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El sistema de acogida de migrantes en Canarias está en “colapso constante” aunque las llegadas irregulares a España han caído un 32%

Inmigrantes en Canarias el pasado 5 de agosto. EFE/ Ángel Medina G.

Gabriela Sánchez

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Las frágiles estructuras de acogida en Canarias, la falta de previsión suficiente ante las llegadas de pateras, la escasa frecuencia de traslados de migrantes a la península y las dificultades añadidas ligadas a la pandemia están provocando un “colapso estructural continuado” de las plazas de acogida de las islas, según han denunciado las organizaciones encargadas del programa de atención humanitaria del Gobierno. “Cuando hay un pico de llegadas a las islas, con varias embarcaciones en el mismo día, el sistema se colapsa”, describe Juan Carlos Lorenzo, coordinador de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado en las Islas. 

La escasa previsión, aseguran, ha marcado la política de recepción de pateras en los últimos meses, a pesar de la consolidación de la ruta canaria desde el año pasado. Mientras que en 2019, 549 personas habían llegado a las islas por la vía irregular a fecha de 15 de agosto; en el mismo periodo de 2020 la cifra asciende a 3.448 migrantes, un 616% más. Las entradas clandestinas al conjunto de España, sin embargo, han bajado un 32% en lo que va de 2019 con respecto al mismo periodo del año anterior.

Pero la ocupación de las plazas de acogida se encuentra en estos momentos “cercana al 100%” en el Archipiélago, confirman desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. La falta de plazas vacías disponibles deriva en que, a cada pico de llegadas, las autoridades tengan que actuar a golpe de emergencia.

Para Lorenzo, los “esfuerzos” del Gobierno para crear un sistema de acogida estable “son insuficientes”. “Todo parte de la falta de planificación de esas estructuras de acogida y de la incapacidad previsión para ponerlas en marcha con inmediatez cuando llegan varias pateras”, resume el coordinador de CEAR, quien recuerda que, mientras el sistema está saturado, hay personas que no quieren estar en las islas que permanecen en centros temporales durante meses debido a la negativa de Interior de realizar traslados suficientes a la península, donde sí hay más recursos de atención humanitaria.

“Continuamos trabajando en la búsqueda y adaptación de recursos que, junto a los traslados a Península, alivien la situación en alguno de estos centros”, justifican desde el departamento dirigido por José Luis Escrivá. La saturación del sistema de acogida encuentra otra de sus causas en el bloqueo de los traslados de migrantes al resto de España por parte del Ministerio del Interior. “¿Derivaciones? De eso no se habla, porque puede generar un efecto llamada, obviamente”, señaló a principios de mes el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana.

Según la Delegación, el Ejecutivo lleva meses “trabajando en dos planos” para acoger a los recién llegados: “uno más inmediato y a corto plazo que consiste en seguir ofreciendo soluciones de acogida a quienes llegan a nuestras costas. Y un segundo a medio plazo para la implementación de la red fija de centros estables”. La institución asegura estar gestionándolo “de un modo acompasado para que las soluciones coyunturales no demoren el trabajo en el plano de la red de centros fija”. 

Urgen soluciones de cara a un previsible pico de llegadas en septiembre

Los meses pasan y las organizaciones urgen a la disposición de infraestructuras estables de cara a septiembre, cuando las autoridades prevén un aumento de las entradas de pateras al Archipiélago debido a la mejora de la meteorología en la zona. El delegado del Gobierno en Canarias ha advertido este verano de un “previsible importante repunte” en los próximos meses, como ocurrió a partir de agosto-septiembre de 2019, cuando “llegaron más de 2.000 personas durante esos cuatro meses y es probable que este año lleguen bastantes más si seguimos con esa tendencia”. 

Al posible incremento del flujo migratorio, ligada a la esperada mejora de las condiciones del mar en una de las rutas más peligrosas para llegar a Europa, se suma la necesidad de trasladar a otro lugar a cerca de 400 migrantes acogidos de manera improvisada en aulas y residencias escolares cedidas por el Gobierno canario, que deben quedar vacías en septiembre ante el inicio del curso escolar, según advirtió Cruz Roja. 

“De los recursos que hemos tenido, algunos tenemos que desalojarlos cuando se inicie el curso escolar. Por eso seguimos buscando nuevos espacios y estamos haciendo movimientos de unos recursos a otros”, detalla José Javier Sánchez Espinosa, subdirector de Inclusión Social de Cruz Roja, quien reconoce la inestabilidad de las plazas disponibles, por lo que la organización está constantemente en busca de nuevos espacios de acogida, la mayoría cedidos por el Gobierno canario. “Que haya o no haya plazas suficientes depende del número de llegadas. Una semana que no ha habido prácticamente llegadas, nos permite adaptar. Estamos siempre buscando más recursos”, añade. 

