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Carnés de camareros, cualificación para 'riders' y repartidores prémium: ya está aquí la 'titulitis' precaria

Un repartidor de Glovo monta una bicicleta durante su jornada laboral.

Analía Plaza

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Quedan pocos días para que empiece la campaña del Black Friday —que, como cada año, se solapará con la de Navidad— y en la llamada Escuela de Repartidores han terminado el curso. “Este año es importante porque será la campaña más digital. Se repartirán cien millones de paquetes hasta Reyes, un hito que conseguirán las empresas de logística y los repartidores. Algunos de ellos son ya 'repartidores prémium' que han pasado por nuestra escuela”, dice Francisco Aranda, presidente de la patronal logística UNO e impulsor del programa. “Es una iniciativa pionera: en unos años habrá más y todas serán bienvenidas”.

La clausura tiene lugar en Coslada, la última ciudad del Corredor del Henares antes de llegar a Madrid y en la que hay mucha presencia de empresas de logística y transporte. Los 'repartidores prémium', veinte por promoción, son trabajadores en activo a los que sus empresas mandan ahí. Reciben 50 horas de formación presencial en gestión de reparto de mercancías, atención al cliente, manejo de tecnología y prevención de riesgos laborales, además de contar con un simulador de conducción. El Ministerio de Transporte paga una parte (3.075 euros en la última convocatoria) y la patronal el resto. Los trabajadores, nada. Sus empresas, según: algunas permiten hacerlo en tiempo de trabajo y otras no, apuntan desde UNO. Entre las participantes han estado Seur, UPS y Unipost.

“La noticia es que no se haya abierto antes esta escuela. La demanda era clara, era un agujero que había que llenar”, dijo el director de la DGT, Pere Navarro, durante la clausura. “La pandemia nos ha ayudado a poner en valor el transporte y la logística: nos han garantizado el suministro”.

La Escuela de Repartidores nació porque las empresas lo pedían. Les cuesta encontrar personal formado para el “nuevo reparto”, dicen, porque “ya no es suficiente con saber conducir”. La mayoría de los alumnos son jefes de tráfico, una de las salidas que da la formación profesional en Transporte y Logística. Aquí el valor añadido, explica Aranda, está en enseñar a que los profesionales trabajen con “mayor eficiencia” y a “poner en valor su figura a través de la formación”.

Aunque de momento enseñan solo a repartidores en furgoneta, no descartan ampliar a motos y bicicletas. Hay compañías interesadas. No existe aún formación reglada para repartidores, pero el Ministerio de Educación ha sentado las bases para profesionalizar el oficio. En junio aprobó por real decreto la cualificación de 'Servicio de entrega y recogida a domicilio', conocida coloquialmente como cualificación de los riders. Nacida por petición de Correos, se suma a las más de 600 que hay en España y podría transformarse en una FP para repartidores de comida y supermercados. Las cualificaciones son las que sientan las bases de la oferta formativa.

¿Institucionalizar la precariedad?

“Lo de la FP generó suspicacia entre repartidores”, dice Rubén Ranz, coordinador de la plataforma Tu Respuesta Sindical de UGT. “Hacer una FP no es necesario. Creemos que hay que profesionalizar a la gente, pero no sustituir con esto la formación que deben facilitar las empresas. La actividad de reparto y logística depende de la compañía para la que trabajas. Tú puedes adquirir una serie de conocimientos, pero cada empresa tiene su forma de trabajo. Las apps son diferentes entre sí pero sencillas, no es necesario un conocimiento exhaustivo. Insistimos en eso. A ver si al final las empresas no van a invertir nada”.

