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Análisis

El bombardeo del centro de inmigrantes en Libia se veía venir y Europa lo sabe

Agentes revisan los escombros de un centro de detención destruido en Trípoli, Libia, el 3 de julio de 2019.

Peter Beaumont

The Guardian —

A pesar de lo impactantes que han sido las circunstancias detrás de la muerte de al menos 44 personas tras un ataque aéreo que golpeó a un centro de detención en Tajoura, cerca de Tripoli, la capital de Libia, el incidente era predecible.

En Internet se difundieron imágenes que decían mostrar sangre y partes de cuerpos mezcladas con escombros y pertenencias de los migrantes, después de un ataque aéreo por el que se responsabiliza a las fuerzas del jefe militar Khalifa Haftar. Los detenidos estaban alojados en un hangar situado junto al depósito de armas que se supone que era el objetivo del ataque.

Hace mucho tiempo que los funcionarios de la UE están al tanto de los riesgos que corren en Libia los migrantes, que se enfrentan a un maltrato atroz a manos de las milicias, mientras que Europa impide que lleguen los barcos con migrantes a Italia y otros países.

Los expertos han criticado la decisión de la UE de retirar los navíos que formaban parte de la Operación Sophia, que tenían un papel esencial a la hora de salvar vidas en el mar, señalando que esto ha llevado a que miles de personas acaben detenidas o atrapadas en instalaciones como la de Tajoura.

En los últimos meses, desde que Haftar y sus Fuerzas de Liberación Nacional lanzaron un ataque contra el gobierno de Fayez al-Sarraj, que cuenta con el apoyo de la ONU, han comenzado a sonar las alarmas por la seguridad de los migrantes. Unas 3.000 personas están alojadas cerca de los puntos de combate, donde muchos migrantes ya han sido asesinados.

En el caso de las instalaciones de Tajoura, la agencia para los refugiados de la ONU, ACNUR, remarcó que hace menos de dos meses había advertido de que todas las personas dentro del centro de detención estaban en riesgo de ser alcanzados por un ataque.

Amnistía Internacional también había advertido del riesgo que corren los migrantes detenidos cerca de una base militar, después de que el 7 de mayo un ataque aéreo impactara contra un vehículo militar a unos 100 metros de un centro de detención.

El mes pasado fue el turno del portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville, quien detalló una lista de abusos y peligros a los que se enfrentan los migrantes detenidos en Libia, a menudo tras ser interceptados por la guardia costera del país, que recibe apoyo de la UE.

Entre los abusos que mencionó Colville estaban los informes de migrantes que murieron en los centros en “condiciones horrorosas” por no ser tratados contra la tuberculosis. Veintidós de ellos estaban desde septiembre en las instalaciones de Zintan, al sur de Tripoli.

Según Colville, al parecer, algunos migrantes fueron enviados deliberadamente a instalaciones cerca de la frontera, mientras que otros simplemente desaparecieron y se sospecha que fueron víctimas del tráfico de personas para realizar trabajos forzados, ser explotados sexualmente o entregados a traficantes que les ofrecían llevarlos a Europa.

La organización Human Rights Watch afirmó en un informe publicado en enero bajo el título 'Sin escape del infierno' que nada de esto debería sorprender a los funcionarios.

Hace dos años, el Comisionado de Migración de la UE, Dimitris Avramopoulos, se vio obligado a reconocer el estado calamitoso de los centros de detención en Libia y los abusos generalizados que allí suceden, incluso cuando el bloque sigue apoyando los esfuerzos anti-migratorios de las autoridades Libias en el mar.

“Todos somos conscientes de las escandalosas y humillantes condiciones a las que son sometidos algunos migrantes detenidos en Libia”, afirmó Avramopoulos. Esas condiciones casi no han mejorado, mientras que los riesgos a los que se enfrentan los migrantes no han sino aumentado.

En julio de 2018, cuando investigadores de Human Rights Watch visitaron cuatro centros de detención en Tripoli, Misrata y Zuwara, describieron las “condiciones inhumanas que incluían hacinamiento, condiciones antihigiénicas, comida y agua de mala calidad”, así como “alarmantes relatos de violencia a manos de los guardias, como palizas, latigazos y el uso de descargas eléctricas”.

Tras el reciente ataque aéreo, Elinor Raikes del Comité Internacional de Rescate, pidió que se evacúen los centros de detención. “Es inimaginable el miedo y el horror que sienten aquellos atrapados en Tajoura y en otros puntos de Libia”. Las personas que están en los centros de detención “deben ser evacuadas a un sitio seguro fuera de Libia y se deben reiniciar inmediatamente las operaciones de rescate en el mar para proteger a aquellos que huyen de la violencia”.

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