETI, del que han salido casi 800 internos con destino a la Península.

La situación contrasta con épocas tan recientes como el pasado mes de octubre, cuando cerca de 1.800 personas se amontonaban en las calles centrales de un centro con capacidad para 600, una tercera parte. En 2014 llegaron a ocupar el CETI más de 2.300 personas. La situación llegó a ser caótica, admiten fuentes internas del CETI. A principios de diciembre de 2015 el número de internos se había reducido ya a unos 1.000. Recientemente, el centro ha ampliado su capacidad con la instalación de nuevos pabellones que permitirán albergar a un total de 1.050 personas en el todo el conjunto.

“Hemos cumplido con el objetivo de que sea temporal”, declaró satisfecho el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik el Barkani, en una entrevista en RNE. Poco después dijo que el centro estaba “como nunca”, en una situación no vista “en décadas”.

Mayor rapidez en las salidas 

La agilización de los trámites para el traslado a centros de acogida de la Península es una de las patas en las que se apoya la reducción del número de internos. Los solicitantes de asilo de nacionalidad siria son trasladados a la Península poco después de obtener la tarjeta roja de demandante, lo que ocurre en un plazo aproximado de tres semanas en la mayoría de los casos.

Esta posibilidad, autorizada recientemente, conlleva la puesta en marcha de un sistema “muy complejo”, según explica Teresa Vázquez, abogada de CEAR en Melilla. Implica movilizar a policía en origen y destino (Melilla y Málaga), el pago de billetes para cada solicitante -37,5 euros el billete- y el desplazamiento del personal de las ONG que los acoge en distintos puntos de España desde su llegada a Málaga.

Mientras se agilizaban los traslados a la Península se redujo el número de los que llegan, motivado también por el bloqueo ejercido por la policía marroquí en la frontera, así como el nuevo visado exigido por Argelia -país de tránsito en la ruta- para los sirios.

Este sábado era imposible localizar a sirios en Nador. Ni una sola familia en doce hoteles, incluso en aquellos conocidos por albergar a refugiados durante las épocas (tan recientes como el pasado otoño) en las que se contaban por centenares. “Todos a Melilla”, explican a eldiario.es en esos hoteles. 

José Palazón, activista de Prodein, cree que es coyuntural y volverán tras el cierre de la vía de los Balcanes. El reciente acuerdo entre la UE y Turquía han llegado a un acuerdo por el que la UE podrá expulsar al país otomano a todos los migrantes y refugiados que lleguen de forma irregular a las costas griegas abona esta hipótesis, alimentada por el propio ministro de Interior en funciones cuando advirtió  de la posibilidad de que el “problema” de los refugiados se traslade de Grecia y Macedonia a Ceuta y Melilla. “No podemos bajar la guardia”, dijo el 10 de marzo en Bruselas, antes de entrar a una reunión del Consejo Europeo.

Sobre el CETI siguen pesando, sin embargo, sospechas por su funcionamiento interno. Poco antes de terminar 2015, Francisca Friz-Prguda, representante en España del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), había dado la voz de alarma denunciando el incumplimiento de las “mínimas previsiones” de la normativa europea sobre acogida de refugiados.

“Ese no es el sitio para que refugiados y solicitantes de asilo pasen más de tres o cuatro días”, denunciaba en una entrevista con Europa Press, en la que llamaba a remodelar el CETI “drásticamente” para satisfacer unas “condiciones mínimas de vida”. La Cadena SER reveló que el CETI suspendió de empleo y sueldo a un trabajador, a quien unos 80 sirios acusan de acoso sexual y maltratos. Este caso está siendo investigado por la Fiscalía. 

En 2015 pasaron por el centro unas 8.200 personas, según cifras provisionales. De ellas, unas 6.300 registraron peticiones de asilo, 6234 de las cuales correspondían a sirios, once a subsaharianos y las demás a palestinos, argelinos y marroquíes.

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