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Los conservadores alemanes rompen otro muro: se olvidan del freno a la deuda durante la pandemia

La canciller alemana, Angela Merkel.

Aldo Mas

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En la edición del pasado martes, el diario Handelsblatt presentaba uno de esos artículos que no dejan indiferentes. Lo escribía el ministro en jefe de la Cancillería Federal, el conservador Helge Braun. Se titulaba: “Un pacto para Alemania tras la pandemia”.

En él se leía, negro sobre blanco, que “el freno a la deuda no podrá ser respetado en los próximos años, incluso cuando se mantenga una estricta disciplina de gasto”. Así aludía Braun a esa disposición descrita en el artículo 115 la Carta Magna teutona según la cual los déficits públicos han de limitarse al 0,35% del PIB nominal.

La pandemia ha hecho que, de momento, las autoridades alemanas se olviden de los límites para contraer deudas. Es más, mucha de la política puesta en marcha por la 'gran coalición' de conservadores y socialdemócratas que dirige la canciller Angela Merkel ha consistido en endeudarse para hacer frente a los parones a los que obligan las medidas contra la propagación de la COVID-19.

Así, el estado alemán se endeudó en 2020 por valor de 130.000 millones de euros. Este año el Bundestag ya ha dado luz verde a 180.000 millones de euros en deudas. Pese al parón económico que han supuesto – y aún suponen – las medidas anti-COVID-19, ese endeudamiento está permitiendo a la economía encajar el envite económico de la pandemia mejor que otros países de su entorno.

“Debido a la pandemia, estamos en un buen momento para endeudarse”, dice a elDiario.es Michael C. Burda, profesor de economía de la Universidad Humboldt de Berlín. “En este nuevo mundo que tenemos ante nosotros, al menos temporalmente, vamos a tener más gasto en sanidad. Además, hay que ocuparse de toda esa gente que no tiene trabajo. Lo que se está haciendo en realidad es invertir en el futuro de la economía”, añade.

En 2020, la economía alemana cayó un 5%, según los datos presentados esta semana por el ministro de Economía, el también conservador Peter Altmaier. Ese porcentaje es menor a lo que inicialmente se esperaba. A mediados de 2020 se llegó a indicar que la caída del PIB teutón sería de hasta un 6,3%. Es decir, iba a registrarse el peor hundimiento económico en el país desde la Segunda Guerra Mundial. Haberse olvidado de las deudas ha evitado ese escenario.

Un crecimiento del 3% del PIB en 2021

Para el 2021, según las cuentas de Altmaier, la economía germana volverá a crecer, concretamente un 3%. Es menos de lo que se calculó inicialmente, antes de que en el país de la canciller Angela Merkel volvieran a imponerse las medidas más duras contra la COVID-19.

Desde mediados de diciembre, sólo están abiertos los comercios esenciales. Las escuelas y guarderías, de cuyo funcionamiento también depende la buena marcha de la economía, están cerradas. Seguirán así, como mínimo, hasta el próximo 14 de febrero.

Sin embargo, para muchos conservadores alemanes, ni en este contexto se puede plantear el horizonte que describía Braun en el Handelsblatt, en el que las deudas parecían dibujarse como una herramienta de pleno derecho y no como una amenazante realidad contra la que luchar a capa y espada.

“Lo que ocurre es que, con Merkel en el poder, la CDU ha girado tanto al centro, en dirección a la izquierda, en tantos temas, que los conservadores se sienten como si estuvieran perdiendo su identidad política, como si sólo les quedara el freno a la deuda. Ese freno es como la última seña de identidad de la CDU”, explica Burda.

“Lo que estaba haciendo Braun en el Handelsblatt era defender a Merkel en su trabajo, porque lo necesita, dado que incluso ahora Alemania necesita contraer grandes deudas. Hay que darse cuenta de que el país está rescatando todo tipo de empresas, como Lufthansa”, abunda este economista de la Universidad Humboldt de Berlín.

En cualquier caso, al poco de aparecer el texto de Braun, empezaron a lloverle críticas, fundamentalmente desde su partido. El flamante presidente de la CDU, Armin Laschet, criticó las ideas de Braun, al igual que otras prominentes voces conservadoras germanas. Por ejemplo, la del jefe del Grupo Parlamentario de la CDU en el Bundestag, Ralph Brinkhaus, o la del portavoz para temas presupuestarios de los cristianodemócratas alemanes, Eckhard Rehberg.

Los límites del pragmatismo de la derecha alemana

La tensión entre conservadores por el el freno de la deuda ocurre después de que la CDU haya sido “muy pragmática” en el debate europeo, según subraya a ElDiario.es Kai Olaf-Lang, experto en cuestiones europeas del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP).

Alude Lang a cómo, de la mano de Merkel, los conservadores germanos han aceptado debido a la pandemia ideas como la creación de una deuda común europea para relanzar la economía continental. Algo así, en forma de eurobonos, era un “tabú” en los peores momentos de la crisis del euro.

Según Lang, la idea de los conservadores que han saltado contra Braun es que “cuando la pandemia haya pasado, y cuando la situación económica y financiera sea visiblemente más sólida, habrá que volver a la austeridad, y la CDU buscará entonces ser de nuevo el partido de las cuentas sólidas”.

Está por ver, sin embargo, si esto es así tras las próximas elecciones generales, previstas para el 26 de septiembre. Las previsiones plantean que, tras esa cita con las urnas, la CDU gobernará en coalición con Los Verdes. Los ecologistas, junto a los socialdemócratas – actuales socios de Gobierno de Merkel – son los principales defensores del endeudamiento para salir de la crisis.

Es más, desde Los Verdes ya hay quien plantea una “auténtica reforma” del freno a la deuda. “En vista de los históricos bajos intereses y de las inversiones, la crisis climática y la digitalización, el estado debe hacer más por invertir en los próximos años y décadas”, según unas declaraciones de Sven-Christian Kindler, portavoz presupuestario en el Bundestag de Los Verdes, recogidas por el semanario Die Zeit.

Así, el debate suscitado por el artículo de Braun a cuenta de la deuda puede que sea un aperitivo de una batalla política entre conservadores y ecologistas que está por llegar. De ella puede acabar dependiendo la gobernabilidad de Alemania.

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