Para que la empresa dé formación debe existir una relación laboral, algo que no ocurre en las grandes del reparto a domicilio. Glovo y Deliveroo, cuyo modelo está cuestionado por la justicia, tiran de falsos autónomos. Amazon, socia de UNO Logística, también. Una repartidora autónoma de Amazon explica a elDiario.es que, antes de empezar a repartir, deben ver vídeos sobre seguridad laboral e instrucciones de reparto. La empresa refresca las normas y te recuerda con correos electrónicos que des buen trato al cliente. El cliente te puntúa. Y ahí termina la cosa. La pregunta es si es necesaria mucha más formación e incluso un título (de FP o 'repartidor prémium') para un trabajo poco cualificado y, hasta ahora, con bajas barreras de entrada.

“Las licencias se han usado siempre para reducir la competencia con la excusa de asegurar la calidad”, explica Benito Arruñada, catedrático de Organización de Empresas la Universidad Pompeu Fabra y favorable a la liberalización del mercado de trabajo. “En medicina, por ejemplo, el Estado da el título y luego está el Colegio de Médicos. Asegura un poco la calidad, aunque falla en otros aspectos. Hay médicos que ganan reputación porque operan a un futbolista y les aumenta el caché. Ahora, ¿qué necesitas para conocer la calidad de un repartidor o una camarera de piso? Mecanismos empresariales. Una licencia o un título aquí no valen nada”.

Arruñada pone otro ejemplo: el periodismo. “En la dictadura te daban un carné que te permitía trabajar o no. Limitaba el número y se usaba como arma para la disciplina”, continúa. Aunque hoy nadie necesita un carné emitido por el Estado para trabajar en un medio, la formación ejerce de filtro. Los grandes medios tienen sus propios másters, que cuestan varios miles de euros, desde los que fichan a gente en prácticas. “Pasas por caja, te filtran ideológicamente... No es fichar talento”, indica el catedrático. Ranz, de UGT y con una visión mucho menos liberal, teme que la formación para repartidores llegue a entenderse de forma similar. “Podría terminar siendo un filtro: si no pasas por aquí, no entras”, dice. “Esto nos pasa con las asociaciones de riders que quieren ser autónomos, que terminan determinando quién es afín a la empresa y quién no”.

“Dignificar la hostelería” con un carné para camareros y Kellys

La hostelería y el turismo también son objeto de nuevos planes de títulos y formación. Con el sector paralizado por la pandemia, los Ministerios de Industria y Trabajo presentaron hace pocos días el Plan de Formación Profesional en el Sector Turístico, con el que a través de cursos para trabajadores prevén “optimizar su empleabilidad” y favorecer la reactivación.

El plan se divide en tres partes y está dotado con 40 millones de euros. Hay un portal con cursos gratuitos en materias digitales ofrecidos por grandes empresas como Amazon, Google, Microsoft, Oracle o IBM (son cursos técnicos, muchos en inglés, de big data, inteligencia artificial y programación) y el SEPE publicará antes de fin de año una nueva convocatoria de cursos específica para turismo. Además, se crea la “tarjeta de competencias profesionales en hostelería”, un carné para que los trabajadores acrediten su experiencia. Es para camareras de pisos (kellys), ayudantes de cocina y camareros de bares y restaurantes.

“Llevamos mucho tiempo pidiéndolo”, dice Gonzalo Fuentes, responsable de hostelería de CC.OO. “Muchas personas que trabajan en hostelería aprendieron de forma autodidacta. Queremos que se vea reconocida su experiencia. Yo mañana te presento un currículum y piensas: se lo ha inventado. Con el carné, el SEPE acredita oficialmente todo lo que tengas. Es una forma de dignificar las profesiones de hostelería”.

¿Dignifica un carné? Depende de a quién le preguntes. “Todo lo que sea formación es bueno, pero hay que ver cómo se usa. Nosotras hemos denunciado muchas veces que se dan subvenciones a empresas para dar salida a mujeres como camareras de piso. Y tienen que hacer 80 horas de prácticas no remuneradas”, responde Ángela Muñoz, portavoz de Las Kellys. “Al final, sirve para que mujeres sin formación doten de mano de obra barata al sistema. Vale, nos dan una tarjetita. Pero si voy a un hotel y me contratan de externa me van a seguir poniendo dos días de formación sin cobrar. Hay mucha trampa detrás de esto”.

