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THE GUARDIAN

Indignación tras el incendio en el que murieron 40 migrantes en un centro de detención de Ciudad Juárez: “Nos están matando”

Un grupo de migrantes y familiares de personas fallecidas por un incendio realizan una vigilia en memoria de las víctimas, frente al Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez (México).

Marisol Chávez

Ciudad Juárez (México) —

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“¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!”. La voz enfadada de Frank Martín Pérez Pérez (32) resonó fuerte en mitad de la silenciosa noche de Ciudad Juárez. Cientos de personas le siguieron. Una multitud de unos 400 migrantes de América Latina demandó Justicia este martes en su protesta ante el centro de detención de migrantes de esta ciudad mexicana, en la frontera con Estados Unidos, donde al menos 40 personas murieron por un incendio en la noche del lunes.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que el incendio se originó por una protesta de los propios migrantes detenidos. En imágenes captadas por las cámaras de seguridad y publicadas por el periódico El Universal se ve a dos agentes de migraciones abandonando el lugar tras iniciarse el fuego, con los detenidos encerrados y sin poder escapar de las llamas.

Mientras Estados Unidos y México tratan de gestionar un nivel récord en los intentos de cruzar la frontera, las organizaciones de derechos humanos llevan un tiempo alertando de las malas condiciones y el hacinamiento que reinan en los centros de detención.

El incendio ha dejado en evidencia la creciente dureza de la política de inmigración del Gobierno de Joe Biden. Las ciudades mexicanas de frontera se han visto desbordadas por los límites que EEUU ha impuesto al número de personas que pueden solicitar asilo, forzando a muchas personas a dormir en iglesias, en refugios abarrotados o en la calle.

“En duelo por los caídos”

La valla metálica que separaba al centro de detención de los manifestantes estaba adornada con decenas de margaritas blancas, rosarios, fotos y pancartas. La multitud cantó el himno nacional de cada uno de los países de origen de las víctimas.

“En honor y en duelo por los caídos, son los mártires de la población migrante, no podemos olvidarlos”, dijo Juan Pavón (55), un migrante venezolano de San Cristóbal que acudió a la protesta junto a sus dos hijas adolescentes. Pavón y sus hijas no tienen un techo y están esperando la oportunidad de solicitar una cita de inspección con el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de EEUU (CBP, por sus siglas en inglés).

“No sabemos si están muertos, son amigos que hemos hecho en este viaje, después de todo lo que hemos pasado son familia”, dijo el venezolano Frank Martín Pérez Pérez, que se fue de Perú para buscar un futuro mejor en EEUU con su esposa y sus cinco hijos. Es el único de su grupo de amigos que no estaba en el centro de detención cuando el incendio se produjo. Había huido aprovechando un momento en que las autoridades de inmigración detuvieron a un grupo que limpiaba parabrisas en un cruce muy transitado.

Más de 24 horas después del incidente, las autoridades no han hecho públicos los nombres de las víctimas. Muchos, como Pérez Pérez, siguen preguntándose si sus amigos y familiares se encuentran entre los muertos o los heridos. Cono se desconocen los nombres de las víctimas, durante la protesta se leyó un listado que incluía a todas las personas detenidas en el momento del incendio. “¡Justicia!”, coreaba la multitud después de cada nombre.

La protesta se mantuvo pacífica, con muchas personas sentadas en una calle que había sido cerrada al tráfico por las autoridades.

Denuncias de xenofobia

Durante todo el día, se repitieron las denuncias que señalaban la xenofobia y la agresividad de las autoridades mexicanas. Algunos de los detenidos el lunes aseguraban haber sido sacados a la fuerza de la calle, sin ninguna explicación. “¿Qué delito cometimos?”, dijo la venezolana Katiuska Márquez (23), del Estado Miranda. “No paraban de decirnos que este no era nuestro país y que no teníamos permitido hacer lo que estábamos haciendo”.

Cuando las autoridades detuvieron a Márquez y a su hermano Orlando Maldonado (30), los dos estaban en un cruce de calles pidiendo dinero a los conductores. A Márquez la liberaron el mismo lunes por la tarde, poco después de la detención, porque tiene un hijo pequeño y no está permitida la entrada de niños al centro. Su hermano Orlando estaba dentro cuando se desató el incendio. Aún no sabe si está vivo.

“Nos están matando, pero también nos están matando psicológicamente”, dijo la venezolana Elerith Medina (31), de Cumaná. “Hay niños inmigrantes a los que han detenido más veces que a ningún delincuente”. Medina describió como una “tortura” su experiencia con el sistema mexicano de inmigración y pidió al presidente Biden que reformulase las políticas de inmigración. “Le pido compasión”, dijo Medina. “Hay muchas madres a las que les están dando citas, pero no les permiten entrar al país con sus hijos”.

Frustración con el sistema

Había mucha frustración con la aplicación estadounidense CBP One con la que se piden las citas para solicitar asilo. Se supone que la aplicación está pensada como una ventanilla única para los migrantes, con servicios y citas adaptados a sus necesidades, pero las limitaciones del software hacen que los integrantes de una misma familia no puedan pedir la cita de manera conjunta y se vean obligados a separarse.

Durante la protesta, Pavón sugirió suspender esta aplicación y crear una plataforma mejor. La multitud lo aplaudió. “Esa página web está jugando con nuestras mentes”, dijo Pavón. “Hay que suspenderla, anularla”.

Muchos de los manifestantes planeaban acampar y pasar la noche fuera del centro de detención, afirmando que permanecerían allí pacíficamente hasta que las autoridades de Estados Unidos y de México les dieran respuesta.

“A pesar de que somos una multitud, seguimos teniendo miedo”, dijo la venezolana de Puerto Cabello Sofía García (29). García se unió a la protesta tras dos semanas en Ciudad Juárez esperando su cita de inspección con la CBP. Aunque algunos lugareños le han dado la bienvenida, dijo, se ha sentido discriminada. “¿Por qué nos piden que nos quedemos en este país para luchar y trabajar si no tenemos libertad?”, dijo. “Prefiero volverme sin nada pero viva”.

Traducción de Francisco de Zárate

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