Además, la organización se encuentra “evaluando algunos terrenos” ofrecidos por el Ejecutivo central . “Como no sabes nunca cómo va a ser la situación de las llegadas, estamos intentando ampliar capacidad”, detalla Espinosa. En junio, el Ministerio de Inclusión anunció la construcción de una nueva infraestructura temporal promovida y financiada por la Secretaría de Estado de Migraciones en el puerto de Arinaga (Gran Canaria) para crear un dispositivo de primera acogida. A finales julio, Cruz Roja paralizó la construcción del campamento debido a la demora de las licencias, por lo que decidió desmontarlo y enviar el material a Murcia. Por el momento no se ha activado una alternativa al proyecto anunciado por la Secretaría de Estado de Migraciones. 

La pandemia también dificulta el proceso de acogida tras las llegadas en patera. El gobierno canario realiza pruebas PCR a todas las personas que alcanzan sus costas de manera irregular. En caso de haber al menos un positivo, todos los ocupantes de la embarcación deben guardar cuarentena al considerarlos contactos estrechos -dividiendo los contagiados de los sospechosos-. “Cuando se juntan varias pateras, puede ocurrir que, aunque tengamos plazas disponibles, no podíamos acoger a personas que acababan de llegar al no cumplir los requisitos de aislamiento en función de los grupos”, sostienen desde Cruz Roja. Ante la falta de infraestructuras estables para cumplir con las cuarentenas, la organización se ve empujada a realizar movimientos de migrantes de unos recursos a otros, en una suerte de encaje de bolillos para acoger y confinar a las personas que lo requieran. 

Las consecuencias de la inestable red de acogida se visibilizaron a principios de agosto cuando 71 migrantes llegados en patera tuvieron que pasar tres noches a ras del suelo en el puerto de Arguineguín ante la falta de un lugar donde seguir la cuarentena. “La razón fue la imposibilidad de poder trasladarlos a otro lado. Tan sencilla como traumática si no tienes capacidad para acoger”, considera el coordinador de CEAR en las islas. 

Para dar un techo a estas personas, Cruz Roja decidió enviar al pueblo de Tunte (Gran Canaria) a los recién llegados que debían guardar cuarentena por haber mantenido un contacto estrecho con varios positivos. Pero el dispositivo, con capacidad para aislar a sus huéspedes, acogía desde hacía nueve meses a cerca de 80 migrantes subsaharianos. La organización humanitaria optó por derivaa estas personas a un polideportivo de la isla, para dejar libre el espacio a quienes llevaban tres noches durmiendo al raso en el puerto. 

Esta decisión provocó protestas en el pueblo. Según decían, los manifestantes se quejaban por miedo al coronavirus. Por otro, lamentaban el traslado del grupo de migrantes que muchos vecinos sentían ya como parte del municipio. Así fue como Cruz Roja, en una decisión de emergencia, encajó las piezas del inestable puzle en el que se ha convertido la red de atención humanitaria en el Archipiélago. 

En Fuerteventura, no había una estructura de acogida cuando las llegadas de pateras aumentaron a partir de 2019. Fue entonces cuando el pastor Ángel Manuel Hernández comenzó a recibir llamadas de la Policía, avisándole de que decenas de migrantes iban a quedarse en la calle después de haber superado el máximo de 72 horas de detención para ser identificados.

“Nos llamaba la Policía nacional, nos decían que se iban a quedar en la calle, que si nos quedaba algún espacio. Llamaban al único sitio de acogida en toda la isla. Así que empezamos a buscar la fórmula de acogerlos”, relata Hernández, cuya organización, Misión Cristiana Moderna, atendía principalmente a personas sin hogar.

“Estamos desbordados. Nuestros albergues tienen plaza para acoger a 30 o 40 personas. Hemos llegado a tener 200”, cuestiona el pastor. En estos momentos, sus instalaciones acogen a 125 migrantes. La ONG también se encarga de gestionar algunas de las instalaciones donde los recién llegados siguen su cuarentena. “Tenemos una nave acondicionada para la pedagogía infantil y tiene muchas aulas. Lo desarmamos y lo convertimos en habitaciones. Estaba preparado para 120-200 niños, y ahora acoge inmigrantes”, sostiene el pastor, quien critica no haber recibido ayuda alguna por parte de Inclusión, a pesar de estar realizando la labor que depende del Ministerio.

 “Tenemos que dar respuesta porque es nuestra conciencia, pero el gobierno nos ha desahuciado totalmente. Hemos enviado petición de ayuda de alimentación porque nos quedamos sin alimentos para esta gente, y nos la niegan porque, dicen, no somos oficialmente un centro de acogida de inmigrantes”, cuestiona Hernández.

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