El carné, del que aún hay poca información y se pondrá en marcha a medio plazo, recuerda a los certificados de profesionalidad del SEPE. Para obtenerlos hay que demostrar una serie de horas trabajadas y de formación. Fuentes explica que una de sus utilidades es acreditar la experiencia al presentarse a oposiciones. También establecen la categoría profesional de una persona, aunque luego haya empresas que la cambien. “Nosotras, como profesionales de la hostelería, somos camareras de piso”, continúa Muñoz. “No somos peones de limpieza. Pero las empresas te cambian de categoría para abaratar costes”.

El turismo ha registrado cifras récord en los últimos años pero la precariedad no ha dejado de ser una constante. Hay varias FP de hostelería y turismo: las más demandadas a nivel de contratación son la de técnico en cocina y técnico superior en dirección de cocina. Sin embargo, según datos del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE, en 2019 más del 90% de los contratos firmados fueron temporales. La Encuesta de Población Activa sobre salarios, recién publicada, muestra que la hostelería es la segunda rama profesional peor pagada de España (1.312 euros de salario medio mensual bruto), solo por delante del personal doméstico.

“La formación es fundamental y siempre te ayudará”, considera Miguel Albalá, cocinero en un hotel Marriott de Madrid, formado en escuela de hostelería. “La FP te ayuda, sobre todo en cocina. Y supongo que la tarjeta también, porque la mayoría de la gente no viene de escuela”.

Otros trabajadores desconfían. “Para mí, el resumen de lo que ocurre en hostelería son las ofertas de portales de empleo. Ponen que se requiere experiencia pero no especifican cuál. Yo empecé en 2004 y aún no he encontrado ningún sitio en el que me la hayan requerido”, dice Adrián Daine, encargado de bar en Sevilla. “Te piden el inglés y luego se desentienden de que sepas. Es un sector con mucha rotación, en el que se busca gente joven que quiera sacarse un dinero y no discuta demasiado. La certificación me parecería bien si se buscase a gente a medio y largo plazo. Pero, a día de hoy, yo no he visto que mi experiencia haya servido para mejorar mis condiciones. Es increíble hablar de dignificación del trabajo a través de la certificación si luego la tónica es hacer trampas con los contratos para ahorrar”.

La cualificación del personal es un tema discutido en muchos sectores. Este diario publicó hace pocas semanas un artículo sobre la necesidad de montadores y vendedores de muebles, ahora que el sector ha repuntado. En el texto, empresarios y patronal se quejaban de que no hay gente formada. Los comentarios eran unánimes: pagad bien y veréis cómo sí hay.

El Plan de Formación Profesional en Turismo tiene la vocación de ir preparando a los trabajadores para el turismo post-pandemia, el “transformado” y “digitalizado”. ¿Qué hay de la calidad del empleo? Desde CC.OO consideran que va todo unido. “En los últimos años, la hostelería se ha convertido en una profesión de nómadas. Antes no era así. Cuando vuelva la bonanza, queremos un país turístico diferente, del que hayamos aprendido algo y cuyos empleados estén cualificados porque el cliente lo va a exigir”.

Para el portavoz del sindicato, la cualificación es tan importante como derogar partes de la reforma laboral y que vuelva a prevalecer el convenio colectivo y los salarios dignos. Para el catedrático Arruñada, antes de formar para el turismo del futuro habría que recuperarlo mediante una buena gestión de la pandemia. Para los trabajadores consultados, todo esto corre el riesgo de quedarse en un capita de barniz.

“Si nadie controla que los bares traten a sus trabajadores con dignidad, está complicado dignificar la profesión”, concluye Daine. La portavoz de Las Kellys opina igual. “Lo único que soluciona el problema es que no se pueda externalizar nuestro trabajo en un hotel. Mientras no hay cambios legislativos, lo demás son parches”.

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